¿Construcción o producción?
Hoy en día es relativamente fácil enterarnos de los errores y la ignorancia de quienes ofrecen productos de la construcción. Y no me refiero a los insumos, sino al resultado de todo el proceso: viviendas, edificios, líneas del metro, carreteras y aeropuertos, por mencionar algunos.
Como en cualquier industria manufacturera, nuestros productos deberían ser consecuencia de la óptima sistematización de recursos financieros, humanos y materiales, respetuosos de las regulaciones y adecuados a las condiciones del mercado, con la diferencia de que se elaboran en fábricas de corta vida, útiles mientras se construye.
Lamentablemente en nuestro sector todavía prevalece la óptica artesanal, lo que propicia en mayor medida que los productos se entreguen con defectos o vicios ocultos. Todavía persiste la fragmentación de actividades y son excepcionales las empresas que aglutinan en su plantilla permanente a los especialistas de gabinete y a los de obra, de ahí que es común el sinfín de ‘proveedores’: proyectistas, estructuristas, constructores, materialistas, distribuidores, contratistas, supervisores, albañiles, fierreros, peones y vendedores, entre otros.
Desde mi punto de vista, esta forma de producir no debería ser muy diferente a los esquemas organizacionales convencionales utilizados en la producción industrializada. También tenemos a un responsable principal, ya sea el o los dueños de la empresa o quien se responsabiliza ante ellos y la legislación. Son los que deben velar por contar con el personal idóneo, con el equipamiento moderno y con los proveedores confiables para las diversas funciones que permitan entregar productos construidos con calidad, una calidad objetiva que confirme el apego a toda la normatividad, la existencia de las garantías suficientes para subsanar cualquier anomalía en determinados plazos, y que garantice la utilidad sin demérito de las expectativas de los clientes.
Para valorar objetivamente la modernidad, sugiero un pequeño autodiagnóstico en la empresa: ¿cuenta con el experto que asegure el cumplimiento de la normatividad que aplica a los productos que ofrecemos? ¿Es apto para encargar, revisar y aprobar estudios, cálculos, tecnologías y especificaciones que aseguren proyectos realmente ejecutivos?
¿Los directores y vigilantes de obra cuentan con el conocimiento, la experiencia y la documentación oportuna y completa para aceptar los insumos y para ejecutar las técnicas constructivas seleccionadas? ¿Se evalúa la calidad en forma objetiva desde el proyecto y la ejecución hasta la entrega de la obra? ¿Se identifican y perfeccionan los procesos involucrados en la fabricación de los productos? ¿Quién evalúa a los proveedores? ¿Quién aplica y asegura los requerimientos y contratos de los clientes? ¿Los clientes están complacidos?
Si alguna de las respuestas no es satisfactoria, entonces es inaplazable invertir en acciones que modifiquen la actitud de los dueños y del personal, con énfasis en la profesionalización y la industrialización.
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* Arquitecto, perito, DRO, consultor en normas, regulaciones y capacitación para la construcción. Director de CORPICO.