Tlatelolco resiste en lo cotidiano: en las canchas donde se reencuentran los vecinos, en los juegos bajo los edificios y en las historias de quienes se niegan a abandonar el lugar.
Por la tarde, cuando las nubes se posan encima de los grandes edificios multifamiliares de Tlatelolco, que fueron en su momento un estandarte de la modernidad habitacional mexicana, las calles comienzan a cobrar vida. Los niños bajan a los parques que separan los edificios, bajo la mirada de sus familias que los observan desde las ventanas de las cocinas.
Jóvenes se reúnen en las canchas de fútbol o básquetbol a convivir o entrenar con el equipo de la colonia, que se distingue por sus uniformes: azul de un lado, rojo del otro.
Las heladerías tradicionales que se ubican bajo los edificios reciben a sus últimos clientes del día, mientras los puestos ambulantes de tacos de canasta o palomitas de bolsa de a diez pesos comienzan a cerrar, envolviendo todo en plástico antes de que llegue la lluvia. Pero nadie se va del todo. En Tlatelolco, incluso con la tormenta encima, siempre hay alguien afuera.
Algunos vecinos cruzan las avenidas hacia la Lagunilla, otros regresan del Centro. Hay quienes buscan aún entrar a los últimos museos abiertos y quienes se apresuran para alcanzar los últimos productos en los tianguis o conseguir un lugar en el escaso estacionamiento.
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Tlaltelolco como archipiélago en la CDMX.(ROBERTO ARMOCIDA/Getty Images)
Otros más, simplemente, caminan por entre las calles amplias que conectan un pasado que no cesa. Porque si se pudiera definir a esa zona de la Ciudad de México con algunas palabras serían: resistencia, tradición, comunidad e historia. Y en los últimos años también refugio, para los jóvenes que vuelven a la zona a la que una vez pertenecieron o que buscan acercarse al centro de la ciudad a un precio todavía accesible.
La vivienda en Tlatelolco
En las torres de concreto de Tlatelolco, Mar despierta cada mañana en un departamento que eligió por razones prácticas. "El motivo principal por el que decidí vivir aquí en Tlatelolco es porque es muy céntrico, está muy bien comunicado y pues porque me parece que sigue siendo de las zonas que mantienen precios más accesibles", explica Mar, quien forma parte de una nueva generación de residentes que encuentra en esta zona una opción viable para vivir cerca del centro de la ciudad.
Los números confirman esta percepción de accesibilidad económica. El análisis de la consultora inmobiliaria Tinsa muestra que 102 inmuebles en la zona tienen valores unitarios que oscilan entre 17,198 pesos por metro cuadrado como mínimo y 40,608 pesos como máximo, con un promedio de 24,789 pesos por metro cuadrado.
Por ejemplo, un departamento de 64 metros cuadrados, tamaño promedio del segmento medio en la zona, alcanza un precio cercano a los 1.6 millones de pesos. En renta, la plataforma Monopolio reporta un valor promedio de 12,750 pesos, con un valor promedio de 192 pesos el metro cuadrado.
Esta estructura de precios permite que profesionistas jóvenes accedan a vivienda en una ubicación céntrica sin descapitalizarse, como confirma Jorge Pedro Uribe, vicepresidente del Colegio de Cronistas de la Ciudad de México. "Tlatelolco es la oportunidad que muchos tienen de venirse a la zona céntrica de la ciudad sin tener que descapitalizarse viviendo en colonias gentrificadas".
La vivienda en renta tiene un precio promedio de poco más de 12,000 pesos al mes.(Foto: Diana Zavala/Obras)
El especialista nota que, a diferencia de otros desarrollos habitacionales del siglo XX, "Tlatelolco sí está teniendo relevo generacional y los hijos y los nietos y los bisnietos de los vecinos originales de la unidad habitacional sí se están quedando. Y no solo eso, hay gente de otros rumbos que se está mudando a Tlatelolco". Esta dinámica crea una mezcla generacional que distingue al conjunto habitacional de otras zonas similares que experimentan despoblamiento.
La historia de Mar refleja esta tendencia contemporánea. Su decisión de mudarse se basó en criterios que van más allá del precio, pues considera que "sigue siendo un espacio tranquilo, porque sigue siendo muy familiar". Esta percepción de seguridad y comunidad representa un factor determinante para quienes buscan alternativas habitacionales en el centro de la metrópoli.
La zona es descrita como "familiar".(Foto: Diana Zavala/Obras)
Mar observa que "la mayoría de las personas que viven en esta zona son personas que llevan años viviendo aquí, que incluso sus hijos crecieron en tal edificio y ahora viven en el edificio de enfrente o en las unidades más cercanas".
Sin embargo, también nota cambios: "lo que sí noto es población más joven. Hace rato cuando decía que siento que hay mucha gente que vive aquí de toda la vida, también se nota que ya mucha gente joven se está viniendo a vivir acá".
Esta atracción hacia la zona responde a necesidades económicas específicas de una generación que busca alternativas habitacionales céntricas.
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Los datos del mercado inmobiliario muestran que el segmento medio de vivienda en esta estructura de precios permite que profesionistas jóvenes encuentren opciones que van desde departamentos de una recámara con menos de 45 metros cuadrados (valuados en 27,445 pesos por metro cuadrado y con 40 años de antigüedad en promedio) hasta espacios de tres recámaras de entre 70 y 90 metros cuadrados, con precios de 23,012 pesos por metro cuadrado para inmuebles de 42 años de antigüedad, de acuerdo con Tinsa.
La movilidad poblacional forma parte de la historia de Tlatelolco. Uribe explica que "el terremoto del 85 movió tectónicamente tanto al centro histórico como a Tlatelolco (...) e hizo que muchísima población originaria del centro y de Tlatelolco se tuviera que ir a la periferia".
Tlatelolco es una zona multi generacional.(Foto: Diana Zavala/Obras)
Comentó que este desplazamiento hacia "el bordo de Xochicaca, para Ecatepec, para Chimalhuacán, involucró a gente que era del centro desde hacía muchas generaciones".
No obstante, agregó, simultáneamente, "cuánta gente no llegó a la unidad habitacional de Tlatelolco cuando se construyó. No todos los que viven ahí, no todos los que se mudaron a la unidad habitacional eran gente de la zona, sino gente de fuera que se vino a buscar una mejor vida".
La conectividad de transporte que atrae a nuevos residentes también genera dinámicas particulares de uso habitacional. Mar identifica un patrón en el uso habitacional del conjunto.
"Muchas de las personas jóvenes vienen para acá por trabajo, por lo que se han convertido un poquito también en... ¿cómo le llaman? Departamentos dormitorio, en donde solamente ves llegar las personas para dormir y se salen hasta muy temprano", comentó.
La ubicación de Tlatelolco es una de sus principales virtudes.(Foto: Diana Zavala/Obras)
Esta dinámica crea una división generacional en el uso de los espacios. Las que están casi todo el día en los edificios son las personas mayores, mientras que los jóvenes utilizan principalmente la zona para pernoctar, agregó.
La vida cotidiana en los multifamiliares
Más allá de los datos inmobiliarios, la experiencia diaria de quienes eligen vivir en Tlatelolco revela las características que hacen atractiva la zona. La rutina de Mar incluye el descubrimiento de espacios que solo conocen quienes viven ahí.
"En mi caso descubrí los huertos, en particular el compostero. Pues es una zona comunitaria en donde la gente va a dejar sus residuos orgánicos y puede ir a sembrar hortalizas o cosechar frutos que ya tienen ahí plantados", describe.
Estos espacios comunitarios surgen de la transformación del territorio. Los huertos "son espacios que recuperaron de edificios que se cayeron en el 85", en referencia al terremoto que marcó profundamente la zona.
La oferta de servicios locales caracteriza la vida diaria en el conjunto habitacional. "Tiene demasiados servicios y además servicios locales. No solamente que tiene ya una plaza, sino en general casi todos los edificios en la planta baja tienen servicios como tiendas, tintorerías, internet e incluso mercados", detalla Mar.
La vida en comunidad es una de las principales características de Tlatelolco.(Foto: Diana Zavala/Obras)
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Diversidad poblacional y migración
Los costos accesibles también atraen a población migrante a la zona. Mar observa que casi no ha visto gente extranjera. "Creo que, por ejemplo, en mi edificio solamente he visto a una persona, digamos, caucásica. Pero lo que sí hay mucho es migrante, pero migrante de Centroamérica", señaló.
Esta composición demográfica, según Mar, se relaciona con las características económicas de la zona: "Como no es una zona todavía cara, muy local, personas que tienen negocios pequeños, yo creo que pues también es atractivo ahorita para las personas migrantes".
Tlatelolco es conocido por su zona arqueológica, pero hay más lugares para explorar. (Ulrike Stein/Getty Images)
Servicios y actividades comunitarias
La infraestructura de servicios complementa la oferta habitacional y refuerza el atractivo de la zona para sus residentes. La vida comunitaria en Tlatelolco se articula alrededor de espacios y actividades organizadas por los propios residentes.
Mar destaca que la zona "cuenta con el deportivo y hay muchas actividades toda la semana. Hay proyecciones de cine, están las áreas deportivas".
"Apenas me di cuenta que están haciendo cursos de verano que los organiza algún vecino o vecina para que las personas que salen a trabajar pues no tengan que preocuparse porque sus hijos estén todo el día solos", comentó.
El multifamiliar de Tlatelolco fue una promesa de modernidad de Mario Pani.(Foto: Diana Zavala/Obras)
Resistencia a la gentrificación
Tanto residentes como expertos coinciden en que Tlatelolco mantiene características que la distinguen de zonas gentrificadas cercanas. Mar considera que a la zona "todavía no le alcanza a lo mejor la gentrificación" y nota que, "aunque hay negocios de servicios de tienda, de comida, todo sigue siendo locales" y los administra una familia completa.
Uribe ofrece una perspectiva geográfica del fenómeno: "Yo tengo la impresión de que la gentrificación ocurre hacia el poniente. Yo no sé si por razones mitológicas, astronómicas o es pura coincidencia, pero es como si la gentrificación estuviera mirando hacia Chapultepec. La gentrificación prospera hacia el poniente, pero no prospera hacia el norte".
La resistencia a la gentrificación se manifiesta también en la oferta comercial local. Un ejemplo de esta dinámica económica es el restaurante Gris, que Uribe documenta como caso de estudio.
El comercio tradicional abunda en el multifamiliar.(Foto: Diana Zavala/Obras)
El chef del establecimiento le explicó: "Yo he trabajado en restaurantes caros de colonias gentrificadas y me di cuenta de la comida tan maravillosa pero tan cara que hay en esos restaurantes. Y yo me pregunté, ¿por qué no abro un restaurante igual aquí en Tlatelolco, pero barato, costeable?".
"Es un restaurante que ofrece comida corrida, vale, no sé, como 100, 120 pesos. Imagínate, estamos hablando de un menú de tres, cuatro tiempos, con experimentación gastronómica, buena presentación de los platos, un chef que tiene experiencia en este tipo de restaurantes", destacó.
Un territorio con capas históricas
Tlatelolco no es una colonia más. Es, en palabras del cronista Jorge Pedro Uribe, “una isla en la ciudad”, rodeada por avenidas y líneas de transporte, pero con una identidad tan marcada que se percibe como un territorio aparte.
Una especie de república urbana con sus propias reglas, costumbres y ritmos, que convive con las capas históricas, simbólicas y políticas que la atraviesan.
La historia le dio un carácter fundacional. Primero como capital mexica disidente y epicentro comercial prehispánico; luego, como sede del Colegio de la Santa Cruz y emblema de la República de Indios durante el virreinato.
La zona está marcada por momentos históricos de la CDMX.(Foto: Diana Zavala/Obras)
Después fue zona militar, ferroviaria y, finalmente, modelo de modernidad habitacional en los años 60. Pero, a pesar de esta centralidad histórica, Tlatelolco fue también, como explica Uribe, estigmatizada. “Fue vista como el lugar de los vencidos”, dice, refiriéndose a cómo su origen indígena y su papel en la caída de México-Tenochtitlan marcaron un destino de exclusión en los proyectos nacionales posteriores.
“Desde ahí arrastra una doble condición: la de haber resistido y la de haber sido abandonada”, consideró.
Ese carácter insular no solo se vive en lo simbólico, sino en lo cotidiano con generaciones enteras que permanecen.
Pero ese sentido comunitario convive con heridas abiertas. El sismo de 1985 fracturó no solo la estructura de varios edificios, sino también el tejido social. El colapso del edificio Nuevo León marcó un antes y un después.
Desde entonces, varios esfuerzos buscan reconstruir la memoria del lugar: desde los festivales de Xaltilolli hasta la Bienal Tlatelolca, pasando por talleres, cineclubes, recorridos barriales y rescates de archivos familiares.
Patrimonio arquitectónico y cultural
Tlatelolco concentra elementos patrimoniales que van más allá del conjunto habitacional. Uribe enumera sitios como "la iglesia de Santa Ana, la iglesia de la Conchita, Tequipeuca, la iglesia de San Francisco", las cuales forman parte del territorio histórico.
El patrimonio ferrocarrilero también permanece como "una cicatriz ahí en pleno Tlatelolco, que es un patrimonio formidable. Está el Museo de los Ferrocarrileros, ahí en Ricardo Flores Magón", abundó.
El Centro Cultural Tlatelolco y la zona arqueológica son los lugares más conocidos de Tlatelolco.(Foto: Diana Zavala/Obras)
Además, el conjunto de 102 edificios que compone Nonoalco-Tlatelolco fue proyectado por Mario Pani en 1958. Su construcción fue un parteaguas en la política habitacional del país. Diseñado para resolver el déficit de vivienda en la capital, se basó en modelos europeos de ciudad funcional.
Sus edificios, de cuatro a 22 pisos, se construyeron con diferentes configuraciones para albergar a familias de ingresos diversos. Las más altas se ubicaron junto a Reforma, con departamentos más amplios; las más pequeñas, al interior, para familias con ingreso equivalente al salario mínimo.
Además de departamentos, Tlatelolco incluyó escuelas, hospitales, centros culturales, mercados y espacios deportivos. El objetivo era crear una ciudad autosuficiente. Una de sus piezas centrales es la Torre de Banobras, de 127 metros de altura, que funcionó como símbolo del desarrollo técnico del país. Construida con concreto armado y una cortina de vidrio que recubre su estructura triangular, albergaba oficinas y un mirador desde el que aún se puede observar la magnitud del conjunto.
La difusión de este proyecto fue también parte de su planeación. La revista Arquitectura-México, dirigida por Pani, publicó imágenes del complejo incluso antes de que se construyera.
Mario Pani es el arquitecto del multifamiliar.(Foto: Diana Zavala/Obras)
La serie fotográfica de Armando Salas Portugal, realizada en 1966, reforzó la narrativa visual de modernidad y progreso: sus imágenes, de líneas rectas y encuadres geométricos, posicionaron a Tlatelolco como emblema de un nuevo orden urbano.
Perspectivas futuras
Para Mar, la permanencia de espacios deportivos y culturales permite "a las personas poder hacer esta parte de su vida, estas actividades cerca de su espacio sin tener que ir muy lejos". Esta accesibilidad contrasta con su experiencia previa: "Yo no podía hacer actividades deportivas o culturales muy cerca de donde yo vivía porque o no las había o estos espacios estaban ocupados por la inseguridad y el vandalismo".
Uribe mantiene una visión optimista sobre el futuro de la zona: "Yo soy optimista y pienso que el futuro de Tlatelolco es reincorporarse a este equilibrio político perdido en la conquista, en el cual la Isla del Sur y la Isla del Norte se complementaban mutuamente y funcionaban como un sistema de opuestos complementarios".
La vida en Tlatelolco actual refleja capas históricas que se superponen con necesidades contemporáneas y crean un espacio donde conviven la memoria urbana y las dinámicas habitacionales de una metrópoli en constante transformación.