Arquitectura emocional, la creación de espacios vivenciales

Un recorrido por seis proyectos que se fortalecen con historia, arte y funcionalidad.
Pan de Fuego

Los arquitectos Mathias Goeritz y Luis Barragán, a mediados del siglo pasado, sentaron precedentes en torno a la importancia de conformar espacios que evoquen emociones en los usuarios. Ahora, Dos Veintinueve, taller de diseño instalado en la ciudad de Puebla, utiliza este concepto en sus proyectos para generar ambientes memorables.

Uno de los primeros retos fue transformar un departamento pequeño (de aproximadamente 40 m2 construidos), ubicado en Polanco, en el lugar de descanso de un ejecutivo que cuando salía tarde de trabajar prefería quedarse en la Ciudad de México que manejar más de dos horas en la noche hacia su casa.

Al inmueble se le quitaron las divisiones internas para crear un entorno más abierto y marcar una terraza a través de una franja marcada con una pasta en el piso, el muro y el plafón. Al fondo se colocó una mesa con sillas de exterior para aportar un ambiente complementario.

Dado que el objetivo era lograr un espacio muy flexible, se colocó un riel en forma de L que permite el movimiento de la televisión hacia la sala y de regreso a la recámara.

Los proyectos ‘emocionales’ tienen un gran trasfondo, “se llevan a cabo mediante una investigación previa y provocan conexión con los usuarios; son espacios multisensoriales que van más allá de su aporte estético”, indica Griselda Arteaga, socia del despacho Dos Veintinueve.

En opinión de Neptalí Nuriulú, CEO de Consasur Architecture Studio, los arquitectos “deben entender de arquitectura, pero también de historia, cine, cocina, arte, saber cuál es el origen de los colores mexicanos, dónde están los sincretismos culturales, cuáles son las tendencias actuales. La arquitectura va más allá de hacer trazos o dibujos en un render o una maqueta”.

Hotel histórico

Otro ejemplo es la intervención realizada a una de las suites principales del hotel Central, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, la cual estuvo inspirada en el encuentro que tuvieron Moctezuma y Hernán Cortés en las inmediaciones de la Catedral y el Zócalo.

Detrás de cada proyecto, explica Arteaga, hay mucha investigación que nutre el proceso creativo y la conformación de la propuesta. Por ello, debemos enriquecernos culturalmente en muchos temas.

Outlet

En Vía Atlixcáyotl, en la lateral de la caseta de cobro rumbo a Atlixco, un centro comercial que es edificado en un terreno rectangular aprovecha la geometría para colocar un amplio espacio público con áreas verdes, espejos de agua, fuentes y bancas, con los locales comerciales ubicados a los costados.

En este proyecto comercial el propósito es potencializar la experiencia, “la cual será breve en estancia, pero memorable para los usuarios”, asegura Adolfo Lara, fundador de Dos Veintinueve.

Cocina contemporánea

El chef mexicano Enrique Olvera dice que ‘en cualquier proceso creativo debe existir un componente de memoria’. Esta premisa fue aplicada por el despacho Dos Veintinueve en Cocina María Luisa, en Casa Besign 2018 (un proyecto que busca recuperar joyas históricas y patrimoniales en la ciudad de Puebla con la participación de arquitectos e interioristas).

El espacio, de aproximadamente 15 m2, fue intervenido con un concepto basado en las cocinas de los pueblos, aunque con un toque contemporáneo. “Para recrear el humo de las cocinas antiguas elegimos piedras de color oscuro, madera ahumada, un volcán de metal, talavera, piezas de barro en el techo, entre muchos artículos de diseño”, expone Arteaga.

Para Lara, hay que provocar historias, entendiendo la cocina como el corazón de la casa y muy probablemente donde mayor tiempo solemos pasar, a partir de la cual se desprende el resto del área social, pero a su vez se requieren espacios complementarios, de descanso, reflexivos, contemplativos, al aire libre, etcétera.

Sala de té

En 2019, la segunda participación en Casa Besing fue en la intervención de la Casa Giacopello, en donde el reto fue recrear un salón de té, con un espejo de agua en la entrada y un pasillo que conecta con la terraza. Algo muy característico fue colocar un árbol en el techo y la historia del té reflejada en un espejo.

Este espacio fue multisensorial conformado por elementos como agua, calor, sonido y texturas.

Pan de fuego

En Cholula, Puebla, una panadería artesanal cobró vida con un concepto basado en la fabricación natural del pan de fuego. En el local (antes utilizado como bodega) se respetó el piso de pasta existente, se desnudó la estructura y se dejaron los muros aparentes. Además, se colocaron letreros en lámina, lámparas de barro, barras a los costados y una mesa comunal al centro.