Desde siempre el diseño de las ciudades y la salud han estado enlazadas. Durante un brote de cólera en Londres, el médico John Snow analizó el sistema suministro de agua e identificó que los vecindarios abastecidos por una bomba específica, estaban más afectados por la enfermedad. Acto siguiente, se cerró y se logró controlar la epidemia.
Posteriormente, urbanistas, arquitectos y especialistas en salud se unieron para planificar ciudades más seguras para sus habitantes. Sin embargo, con el crecimiento demográfico de las poblaciones esta sinergia se perdió. La migración del campo a las ciudades se ha llevado de manera masiva y rápida, lo que no ha permitido a los gobiernos estructurar a comunidades con el saneamiento necesario y servicios eficientes.
En la actualidad, mil millones de personas viven en áreas no planificadas, indica el Dr. Elvis García, “Sus mercados están, en muchos casos, protegidos bajo estructuras semi-temporales sin ninguna regulación sanitaria, y no es raro ver animales salvajes, muertos y vivos, compartiendo espacios con alimentos. Estos entornos son el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de nuevas infecciones y epidemias”, describió el experto.
La teoría sobre el surgimiento del COVID-19, es que se vino de un animal que se encontraba en un mercado de Wuhan. El área era de alta densidad, con enlaces de transporte fáciles y rápidos al resto del mundo, además de un coronavirus altamente contagioso.
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Aunque este no será la última pandemia registrada, ya que cada vez más las ciudades se expanden hacia zonas de reservorios virales en los hábitats de animales salvajes, sin ninguna precaución. Sin embargo, el Dr. Elvis García comenta que arquitectos y urbanistas pueden llevar a cabo acciones para prevenir estas enfermedades: