No todo es malo en la ciudad, pero justo algunas de sus bondades mal manejadas, como el gran desarrollo y los mejores ingresos, pueden costar la vida. Por ejemplo, la exposición a la comida chatarra o un excesivo uso del auto, lo que provoca sedentarismo, advierte Usama Bilal, profesor de Salud Urbana en la Universidad de Drexel.
El arquitecto Pablo Lazo, director del estudio de arquitectura Unidad Diseño y consultor en planificación urbana para América Latina de ARUP, una empresa internacional de diseño, ingeniería y consultoría, dice que “las políticas públicas deberían estar diseñadas para prever lo que, en el futuro, será un aumento de problemas crónicos de la salud pública”, como la obesidad, enfermedades cardiovasculares y con efectos en la salud mental, es decir, estrés crónico, ansiedad, las enfermedades más comunes en la ciudad.
Lazo admite que “hay una seria preocupación dentro de la salud pública de algunos temas vinculados al urbanismo contemporáneo, como la movilidad urbana, la existencia de espacios verdes para actividad física; además de condicionantes que no se representan físicamente, pero que existen en las ciudades, como la seguridad pública, la contaminación del aire o el ruido”.
De acuerdo con el INEGI, durante 2017, en México se registraron 703,047 defunciones, 88.6% por enfermedades y problemas relacionados con la salud, y 11.4% por causas externas, principalmente, accidentes, homicidios y suicidios.
Salvador Herrera, fundador del despacho Urbanística, señala que este país tiene el índice con más accidentes del mundo. Es la primera causa de muerte infantil, entonces “¿cómo puede ser que la primera causa de muerte sea con cosas previsibles, predecibles? Es un botón de muestra del reflejo de cómo estamos construyendo y transitando mal la ciudad”. El problema no es sólo de infraestructura, sino de operación, advierte Herrera: “Estamos construyendo ciudades que repiten el patrón de poco saludables”.
Estudiar el civismo
Desde Baltimore, Usama Bilal, de origen español, es parte de Salud Urbana en América Latina (Salurbal), un proyecto que estudia el funcionamiento de 371 ciudades en AL con más de 100,000 habitantes. En México participan 92 ciudades, en las que se evalúa desde el programa Ecobici hasta el cambio en las leyes de tráfico, el entorno urbano o la densidad de personas en la calle. Con ello, definen qué tan desiguales son estas ciudades en cuanto a su mortalidad.
Cada ciudad, explica Bilal, tiene sus propios retos, algunas enfrentan más problemas relacionados con la muerte por enfermedad y otras, por violencia. Factores como la falta de trabajo o de oportunidades es parte de lo que queremos estudiar y que, a finales de año, empezaremos a mostrar”.
El investigador parte de la idea que existen fenómenos comunes entre las ciudades grandes, como la polución, la criminalidad, la riqueza o el número de contactos sociales que se entablan. A partir de ellos, cree que si pueden identificar estos factores, es posible seguir teniendo ciudades grandes sin efectos nocivos. Lo que Bilal quiere es crear “ciudades sanas”.
De acuerdo con Tonatiuh Barrientos Gutiérrez, director del INSP y colaborador de Salurbal en México, “el objetivo es generar evidencia científica que ayude a mejorar la solidez en la toma de decisiones; traducir evidencia científica en acción”.
Hasta ahora, dice Barrientos, hay pocos datos sobre qué políticas urbanas son más favorables para promover la salud y la sustentabilidad ambiental. Aunque ahora es más importante que nunca: por primera vez en la historia, más de 50% de la población mundial vive en ciudades. Se estima que, en 2050, llegará a 70%, según datos de Naciones Unidas.