La arquitectura con que La Habana llega a los 500 años
Nota del editor: Este contenido se publicó originalmente en la edición In... Movilidad, ¿oportunidad o riesgo? de la revista Obras, correspondiente a octubre de 2019.
La Habana, Cuba, cumple 500 años de su fundación el 16 de noviembre, y acumula cinco siglos de historia, caracterizada por contradicciones, eclecticismos y paradojas. Su arquitectura, esa práctica que suele dar identidad y arraigo y simboliza el desarrollo y el progreso de una región, se erige en el escenario y expresión de esas complejidades, y se expande a toda la isla.
Así, la celebración se debate entre la majestuosidad de un capitolio sorprendentemente restaurado y el desmoronamiento de numerosas viviendas, a merced del vaivén salitroso del Caribe. Algunos libros de arquitectura latinoamericana contemporánea apenas dedican páginas a hablar de la arquitectura caribeña, tal vez, por lo que Roberto Segré piensa que puede ser razón: “¿Quizás (se deba) a una imagen estereotipada reducida a los cruceros turísticos, al lavado de dinero o al último reducto del socialismo occidental”, plantea en el Atlas. Arquitectura del siglo XXI.
Pero la arquitectura cubana, en específico, parece lanzar a gritos su historia, la de la extinción de pueblos originarios, la de la ocupación española, la de los ataques de piratas y corsarios, la de la esclavitud africana, la de ciclones y huracanes, la de la presencia estadounidense y sus bases militares, la de la Revolución, la del bloqueo comercial, la del éxodo, la de la resistencia.
Lee más: La Basílica de San Marcos enfrenta una restauración de más de 5 mdd
El fallecido arquitecto Mario Coyula Cowley, quien se desempeñó como director de Arquitectura y Urbanismo de La Habana, alertaba en 2013 en una entrevista para el sitio oncubanews: “Si buscas (lo cubano en la arquitectura) puede entonces salirte un bodrio, como la arquitectura turística con arquitos, vitralitos, tejitas y balaustres de delfines y mujercitas curvilíneas. Ésa es una falsa cubanía…
“Lo cubano es lo que hacen los cubanos, para cubanos y que resuelvan los problemas prácticos, funcionales... Muchos arquitectos de los años 50 se propusieron esto, como Mario Romañach, que hicieron inmuebles contemporáneos, pero, a la vez, muy cubanos”.
En enero de este año, un arquitecto mexicano llegó a La Habana, Marco Coello, cofundador de C Cúbica y organizador de DesignWeek, y se encontró con una ciudad que, pese a sus dificultades económicas y urgencias sociales, se hallaba en medio de un proceso de restauración de los edificios históricos. No lo dudó. Cuba es el país invitado en la edición 2019 de DW.
“La cuestión que, sobre todo, se me hizo más interesante, es esta vocación que le dan a los edificios con un sentido social… No todo es ciento por ciento turístico, no todos los edificios que se restauran tienen que ser museos”, expone. Coello conoció al arquitecto Eusebio Leal, director de la Oficina del Historiador y quien desde hace 50 años se dedica a preservar La Habana Vieja, y a Tatiana Fernández, directora de Restaura, quienes lo adentraron en su trabajo.
“A pesar de un bloqueo y condiciones complejas han encontrado cómo darle la vuelta y hacer un trabajo fantástico dedicando los edificios que restauran a usos sociales, como escuelas de arte, danza, centros de asistencia, asilos de ancianos…”, cuenta.
Coello habla del monumental y recientemente restaurado capitolio: tiene un nivel de restauración muy impresionante, que va de la recuperación de la bóveda, los frisos, los murales, toda la carpintería de la biblioteca, al detalle de reproducción de los muebles originales y la museografía de cada pieza exhibida. De hecho, algunas de las restauraciones se hicieron en México, como unas lámparas de ónix.
Más información: El reciclaje de inmuebles: los retos de la restauración
La restauración del capitolio inició en 2010 y, a finales de agosto pasado, se retiraron las mantas que lo tapaban, mostrando una cubierta con láminas de oro de 24 kilates, donadas por Rusia, como regalo por cinco siglos de historia. Antes de su cierre, el capitolio era sede de la Academia de Ciencias.
La arquitectura cubana “es muy interesante si la ves en todo su contexto”, explica Coello. Y refiere: “Esa motivación que tenía el régimen de la revolución de dotar a todos los ciudadanos de una calidad de servicios impresionante” y cómo se han preservado grandes edificios, como la Escuela Nacional de Arte.
Un día de tantos, luego de la invasión de bahía de Cochinos, el Che y Fidel jugaban en un campo de golf del Country Club de La Habana, entonces Fidel tuvo la idea de construir una escuela de arte en esos extensos campos. Ideada por Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gattardi, hoy se valora como una obra totalmente contemporáne. Basada en bóvedas catalanas de ladrillos, con formas orgánicas que se conectan entre sí, que respeta su entorno natural y no usa cemento como elemento principal –para entonces, ya la isla padecía el bloqueo.
La participación de Cuba en en DW se extenderá también al diseño. Luis Ramírez, uno de los diseñadores más destacados de Cuba, comenta a Obras: “El diseño cubano es mutante. A lo largo de las últimas décadas, ha tenido la capacidad de adaptarse a las diversas condicionantes económicas, políticas y sociales, resolviendo problemas de inmediatez en circunstancias nada favorables”.
Y reconoce: “El diseño de nuestra isla intenta resolver problemas inmediatos con el mínimo de recursos, a partir de tecnologías básicas”. Lo que para muchos podría ser desventaja, para Ramírez es aporte y orgullo: “Los cubanos vivimos creando, innovando y reutilizando lo que ya tenemos. Es una capacidad de inventiva que se desarrolla de forma natural y genera propuestas indiscutiblemente novedosas, sencillas, prácticas, reutilizables y duraderas.