Diseñar para jugar: la arquitectura en parques también es innovadora
Artistas, arquitectos y diseñadores replantean la idea del parque como un dispositivo espacial que va más allá del entretenimiento, con estructuras que invitan a explorar.
Los nuevos parques buscan que el usuario explore al no darle líneas definidas para usar el espacio. (Fotos: Salón del Mueble de Milá, Centro Pompidou.)
Redacción Obras
En medio de pendientes naturales, entre tubos metálicos, aviones gigantes o jardines históricos, algunas ciudades ensayan otra forma de entender el espacio público. Un parque, más allá de su función recreativa, se convierte en un dispositivo arquitectónico donde se cruzan la escala del cuerpo, el movimiento libre y el diseño como lenguaje.
Las propuestas no giran en torno a juegos prefabricados ni módulos de plástico, sino a estructuras diseñadas por artistas, arquitectos o constructores autodidactas que piensan el parque como una obra en sí misma.
Las formas varían: plataformas onduladas, castillos escalables, animales transitables, aviones suspendidos o pistas de skate con geometría galileana.
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Lo que las une son ciertas constantes: el uso de materiales durables, el rechazo al plástico, el aprovechamiento del terreno natural y una estética que no responde a lo decorativo, sino a lo experiencial. No hay señalización que explique cómo usar cada módulo. El recorrido se construye con el cuerpo.
Copenhagen, "The Sky High Flight Playground"(Foto: Salón del Mueble de Mián)
Ejemplos para la arquitectura
El Salón del Mueble de Milán, uno de los espacios de diseño más importantes del mundo, destaca casos de espacios públicos que innovan y mejoran el uso e imagen de los parques.
En el Parco d’Arte, de la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo, el colectivo Parasite 2.0 instaló Une machine à jouer (una máquina para jugar), una estructura permanente que incluye dos plataformas onduladas, tres tubos de gran tamaño y un columpio.
Todo está instalado en una ladera. Según los autores, la intención es que los usuarios suban, bajen y se balanceen “aprendiendo a mantener el equilibrio con sus propias habilidades y con la necesidad de permanecer concentrados”, dice el Salón.
Junto a esta máquina lúdica se colocó una escultura del artista Sanya Kantarovsky, pensada como parte de la experiencia conjunta.
La idea de que el juego puede convertirse en arquitectura pública también aparece en otras latitudes. En París, justo a un costado del Centro Pompidou, el artista Raphaël Zarka y el arquitecto Jean-Benoît Vétillard diseñaron un skatepark de 400 metros cuadrados.
La pista, que fue comisionada por el museo y financiada por Nike con motivo de los Juegos Olímpicos, tiene forma de herradura, un bowl semicircular y una rampa de 3.5 metros de altura. De acuerdo con la revista Dezeen, Zarka se inspiró en los estudios de Galileo para concebir las curvas del proyecto.
El skatepark fue diseñado para los Juegos Olímpicos 2024.(Fuente: Centre Pompidou.)
Desde Copenhague, el despacho Monstrum diseña parques infantiles que se han instalado en barrios densos de Hong Kong, espacios naturales en Memphis o conjuntos habitacionales en otras ciudades del mundo.
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Fundado en 2003 por Ole Barslund Nielsen, el estudio evita estructuras genéricas y diseña parques como piezas únicas: un avión azul y amarillo que se puede atravesar por dentro y por fuera, casas laberínticas, flores gigantes o figuras de animales que funcionan como plataformas de juego. En sus proyectos, señala el documento, “no se observa rastro de plástico”.
Mientras algunos casos parten de despachos especializados, otros se construyen con soldadura manual y piezas únicas. En Montello, cerca del río Piave, Bruno Ferrin comenzó a construir un parque de diversiones artesanal en 1969. Su idea inicial era abrir una taberna para familias.
Para atraerlas, decidió fabricar un columpio con ayuda de una máquina prestada por el herrero local. A partir de ahí, siguieron los toboganes, trampolines, una rueda inspirada en el Hombre de Vitruvio, una tirolesa y más de 40 estructuras diseñadas e instaladas por él mismo.
Los espacios públicos como el Giardino di Ninfa también son innovadores, a pesar de permanecer clásicos.(Fuente: Salón del Mueble de Milán)
El parque, llamado Ai Pioppi, abre solo en días festivos con buen clima y se mantiene como un espacio gratuito en medio del bosque. “Todas las piezas fueron construidas por Bruno de manera completamente independiente”, documenta la revista Urbano.
En el caso de los jardines históricos, la arquitectura no parte del juego, pero sí de la experiencia corporal en contacto con el entorno. El Sacro Bosco de Bomarzo, también conocido como el bosque de los monstruos, figura en la selección anual del New York Times como uno de los jardines más importantes del mundo.
Aunque los contextos son distintos, estos parques y jardines comparten ciertas características: diseño no lineal, estructuras que invitan a moverse sin instrucciones, relación directa con el terreno, incorporación de artistas y arquitectos en lugar de proveedores industriales y eliminación de materiales desechables.
Algunos provienen del arte contemporáneo, otros de la ingeniería informal. Pero todos piensan el parque como un espacio que no solo se transita, sino que se interpreta con el cuerpo.