Martí Guixé: El 'ex-diseñador'

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Desde novedosascreaciones de Design Food, hasta el diseño interior y de productos para marcas como Alessi, Authentics, Camper, Corraini, Cha-chá, Imaginarium y Watx, la obra de Martí Guixé refleja un alma cosmopolita. 

Nacido en Barcelona, España, Guixé sabe que es difícil definir su obra como diseñador. No le importan las críticas, lo que le importa es incursionar en casi todos los aspectos del diseño creativo. 

Sobre esta diversidad que le caracteriza Martí comenta en entrevista a Ointeriores que le "interesa trabajar en campos muy distintos y observar las posibilidades de cada uno, así como la idea de mezclarlos. Digamos que soy muy poco técnico, pero conceptualmente me puedo manejar en áreas muy distintas".

Y es que la interacción interdisciplinaria derivada de esta diversidad de campos creativos en los que se mueve Martí Guixé le brinda la oportunidad de trabajar con una riqueza conceptual mucho más amplia. Él no cree en la inspiración, sino en el conocimiento y el aprendizaje. Trabajar con cocineros, ingenieros de alimentos, médicos, lo mismo que con arquitectos, artistas plásticos y mercadólogos le brinda una riqueza singular a sus proyectos.

"De forma muy básica, un diseñador es alguien que soluciona problemas, estilizando la forma de los objetos, pero cada día es más complejo, pues los problemas actuales ya no son puramente funcionales, sino también emocionales, sociales y políticos, de ahí la necesidad de no perder los ojos de la vida cotidiana, del día a día de las personas", comenta. 

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Pero, ¿cómo manejarse entre la diversidad sin perderse en el inmenso mundo del diseño? Martí reconoce que no ha sido sencillo, pero él lo logra haciendo que cada proyecto se centre en un concepto específico, sin importar qué visibilidad o impacto público pueda tener, trabaja con el mismo rigor en todas las áreas. 

En la cotidianeidad 

Sus diseños, instalaciones y performances se han exhibido tanto en forma individual como grupal en importantes escenarios, destacando el MoMA de Nueva York, el Museo del Diseño de Londres o el Centro Georges Pompidou de París. Entre los reconocimientos que ha obtenido destacacn el Premio Nacional de Diseño de la Generalitat de Catalunya en 2007, así como el Design Plus Frankfurt y el Design Award Vancouver, ambos en 2004.

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Pero la fama no le impide que su día a día sea como el de cualquiera: "Me levanto, voy al estudio y trabajo, después regreso a casa y duermo. En estos mmomentos intento viajar un poco menos, para poder concentrarme más en los proyectos que tengo. Podría estar viajando siempre en marcha. Aunque, en teoría, viajar sigue siendo importante, ya que mis proyectos son muy específicos, y mis clientes están muy dispersos, pero necesito parar y encerrarme a crear". 

Milán, la segunda casa

Durante la década de los ochenta y después de haberse graduado en Barcelona, Martí Guixé estudió dos años en la ciudad cuyo nombre es sinónimo de diseño: Milán, la cuna del Made in Italy. Desde entonces, asistir a la Semana del Diseño y al Salón del Mueble se ha vuelto casi una rutina en su carrera. 

Durante todos estos años, Guixé ha observado cambios sen Milán como escaparate para lo mejor del diseño mundial, pero reconoce que sigue siendo difícil para un diseñador europeo consolidar su carrera sin primero haberse posicionado en Milán.

"Aunque todo esté cambiando mucho, me parece que si uno conoce Milán, tendrá una forma distinta de entender el diseño, creará una percepción particular y una forma de entender la industria. Sin embargo, considero que los diseñadores no europeos tendrían que eliminar la referencia, es decir, necesitarían conocer lo que sucede en Europa, pero para hacer todo lo contrario". 

Y es que, a juicio de Martí, la referencia europea ha generado 'clones' en el mundo del diseño, lo que le parece muy peligroso para regiones con potencial creativo y de mercado como América Latina. 

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"En el diseño que no es europeo falta autoestima para lograr un diseño propio. Por ejemplo, cuando estuve en México, observé una riqueza cultural increíble, aunque si salía a bares o restaurantes de diseño, lo que percibía eran copias de lo que uno encuentra en Europa, y no debería ser así, yo creo en el diseño mexicano, pero todavía no termina de consolidarse". 

Y mientras mira su reloj y le llaman para que arranque la presentación de su más reciente libro enfocado en Food Design, Guixé apresura la respuesta pero con el deseo de dejar muy clara su opinión sobre el futuro del diseño mexicano. 

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"No se trata de recuperar las raíces artesanalmente, sino conceptual o culturalmente, es decir, considero que existe una visión de lo que son las formas o los volúmenes, del uso de las cosas o de la percepción del espacio privado o público, que no es igual; entonces, pensar en homogeneizarlo con parámetros norteamericanos o europeos, a mí no me gusta; sin embargo, no veo un potencial muy grande. Hace ocho años pensaba irme a México, pues tenía la idea de querer hacer diseño mexicano, porque me parecía genial, creo que tenía otra energía, una muy particular, y aún no lo he descartado". 

Interesado en la política y el arte, al igual que en las cosas más simples de la vida, Martí divide sus miradas entre Barcelona, Milán, Berlín, París y Londres, las ciudades donde las tendencias del arte contemporáneo se establecen, se discuten y se reconstruyen. Esas ciudades, sus íconos, sus personas y sus estilos de vida son los ingredientes que integran el universo creativo de este ciudadano del mundo, que va por la vida con una sonrisa amable y muchas ideas revoloteando en su cabeza.