Publicidad
Publicidad

Un expenal de 139 años despunta como hotel de lujo en Ecuador

FOTOGALERÍA: El plan para restaurar el recinto, considerado un bien patrimonial, está a cargo del ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, que en los próximos meses definirá a la empresa que realizará la obra.
lun 26 enero 2015 08:49 AM
Placeholder articulo
Placeholder articulo

Un expenal construido en el siglo XIX, en el que estuvieron detenidos expresidentes y que llegó a tener 4,000 presos en condiciones de hacinamiento, despunta para ser convertido en un hotel de lujo en el centro colonial de Quito.

La transformación de otras excárceles, como la de Montevideo en un centro comercial, y la de Boston en un lujoso hotel ha llamado la atención del mandatario, Rafael Correa, tras el cierre del expenal García Moreno, inaugurado en 1875 con una capacidad inicial de 270 reos.

"La prisión García Moreno, imagínense lo lindo: de prisión a hotel", dijo Correa durante uno de sus recientes informes semanales de labores, agregando que "es una construcción preciosa" de la época republicana.

Luego de su clausura en abril de 2014, cuando unas 4,000 personas privadas de la libertad fueron trasladadas a modernos centros de rehabilitación social (las autoridades evitan hablar de presos y cárceles), la excárcel que fue la principal de Quito se convirtió en la sede de una muestra fotográfica sobre sus precarias condiciones.

Los visitantes también pueden observar las celdas de 7,6 m2 en las que vivían hasta diez personas. Una de ellas era ocupada por un narcotraficante que la modificó en una habitación cinco estrellas.

"El hotel más lujoso en Boston es la excárcel de la ciudad. Yo no lo sabía cuando lo propuse" para el García Moreno, manifestó Correa. "Investigando nos dimos cuenta que había experiencias al respecto", añadió.

Publicidad

Más que hotel, un centro cultural

El plan para restaurar el expenal, considerado un bien patrimonial, está a cargo del ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, que en los próximos meses definirá a la empresa que realizará la obra, dijo una fuente de esa cartera a la AFP.

Sin embargo, para Alfonso Ortiz, arquitecto y cronista de Quito, la iniciativa presidencial debe ser "analizada a profundidad", con miras a preservar la "memoria" del recinto, en el que estuvieron intelectuales, políticos y exgobernantes como Lucio Gutiérrez (2003-2005) y Eloy Alfaro, pariente de Correa que en 1912 fue asesinado en la cárcel por opositores y luego arrastrado por las calles.

"Hace falta un análisis mucho más cuidadoso de lo que es la memoria de ese edificio. El momento de convertirle en un hotel se va a destruir estructuralmente al edificio por el interior, va a perder su esencia", declaró Ortiz a la AFP.

Sugirió tomar en cuenta otras experiencias en Latinoamérica como el de la cárcel de Lecumberri en la capital mexicana, que actualmente alberga el Archivo General de la Nación, o el panóptico de Bogotá que pasó a ser el Museo Nacional de Colombia.

La edificación "puede ser aprovechada adecuadamente para que tengan cabida todas estas manifestaciones culturales y que sirvan a la ciudadanía", apuntó Ortiz.

'Se extraña al penal'

Si bien la exprisión está en el occidente de la parte antigua de Quito, que se incluye en el Patrimonio Cultural de la Humanidad, la zona donde se asienta es calificada de alta peligrosidad, por lo que las autoridades prevén una rehabilitación.

Gabriela Páez, una comerciante del lugar, comentó a la AFP que "se extraña al penal" por el flujo de clientes y por la "seguridad" que brindaban los policías que custodiaban la penitenciaría.

Hacia finales del siglo XX e inicios del XXI, en el expenal "campeaban la corrupción, la insalubridad, el hacinamiento y altos grados de violencia que marcaron su colapso definitivo", según el ministerio de Justicia.

Durante su recorrido por el García Moreno con ocasión de la exposición fotográfica, Santiago Rodríguez, de 46 años, expresó a la AFP que las autoridades podrían "hacerle un museo así como está, para que recuerde a la gente lo que se hizo mal" en cuanto al trato degradante que sufrieron los presos.

Jhoarolee León, una universitaria de 20 años, dijo a su vez que sintió un "escalofrío" al conocer los lúgubres calabozos.

Tags

Publicidad

Publicidad