En términos generales, la apreciación del peso respecto al dólar ha sido impulsada por los diferenciales de las tasas de interés entre la del Banco de México (Banxico) y de la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglés), además del crecimiento de las remesas, del flujo de inversión al país y los sólidos datos que ha mostrado la economía de Estados Unidos, que alejan cada vez más la previsión de una desaceleración este año.
Pero el efecto no es homogéneo. Las empresas nacionales y extranjeras que tienen una mayor exposición al extranjero se han visto afectadas por la fortaleza del peso.
Estos impactos se reflejan en los resultados financieros del primer semestre de Grupo Cementos Chihuahua (GCC) y Cemex en 2023, empresas mexicanas internacionales que generan más de 50% de sus ingresos en dólares, reportaron un incremento de 15.4% y 11%, respectivamente; sin embargo, si se agrega el efecto de la apreciación del peso, estas ventas se ven impactadas negativamente y representan para GCC un alza de solo 3.3% y para Cemex una disminución de 0.6%.
Los especialistas del sector aseguran que estos resultados han sido compensados por un mejor control administrativo, una estrategia de disminución de apalancamiento que han seguido las empresas del sector a raíz del aumento de las tasas de interés y una reducción en los costos por la disminución de las materias primas a nivel internacional.
“Su enfoque en la optimización de costos, la estrategia de precios y las mejoras de eficiencia demostró ser efectivo, y las perspectivas son prometedoras para el futuro. Los volúmenes todavía se muestran deprimidos por la menor demanda en la mayoría de sus regiones. Sin embargo, el impacto positivo de los precios ha sido más significativo que la caída en volúmenes, impulsando los resultados generales de Cemex”, indica José María de las Rivas, analista de Intercam.
Pero el tipo de cambio parece tener más impactos positivos que negativos en la mayor parte de las empresas constructoras e inmobiliarias del país. Según datos de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), del total de insumos que utiliza el sector, 60% se importa y, de ese porcentaje, el 50% proviene de Estados Unidos. Otro dato relevante es que el monto de importación de los metales industriales equivale a un total de 8,800 millones de dólares, y el valor incrementa si se considera que se comercializan aparatos y equipos a gran escala para el sector, de instalación eléctrica y algunos otros productos que son de consumo final.
Aunque, hay que tener en cuenta que la mayoría de los negocios de construcción pactan sus precios de materias primas en dólares, por lo que si un proyecto tarda hasta cinco años en construirse, se necesitará un flujo constante de insumos y estos precios están fijados desde el inicio.
Sin embargo, los proyectos al término de su construcción pueden abaratarse o encarecerse; por ejemplo, si un proyecto fue pactado en 2020 cuando el tipo de cambio alcanzaba hasta los 24 pesos, ahora que se encuentra en niveles de entre 16 y 17 pesos, el precio final de la vivienda, obra e infraestructura resulta más barata de lo que se estimó al principio; por otro lado, si se tuviera un tipo de cambio por arriba de los 24 pesos, la obra al final saldría más cara por la fijación de precios.
En segmentos como el de la construcción de bienes raíces productivas e industriales, tienen un blindaje orgánico sobre la fluctuación del tipo de cambio, ya que muchas veces este tipo de negocios manejan precios de compra y venta en dólares, por lo que no tienen que ajustar su precio a los movimientos del peso.
David Camposeco, director de Asset Allocation de Principal México, señala que una parte importante de los costos del sector inmobiliario sí que depende de los mercados internacionales, en particular del precio del concreto, varilla y acero, por lo que de apreciarse la moneda mexicana puede existir una ganancia en márgenes, sobre todo en obras grandes.
“Cuando el peso se aprecia, el margen de las constructoras mejora, y cuando el precio (de la construcción final) se deprecia, el margen empeora. De hecho, en 2017, cuando el peso se depreció duro, algunas de las empresas vivienderas de aquella época sí estaban muy preocupadas. Esto porque se les apretaron muy feo los márgenes. Y por la dinámica de cómo funciona el sector de construcción, era muy difícil hacer esta transmisión del precio al consumidor final, y eso les apretaba mucho la rentabilidad”, explica Camposeco.