Así influye la neuroarquitectura en escuelas y hospitales
Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en la revista Obras, en su edición Despojo invisible. Tráfico de Arena, correspondiente al mes de febrero de 2019.
Techos altos, espacios amplios y despejados, zonas independientes de descanso y trabajo, y colores que hagan sentirse bien. La neuroarquitectura se ha impuesto en las obras que buscan provocar sensaciones positivas a quienes las habitan, fomentando la creatividad, el trabajo colaborativo, la productividad o el descanso.
Pero en los últimos años, este tipo de arquitectura que se había centrado en los espacios corporativos ha expandido sus fronteras, no solo a edificios como escuelas u hospitales, sino también al entorno que los rodea para replantear cómo su diseño puede propiciar el bienestar.
La firma danesa de arquitectura Rosan Bosch Studio ha trabajado bajo este enfoque en proyectos que conjugan arte, diseño y arquitectura, como las escuelas Vittra, en Suecia, en las que el color y los interiores están pensados para apoyar los métodos educativos.
En lugar de recrear un aula convencional con pupitres y sillas, las clases se dan en torno de un iceberg gigante que alberga un cine, una plataforma interactiva y un espacio para la relajación, explica el despacho a Obras.
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Los hospitales también se han sumado a esta tendencia. "Parte de esta práctica es inyectar a los espacios una configuración distinta, dándoles un enfoque mucho más adaptable, desde el tema sensorial, estético y ecológico", señala José Mora, vicepresidente del despacho HKS México.
"Queríamos transformar la idea de que los hospitales son un lugar frío, poco agradable, donde uno no quiere estar". Por ejemplo, en las ampliaciones del Centro Médico ABC, en la la Ciudad de México, incorporaron colores alegres, iluminación natural y simularon ventanas para eliminar la sensación de encierro. Incluso, subieron unas jardineras que bordean el área para generar espacios verdes.
"Otro ejemplo es que los tratamientos de quimioterapia suelen ser zonas aisladas e intentamos mitigarlo con zonas amplias en las que pudieran caminar y compartir con otros pacientes, generando un sentimiento de empatía y solidaridad".
Reconectar el cuerpo con los espacios
Obras: ¿Cómo funciona la neuroarquitectura?
Rosan Bosch (RB): El diseño es una herramienta estratégica para cambiar la manera en la que actuamos. Al formar experiencias espaciales, el diseño puede contribuir a desarrollar escenarios de aprendizaje nuevos y más eficientes, porque puede ayudarnos a reconectar nuestro cuerpo con nuestro proceso de aprendizaje. El alumno tiene que aprender cómo colaborar, cómo trabajar con el pensamiento crítico, cómo desarrollar su creatividad, cómo concentrarse, cómo presentar y, lo más importante, cómo aprende mejor, cómo puede manejar su curiosidad y desarrollar su talento innato. Todas estas situaciones necesitan de un entorno pensado desde una perspectiva de cómo la arquitectura y el diseño nos influencian, un entorno diferenciado, que responda a las necesidades individuales de cada persona y ayude a los alumnos a desarrollar su propio aprendizaje.
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Obras: ¿Cómo la implementaron en escuelas?
RB: Esperamos haber contribuido a que más y más gente entienda el potencial que la arquitectura y el diseño tienen sobre la manera en la que nos comportamos y comunicamos con los demás. El proceso de aprendizaje es uno de los más importantes de la vida, no sólo para nuestro desarrollo personal sino también como sociedad. Tenemos un serio problema con las escuelas actuales, porque no motivan a los estudiantes, y esto se traduce en unas tasas de abandono escolar altísimas.
El problema es claramente sistémico, porque aunque se trata de trabajar con pedagogías innovadoras, un entorno tradicional y rígido supone un obstáculo.
Obras: ¿Qué dificultades tuvo?
RB: Hace siglos que los espacios educativos siguen el mismo patrón inalterado, que está basado en un modelo obsoleto y no en cuáles son las necesidades reales de aprendizaje de los usuarios. Aun así, todavía hay muchos agentes que se resisten al cambio. El diseño se comunica con nuestro cuerpo y nuestra mente a un nivel consciente, pero también inconsciente. Y esta manera de interrelacionarse entre el cuerpo y el diseño es lo que promueve la transformación de nuestras maneras de aprender.
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