El aeropuerto de Toluca, la alternativa a medias
La decisión de revivir la terminal aérea de Toluca como un recinto alterno para los pasajeros del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Benito Juárez (AICM) es razonable, pero apenas es un respiro para determinar cómo, cuándo y dónde se construirá la nueva sede aeroportuaria, que facilite y crezca el movimiento regional e internacional de pasajeros y mercancías a través de aeropuertos complementarios. El AICM opera bajo 'una bomba de tiempo', al rebasar las 54 operaciones (despegues y aterrizajes) por hora, que determina la norma de seguridad aeronáutica.
Sería mentiroso decir que el recinto de Toluca cuenta con la conectividad y la infraestructura carretera para operar sin contratiempos, pues es innegable que desde el poniente del Distrito Federal, las carreteras libre federal y de cuota México-Toluca hasta el aeropuerto mexiquense, existe una escasa y deficiente infraestructura vial y de transporte público, que resulta inviable en costo y tiempo para muchos usuarios.
El gobierno federal enfatizó su intención de construir el tren de pasajeros en la ruta México-Toluca, así como el compromiso de invertir en las carreteras de acceso y salida del aeropuerto de Toluca para mejorar 'significativamente' la distribución de viajeros y mercancías, sin detallar en qué consistirán y cuándo se realizarán las obras.
La realidad es que sin más infraestructura carretera y sin el desarrollo de transporte multimodal, se dificultará la captación de más viajeros, en especial, turistas nacionales y extranjeros, porque no se responderá a la demanda de origen-destino de los usuarios y, por ende, no se elevará la competitividad económica como sucede en los aeropuertos de ciudades como Nueva York y Londres.
La terminal aérea de Toluca ya vivió esa experiencia, pues a pesar de las millonarias inversiones en equipo, instalaciones y tecnología para no limitar la operatividad de las aeronaves, debido a la altitud de la zona, la demanda de pasajeros se desquebrajó, en los últimos tres años, en más de 50%, tras la salida del mercado de Mexicana de Aviación.
Según la autoridad el fracaso del aeropuerto de Toluca fue la huida de varias aerolíneas al AICM para capitalizar sus negocios, aunque los usuarios insisten en que pese al tráfico, se puede llegar al AICM en metro con mayor rapidez a un mínimo costo.
Bajo este contexto, si los gobiernos federal y mexiquense no quieren quedarse con un elefante blanco destinado a la aviación privada y algunos vuelos comerciales y de carga, y obtener la rentabilidad de la eventual construcción de una segunda pista, para mover a 40 millones de pasajeros, tendrán que apuntalar la vida del aeropuerto al dotarlo de la conectividad necesaria, y aumentar la capacidad industrial y turística local, para ofrecer una oferta más atractiva.
De lo contrario, no les quedará más que aprovechar la coyuntura de saturación del AICM y el tiempo que se lleve la construcción del nuevo aeropuerto, porque si algo es seguro y han aprendido, es que las líneas aéreas querrán aprovechar las nuevas instalaciones aéreas y un mercado 100% cautivo y más rentable.
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*Desde 1997 cubre los sectores de infraestructura y transporte en diferentes medios de comunicación.