La arquitectura es un servicio: Ramírez Vázquez
La arquitectura es una disciplina de servicio y un producto de la sociedad, de su cultura y realidad, dijo la voz del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez en un video proyectado como parte del homenaje que se le rindió la tarde del jueves en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo de Antropología.
Ante arquitectos, ingenieros, amigos y sus cuatro hijos (Pedro, Olga, Javier y Gabriela Ramírez Campuzano), el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, y el titular de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, la voz de Ramírez Vázquez explicaba las razones que dieron con el diseño del Museo de Antropología, una de sus obras más emblemáticas.
"Quisimos pensar siempre que estaba en Chapultepec, por eso es que es tan abierto, todas las salas se abren al exterior y la gente siempre se siente dentro del bosque, libre, sin estar encerrado. El paraguas mismo, por su altura y la inclinación de su cubierta, permite seguir viendo el cielo. El visitante nunca se siente capturado en un espacio… quisimos actuar como actuaría un arquitecto prehispánico si hubiera tenido el vidrio, el acero, concreto o plástico".
Durante el evento, se recordó a Ramírez Vázquez como un hombre de cultura, cuyos maestros fueron Jaime Torres Bodet y Carlos Pellicer, con amplio conocimiento del pasado, y una visión del futuro, y una admirable vocación de servicio, que se desempeñó como arquitecto, urbanista, diseñador, pedagogo, funcionario público y administrador de la educación.
Su hijo Javier, también arquitecto, recordó que el único apego material de su padre fue hacia los libros, y que su hacer se sostenía en la memoria de su pasado. Mencionó que hasta los últimos días de su vida Ramírez Vázquez revisaba obsesionado un libro de urbanismo.
Mencionó el aporte de la aula rural adaptable a diversas zonas geográficas, como parte de la visión global y no particular de su padre, quien miraba más que el costo de la obras, el costo de no hacerlas.
También destacó la habilidad de Ramírez Vázquez para resolver los problemas de fluidez en la Basílica de Guadalupe, recinto al que dotó además de buena resolución isóptica, acústica y climática.
El titular de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, recordó que Pedro Ramírez reconocía que gracias a Jaime Torre Bodet comenzó a "captar la arquitectura y a tener la seriedad con que debemos afrontar los espacios en los que los mexicanos deben de vivir".
Lo evocó como un hacedor de museos (Antropología, Arte Moderno, Caracol), y como alguien que comprendió que no podía construir una obra en solitario, capaz de entender todos los lenguajes de la vida social, "creador de obras que nacieron por un impulso creativo y una necesidad social". Pedro Ramírez Vázquez, expreso Tovar y de Teresa, "encarnó lo mejor del siglo XX".
El titular de Educación Pública también recordó que uno de sus grandes maestros de historia fue el poeta Carlos Pellicer, quien concebía la arquitectura como comunicación más que construcción.
Entre sus amigos y colegas, Bernardo Gómez Pimienta comentó a Obras que fue un autor de los grandes íconos de esta ciudad, como el Museo de Antropología que "ha envejecido muy bien, sigue siendo impecable", "tuve oportunidad de platicar con él y fue encantador, siempre disfrutando hablar de arquitectura y diseño", y tuvo toda la razón en cuanto a la arquitectura como servició y comunicación.
El arquitecto Felipe Leal comentó que "lo primero que hay que valorar en Ramírez Vázquez es su visión, era un visionario, se anticipaba a los movimientos y transformaciones que iba a tener la ciudad, tuvo una visión urbana, arquitectónica y estética, y lo que más rescato es su capacidad y voluntad de servicio".
Leal comentó que "las ciudades se componen fundamentales por espacios abiertos y de convivencia, algo que Ramírez Vázquez desarrollo con gran interés, así como que las expresiones artísticas llegaran al gran público, lo que es evidente en la Ruta de la Amistad y la estructura para las Olimpiadas".
El ingeniero José Luis Bonilla, quien construyó con él el Paseo Tollocan, comentó a Obras que poco antes de su fallecimiento, hace un mes, se habían reunido para conversar sobre una posible remodelación del paseo, proyecto que quedó en el aire.
Evocó a Ramírez Vázquez como alguien enojón, malhablado y muy exigente, quien diseñaba hermosas esculturas en cristal y a quien alguna vez le encargo una para obsequió al empresario Carlos Slim.