Con una fachada iridiscente e interiores que parecen líquidos, la tienda más antigua en Japón de Louis Vuitton abrió sus puertas luego de tres años de haber comenzado a ser transformada.
El arquitecto Osaka Jun Aoki, y el interiorista Peter Marino, fueron los encargados de darle una nueva identidad al comercio, uno de los más importantes para el diseñador de modas.
Publicidad
La dupla no sólo se inspiró en el agua para crear el diseño, también la convirtió que el protagonista y nuevo rostro del lugar.
“La apariencia altamente moderna del edificio interpreta los reflejos del agua como un fenómeno material, poético, pero lúdico, resplandeciente y rítmico. Esta evocación del agua se expresa en superficies suaves y onduladas, desde la fachada de vidrio que transmite colores cambiantes hasta las escaleras y los accesorios”, dijo Louis Vuitton en la apertura.
Para lograr el efecto de los muros exteriores usaron una estructura de vidrio doble cara con ondas, que amplifica su efecto de vibración gracias a una película de dos colores que cubre los cristales.
En el interior, es difícil encontrar figuras definidas. Las transparencias abundan y procuran envolver el sitio. Las escaleras, por ejemplo, fueron bordeadas de vidrio que cambia de tonalidad, dependiendo el lugar del que se observen, lo que conjugado con el mobiliario, crea reflejos en techo y muros iguales a los producidos por los rayos del sol en el agua.
Hong Kong medirá el "nivel de patriotismo" de los candidatos a elecciones