Denunciar la corrupción, el miedo de los constructores

A pesar de que las prácticas de corrupción y soborno impiden realizar negocios de infraestructura limpios, los constructores no se atreven a levantar la voz, porque no se ha fomentado la cultura de la denuncia ni se acepta abiertamente como un problema, señaló Roberto Hernández, presidente de la International Chamber of Commerce México (ICC).

En el marco de la celebración del Día Internacional contra la Corrupción, el 9 de diciembre, organizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) la Universidad Panamericana y el ICC, Hernández subrayó que ello obedece también a que las denuncias representan un tema tortuoso en el que se debe destinar tiempo, dinero y esfuerzo, y del que los constructores se desencantan porque no hay una garantía de poder ganar los juicios.

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Además, las dependencias sobornan a las empresas para que no se inconformen con la promesa de que les adjudicarán otra licitación. 

"Eso es algo inaceptable porque las dependencias no pueden comprometer las licitaciones. También está probado empíricamente que una empresa que se deja, no tiene más negocios porque la ven como algo que pueden controlar perfectamente", comentó Hernández.

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A pesar de ello, explicó que sí existen casos de empresas que sí han levantado la voz y tomado acciones legales. En el caso de la industria de la construcción se desconoce el porcentaje de firmas, debido a que en lo que va de la administración no han tenido suficiente trabajo.

En este sentido, Roberto Hernández hizo un llamado al sector privado del ramo a dejar los protocolos y poner un alto a los actos de corrupción mediante la denuncia de situaciones concretas ante las autoridades para pelear sus proyectos, pues independientemente de que se ganen o pierdan los litigios, queda la constancia del hecho, lo que hace difícil que una empresa vuelva a ser un blanco fácil para ser víctima de prácticas indebidas.

Por otro parte, Jaime Olaiz González, director de la Licenciatura en Derecho de la Universidad Panamericana, comentó que para reforzar lo anterior, es necesario trabajar en la coherencia e integralidad de las reformas estructurales que se emitieron en los últimos años como es el caso del Sistema Nacional Anticorrupción y la Ley de Transparencia con otras leyes que existen o están en proceso de modificarse como la Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionadas con las Mismas (LOSRM).

Esto para que al momento de implementarse, se corrijan las contradicciones que existen entre dichas leyes e impiden que prosperen las reformas, a fin de materializar el espíritu original de las mismas, que es fomentar el desarrollo, fortalecer el Estado de Derecho, robustecer la economía, entre otros.

"Si nada de eso se logra por las contradicciones que existen entre las leyes mencionadas, entonces las reformas van a quedar como un episodio de transformación legislativa que no operó en la realidad", concluyó Jaime Olaiz.

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Corrupción y soborno minan cimientos

La  corrupción y el soborno no sólo socavan procesos de licitación cruciales que perjudican a las industrias y degradan la competencia, también pueden dejar comunidades enteras sin infraestructura como hospitales y escuelas, afirmó Antonio Luigi Mazzitelli, representante de la UNODC.

El funcionario de la ONU destacó que si no se controla la corrupción y el soborno, serán un grave impedimento para el desarrollo sustentable y la consecución de la Agenda 2030 en todo el mundo.

Ello, porque al imperar ambas prácticas, los países enfrentan escasa inversión extranjera y una reputación denigrada, convirtiéndose en una victoria de corto plazo de pocos que daña a la mayoría.

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Roberto Hernández explicó que en nuestro país la corrupción ha dañado seriamente sectores como el de la construcción, por múltiples factores como la falta de transparencia, de claridad en los procesos de licitación, de autoridades fiscalizadoras independientes y el que las empresas privadas se alineen a prácticas indebidas para tener negocios y no quebrar.

"En el caso de los sobornos, se dice que los funcionarios ya no piden un diezmo a los constructores sino el 15% o 20% del costo total de la obras, cuando ni siquiera la utilidad arroja ese resultado. Las pymes no pueden soportar algo así, ni deben desde el punto de vista de valores", expuso Hernández.

Los vicios

El director del ICC detalló que la industria de la construcción está muy viciada, porque opera sin permisos, autorizaciones, licencias, derechos de uso de suelo, entre otros factores que se convierten en un caldo de cultivo perfecto para que en todos los casos se pueda dar la corrupción. Además de que las licitaciones públicas no son claras o se les impone tiempos y requisitos imposibles que sólo ciertas empresas pueden cumplir.

Al respecto, Jaime Olaiz comentó que es una de las razones por las que algunas obras públicas tienen nombre y apellido.

"El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) reveló recientemente que el 94% de los emprendedores nacionales están conscientes de que el no pagar un soborno o dádiva a los funcionarios implica no poder abrir un negocio, lo que valida el dicho: El que no transa, no avanza", acotó Olaiz.

Sin embargo, el académico dijo que la corrupción no sólo se puede reducir a los casos de peces gordos o pymes dispuestas a pagar para sacar sus proyectos, pues el fenómeno se replica en todos los niveles de la sociedad, desde el alumno que pide al profesor modificar una calificación hasta el que evita una multa de tránsito.

"Estamos frente a una lucha titánica para eliminar el arraigo de la corrupción en la cultura nacional", precisó Olaiz.