#QuéPasóCon Acapulco y el Huracán Otis, ¿por qué fue tan violento y cómo ayudar?
La creciente preocupación por el cambio climático y la mayor proliferación de tormentas ultrapotentes han presionado a México, uno de los principales destinos turísticos del mundo, para que ofrezca mejores protecciones, sobre todo a medida que aumenta la población en zonas costeras.
"Porque esto de los huracanes pues va a seguir viniendo", dijo el exsecretario de Turismo Enrique de la Madrid, estas son las tareas que tenemos por delante: "¿Cómo construimos de una manera más inteligente? Y, además, ¿cómo nos sumamos a una política de combate al cambio climático?".
De la Madrid señaló que tras el terremoto en 1985 en Ciudad de México, en el que murieron miles de personas, la capital impuso normas de construcción más estrictas. El resultado fue que 32 años más tarde, cuando otro gran sismo sacudió la capital, los daños fueron mucho menores.
Mientras que Ciudad de México debe actualizar sus normas de diseño estructural cada seis años, el país permite que otros municipios emitan sus propios reglamentos de construcción. Carece de regulaciones nacionales, a diferencia de sus pares regionales.
Un mapa gubernamental de 2019 mostraba franjas de los estados costeros Oaxaca, Tamaulipas y Guerrero -donde se ubica Acapulco- sin ningún tipo de norma. Acapulco sí tiene las suyas.
Después de Otis, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha pedido un análisis de los edificios de la ciudad. Su oficina no respondió a una solicitud de comentarios para este artículo.
Adrián Pozos, un ingeniero estructural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que Otis demostró que las normas de construcción y diseño ya no estaban a la altura.
Pozos estudió el impacto del huracán Odile, una tormenta de categoría 4 que asoló los centros turísticos del estado Baja California en 2014.
Aunque Acapulco sufrió daños mucho mayores, Odile también arrasó con materiales de construcción más ligeros, como paneles de yeso, y destruyó torres de comunicaciones.
Cuando estas piezas se desprenden, los interiores quedan expuestos, lo que causa más daños. Los escombros pueden convertirse en peligrosos proyectiles que golpeen otros edificios, dijo Pozos.
Después de Odile, las normas de construcción de Baja California reflejaron nuevas directrices sobre áreas de debilidad detectadas, como los tejados.
Para evitar desastres, es vital que otras ciudades de playa, como Zihuatanejo, Puerto Vallarta y Cancún, presten especial atención a los elementos estructurales metálicos, dijo. Éstos son propensos a la corrosión por el aire salado, que reduce la resistencia al viento, explicó.
Los edificios necesitan la aportación de los ingenieros estructurales para mejorar la seguridad, añadió, e instó a las autoridades a actualizar regulaciones sobre vientos en las zonas costeras, sobre todo para los edificios de más de 10 años.
Las nuevas construcciones deben estar preparadas para resistir vientos con ráfagas de 329 kilómetros por hora (km/h) que soplaron en Otis, dijo Pozos.
Edificios comerciales, como hoteles y condominios, de algunas zonas de la costa del Pacífico deberían construirse para absorber vientos de 214 km/h como máximo y en Acapulco de 141 km/h, según recomendaciones de un manual de diseño del 2020 de la empresa estatal de electricidad de México.
En Miami, la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles exige que estructuras similares resistan vientos de 290 km/h.