Los pendientes de la industria
Tras el “sexenio de la infraestructura” que dejó a los actores de la industria de la construcción con ganas de hacer más, los discursos de los servidores públicos de la novel administración federal han alimentado las esperanzas del sector y la ciudadanía.
Por ello, estimo pertinente reflexionar sobre lo que –a mi juicio– se ha logrado en materia de infraestructura en el país y lo que todavía necesitamos hacer.
En general, tenemos un sector de la construcción maduro: hay empresas de primer nivel que pueden competir en Latinoamérica de forma exitosa en proyectos de gran escala. Asimismo contamos con un sector público federal con finanzas aparentemente sanas y necesidades de proyectos, lo que hace encajar bien las necesidades de ambos sectores.
No obstante, aún faltan elementos fundamentales para tener éxito en la consecución de proyectos de infraestructura.
En primer lugar, una adecuada planeación objetiva e imparcial. Este elemento tiene un impacto poderoso en la industria, pues aunque teóricamente se limita a responder las preguntas básicas: qué, quién, cuándo, cómo y dónde; cobra relevancia, ya que en México no destacamos por definir las cosas con claridad.
Muchos de los vicios que se encuentran en esta fase, tienen su origen en los caprichos y las negociaciones políticas, más allá de las necesidades reales, lo que genera que la planeación siempre sea provisional con el costo que ello implica.
En segundo término, un respeto y apego a las normas y el derecho en general. El socorrido ‘Estado de Derecho’ enfrenta una grave crisis, no sólo ante la indiferencia, sino ante la decisión de muchos actores de la industria (públicos y privados) de no cumplir y hacer cumplir la ley, de hacer las cosas como les conviene y de respetarse poco en el cumplimiento de sus obligaciones y exigencia de sus derechos. Por el bien de todos, no podemos seguir así.
En tercer lugar, se requieren mecanismos eficientes de solución de controversias. Es claro que en cualquier relación contractual los conflictos son una realidad y la construcción supera a ésta con creces. Lo cierto es que en la mayoría de los casos, los conflictos derivados de proyectos de infraestructura son monstruosos; por ejemplo, la amenaza del servidor público al contratista de ponerlo en la ‘lista negra’ si demanda una contraprestación que le corresponde, o el riesgo generado si el contratista no es capaz de terminar una obra en tiempo y forma.
Aún más, el mayor problema radica en la más nefasta de todas las soluciones: arreglar las cosas con beneficios ilegítimos, a través de intermediarios o agentes que amedrentan a los contratistas con detener todo si no se cumplen sus tramposos requerimientos.
Ciertamente, lo que planteo no requiere modificaciones estructurales ni legales, ni mucho menos una planeación sofisticada. Para que la industria de la construcción florezca y crezca en México, simplemente se necesita que sus protagonistas actúen con honestidad, legalidad y sentido común en beneficio de los usuarios, quienes literalmente pagan el costo de dichas obras.
*Socio director de COMAD, SC (Derecho de la construcción).