Germán Helera, ingeniero civil y experto en tecnología, ilustró este impacto con un ejemplo: “En la construcción del metro de París, el uso de BIM permitió detectar miles de interferencias antes de que ocurrieran en obra, evitando retrasos y sobrecostos significativos.”
Además, la inteligencia artificial está emergiendo como una herramienta complementaria, ya que pueden analizar contratos, identificar cláusulas problemáticas y predecir riesgos basados en datos históricos. Esto permite ajustar estrategias antes de que los conflictos escalen.
El costo de implementar tecnología como BIM y plataformas colaborativas representa el 0.2% del costo total del proyecto, pero sus beneficios se extienden a lo largo del ciclo de vida del mismo.
“La industria de la construcción debe pasar de usar lápiz y papel a adoptar herramientas digitales que no solo simplifican procesos, sino que también garantizan mejores resultados”, afirmó Roberto Hernández, asesor legal del CICM.
Un cambio cultural necesario
Para que estas estrategias tengan éxito, se requiere un cambio cultural en el sector. La resistencia al cambio, especialmente en países conservadores como México y Chile, es uno de los principales obstáculos.
“La clave no está solo en adoptar tecnología, sino en transformar la forma en que vemos los proyectos. La colaboración debe sustituir a la competencia. Solo así lograremos maximizar los beneficios de estas herramientas”, puntualizó Radovich.
En Chile, la falta de implementación de estas medidas ha llevado a resultados preocupantes: más de 50 contratistas quebraron en 2023 debido a conflictos no resueltos y una carencia de herramientas preventivas.
Beneficios tangibles
Los resultados internacionales respaldan estas prácticas. En Perú, el gobierno ha establecido como obligatorio el uso de estas herramientas en proyectos públicos para 2030, mientras que en Chile, proyectos piloto han demostrado que la combinación de Dispute Boards, gerencia de proyectos y tecnología garantiza el cumplimiento de plazos y presupuestos.
“El reto no es solo construir infraestructura, sino hacerlo de manera sostenible, eficiente y alineada con las necesidades de la sociedad. Esto implica cambiar nuestra mentalidad y adoptar herramientas que ya han probado su eficacia a nivel mundial”, concluyó Mauricio Jessurun Solomou, presidente del XL Consejo Directivo del CICM.