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Taller de Arquitectura, una intervención a los sentidos

El despacho llevó a cabo la intervención de la Sala para personas con discapacidad visual de la Biblioteca México José Vasconcelos.
vie 19 abril 2013 11:49 AM
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biblio_7 - (Foto: Cortes�a Arturo Berm�dez)

Pensada para crear un espacio multisensorial con un énfasis en la sonoridad, la intervención hecha en la Sala para personas con discapacidad visual de la Biblioteca México José Vasconcelos, realizada por los arquitectos Gabriela Carrillo y Mauricio Rocha, de Taller de Arquitectura, fue el resultado de las investigaciones previas sobre las necesidades de estos usuarios.

El proyecto es parte del plan maestro La Ciudadela: La Ciudad de los Libros y la Imagen, de los arquitectos Alejandro Sánchez García y Bernardo Gómez Pimienta; su inversión inicial fue de 20 mdp.

La Biblioteca México contaba, desde 1989, con una sala para invidentes que recibía a 5,000 usuarios al año, lo que la convertía en un espacio insuficiente. Se tomó la decisión de renovarla. Primero se determinó su ampliación de 350 a 510 m2, y se contempló la inclusión de equipamiento de alta tecnología.

Previo a la intervención, cuenta a Obras la arquitecta Gabriela Carrillo, debieron acercarse a las personas, "desde el bibliotecario vidente, el invidente, el usuario invidente, su perro, el hijo…", para entender "cómo potencializar esos otros valores" y para establecer los desafíos de este proyecto.

La participación de Mauricio Rocha fue imprescindible, pues ya tenía el antecedente de la Escuela para ciegos en Iztapalapa, hecha hace más de una década.

De acuerdo con las investigaciones realizadas y con la experiencia adquirida en proyectos anteriores, los arquitectos reconocen que, aunque se trate de una biblioteca para invidentes, 80% de esa comunidad la integran débiles visuales que son capaces de distinguir algunas formas y sobre todo texturas y colores.

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Diseño multisensorial 
El diseño se realizó partiendo del concepto de la percepción, y se pensó, sobre todo, como un contenedor de sonidos. Por ello, el énfasis está en la acústica, explican Mauricio Rocha y Gabriela Carrillo. 

Lo anterior tiene sentido, agregan, pues la naturaleza de los débiles visuales y los invidentes es sonora; ellos "dimensionan el espacio a través del sonido", esto, detalla Carrillo, rompe con el esquema silencioso, que como estereotipo se tiene de las bibliotecas. "Los ciegos tienden a ser aún más eufóricos a la hora de hablar; con el bastón generan golpes, entonces ellos son sonoros en su cotidianeidad".

Se pensó en una estructura metálica recubierta de maderas como fresno y nogal, y de plafones y telas, que logrará el almacenaje del ruido y que permitiera, a la vez, obtener sonidos en lugares estratégicos, como en cabinas o salas para compartir.

"Hicimos un trabajo importante con los acústicos para que se volviera una caja verdaderamente insonora: tiene colchones acústicos en plafón, en muros. Y eso, después explota la sonoridad en otra línea y creemos que va a ser toda una experiencia para el visitante, no necesariamente ciego o débil visual", explica Carrillo.

Cortesía Arturo Bermúdez

Agrega que "hay espacios muy achaparrados, a veces dobles alturas, y entonces, los propios ecos a la hora de hablar y de escuchar esos libros, harán el espacio". 

Además del sonido, el diseño contempla otros terrenos de la percepción incluyendo el visual, el táctil y el olfativo. 

La intervención se realizó en dos crujías, que en algún tiempo pertenecieron a una tabacalera, y lo que se hizo fue aprovechar el espacio hacia arriba, estableciendo una circulación que contempla recorridos sin obstáculos para los usuarios. 

"Es un proyecto conceptualmente reversible: todo lo que hicimos está atornillado y puesto mientras se mantenga como biblioteca para invidentes en respeto absoluto a la lógica original de las crujías", explica el arquitecto Mauricio Rocha.

La planta baja, donde están recepción, vigilancia, sala de espera, guardarropa, ludotecas, cabina de niños, y área de estar para adultos, "debía de ser sin columnas, ya que son un enemigo básico de invidentes o débiles visuales", explica Rocha; "es ahí que se tomó la decisión de trabajar una estructura de marcos que respetan la preexistencia original, de tal suerte que no existen esas columnas hacia abajo, y permiten tener una planta baja más social".

Cortesía Arturo Bermúdez

El primer nivel se reservó como un lugar de encuentro, como ya ocurría, agregando espacios utilitarios como la ludoteca y el área para niños invidentes o no; el espacio no es sólo para la comunidad invidente, sino también para sus familiares y amigos que no siempre comparten esa condición. 

El segundo nivel alberga 12 cabinas de alta tecnología, seis super equipadas y seis de grabación; a las que se accede por el diseño de una circulación perimetral, alrededor de la que se ubican las cabinas, ideadas para el aislamiento acústico y para dar privacidad al usuario. Cada cabina cuenta con un código de reconocimiento distinto establecido a través del mobiliario, las texturas, los materiales y los contrastes cromáticos.

El reto, cuenta Mauricio Rocha, radicó en comprender, desde el entendimiento del usuario (débiles visuales), que por ejemplo, el uso de un color como el amarillo -que es el que pueden ver más- es muy útil, y por eso, con ese tono están subrayados los tránsitos, los recorridos por el canal de bastón o los barandales. 

Escuchar 
Al pensarse como un contenedor de sonidos, se ideó una estructura recubierta con plafones y telas parar lograr el almacenaje del ruido, y a su vez permitirlo en lugares estratégicos; todo con el uso de estructuras aislantes y maderas.

Carrillo precisa que se pensó en "un espacio insonoro para luego invadirlo de sonoridad"; el plan es que los contenidos en braille, que requieren mayor capacidad de almacenamiento, se suplan por libros electrónicos para optimizar el espacio y la oferta de conocimiento. 

Cortesía Arturo Bermúdez

"Tomamos la decisión de que era mucho mejor invitar a artistas sonoros para hacer, en los muros acústicos laterales o en la parte baja de las cabinas, una estrategia de bocinas que ayude a tener experiencias de texturas sonoras", comenta Rocha. 

Lo anterior, piensa el arquitecto, también abriría la oportunidad a los convenios con la fonoteca o con otras instancias, donde los contenidos grabados pueden ser elegidos para escucharlos direccionalmente, y así acceder a libros, música, etc.

Oler
El sentido del olfato también está presente. Se creó un patio de olores ubicado en los dos pórticos exteriores a la biblioteca. Se hizo en colaboración con Jerónimo Hagerman, quien se encargó de que los elementos olfativos ofrecieran sentido de ubicación, algo fundamental en la composición del espacio.

"La parte del pórtico que contiene este jardín de olores, que originalmente era la mitad del pórtico, era tan bonito y el edificio es tan simétrico y claro en sus ejes, que Consuelo (Saízar) dijo 'hagámoslo que se replique en todo el patio', entonces al final, no es un espacio exclusivo de la Sala; tu acceso a todo la biblioteca José Vasconcelos va a ser por este gran patio de olores", relata Carrillo. 

Cortesía Arturo Bermúdez

La idea, agrega, es reforzar este eje central de la Biblioteca junto con el aprovechamiento de la luz natural, para lo que algunos techos se quitaron.

La experiencia olfativa se da por las especies de plantas y flores en los pórticos, con vegetación trepadora de jazmines, romeros, lavandas, que complementan la acción al aire libre con bancas. "Se sumarán así otros 500 metros al espacio que se tenía originalmente", dice Carrillo.

Para tocar
El sentido del tacto, no podía faltar. Todo el espacio está recubierto con maderas que van desde los grandes libreros hasta el mobiliario que se diferencia por colores.

Para distinguir las maderas, unas son fresno, muy claras; y las otras nogal, oscuras. También en las texturas y en los tonos de las maderas hay una distinción que puede ser detectada por el usuario”, aclara la arquitecta.

El mobiliario fue realizado por Cecilia León de la Barra, quien en colaboración con los arquitectos, contribuyó en la armonización de elementos dentro del proceso de creación.

"Incluimos corian, elemento amarillo que es el que va a estar con todas las incrustaciones en braille; cuero que tiene olores y alta durabilidad, y que potencializa esta parte olfativa; además de madera pura y metal. En el fondo, no se ve, sólo se insinúa, está la tela, porque todo esto es un colchón acústico, que destaca este vibrado muy utilizado en las salas de grabación", explica Gabriela Carrillo.

Cortesía Arturo Bermúdez

Los libreros que rodean la sala también poseen la cualidad de ser identificados por su textura, además de ser multifuncionales; sirven para la parte sonora como pequeñas rejillas por donde salen los sonidos; atrás de estos hay bocinas, al tiempo que se usan como gaveteros para instalaciones o para las cajas de los niños en la ludoteca. Todo, con esta distinción en la textura que se va modificando en piso, muros y plafones. 

En lo que se refiere a la iluminación, se pensó en lugares donde la luz que se filtra genera una percepción lumínica y espacial que diferenciará los espacios. 

Las dobles alturas se abren donde hay ventanas, luego la luz se hace penumbras, y eso genera tránsitos y experiencias distintas a partir de la comprensión de aquellas personas con discapacidad visual.

"Eso hace que la luz se vuelva, curiosamente, uno de los grandes aliados, y desde ahí, la capacidad de manejar densidades espaciales. Es como si abrieras y cerraras las moléculas", precisa Mauricio Rocha. 

Innovación sonora
El espacio renovado ahora cuenta con 12 cabinas sonoras, cuatro más de las que se tenían originalmente y que no se utilizaban, pues únicamente se trataba de pequeñas estructuras de tablaroca que dividían el espacio, pero no contaban con extracción de olores ni ventilación, como se prevé que tengan las nuevas.

Las forma en que la arquitectura dialoga con las tecnologías se volvió "una batalla campal", dice Gabriela Carrillo, pues el planteamiento fue que las salas estuvieran extremadamente equipadas, aunque "tal vez ahora no estén al 100%", pero "digamos que todas las instalaciones están listas para que se cablee en un tiempo y se pongan todos los equipos proyectados".

El proyecto, como toda intervención, tuvo presente el sentido de preexistencia, pues se trata de un edificio protegido en el que se tenía que implantar una arquitectura contemporánea sin violar ni sacrificar lo que ya se establecía en la construcción de estas dos crujías, mencionan los arquitectos.

Cortesía Arturo Bermúdez

Además de contar con el mobiliario y el equipamiento, la sala cuenta con buena accesibilidad al quedar más cerca de la calle, ahora con metrobús y no sólo el metro Balderas, como antes. Los espacios más amplios, permiten que los usuarios tengan un acceso más fácil, y el elevador —cuando esté, las puertas amplias y el recorrido que puede hacerse sin temor a cruzar barreras físicas, dialogan benéficamente con las necesidades de la comunidad.

La arquitecta Taide Buenfil, coordinadora académica de la Maestría en Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac, comenta que los requerimientos generales para este tipo de lugares son caminos para bastón, señalizaciones en braile, ampliaciones en pasillos de 1.80 metros a diferencia del común de 1.20, amplio elevador, lo mismo que puertas y accesos que también garanticen el ingreso de personas en silla de ruedas. 

En ese sentido, la sala también cuenta con pisos antiderrapantes, sin dejar a un lado los servicios que se ofrecen como, área de recepción y atención al público, vestíbulo, vigilancia, sala de espera, guardarropa, sanitarios, ludoteca, cabinas de trabajo autónomo, cubículos de grabación, todo con la señalización requerida. 

Esta intervención abre un abanico de posibilidades para cualquier persona, con discapacidad o no. El inmueble genera un espacio de integración de todas las comunidades, como plantean los arquitectos al frente del proyecto. 

"Pensamos que sería increíble tener un espacio que interconecta diferentes capacidades y condiciones en un mismo lugar en lugar de dividir la relación de un miembro colectivo que debería estar más unido", expresa el arquitecto Mauricio Rocha. 

"Tendríamos que luchar en contra de la discriminación ante la discapacidad y buscar la interrelación de las partes", concluye. 

Cortesía Arturo Bermúdez

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