Coqui Coqui, una perfumería inspirada en la Belle Époque
"El aroma no necesita intérpretes. Su efecto es inmediato y no lo diluye el lenguaje o el pensamiento, ni necesita traducción", dice la poeta y ensayista neoyorquina Diane Ackerman, autora entre otros del libro A Natural History of the Senses. Por fortuna no opinan lo mismo Francesca Bonato y Nicolás Malleville, y por ello decidieron extender su negocio de perfumería y hotelería asentado en Tulum, Valladolid y Cobá, a la capital yucateca.
En 2011 compraron una casona en el 516 de la Calle 55, en pleno corazón de Mérida, para después contactar a Estilo Arquitectura, firma con experiencia en intervención y restauración de inmuebles históricos.
El gran reto: convertir la primera planta (88m2) en Coqui Coqui La Perfumería, elegante boutique para ofrecer su línea de perfumes con aromas extraídos de la región –framboyanes, cacao, eucalipto, limón– lo mismo que sus tisanas y productos artesanales de piel.
Recrear un universo aromático para el que se necesitaba un espacio idóneo, porque como comenta el propio Nicolás Malleville, "la arquitectura y los espacios hacen todo el trabajo".
Cortesía Coqui Coqui
Estilo Arquitectura, despacho yucateco constituido en 2004 por los arquitectos Atahualpa Hernández, Víctor Cruz y Luis Estrada, llevó a cabo una intervención consciente del valor patrimonial de la casona, por lo que el objetivo siempre fue que la casa no perdiera su esencia.
Se trata de una construcción que data de 1903, edificada durante el porfiriato henequenero, periodo en el que el gusto afrancesado del general Díaz influyó en las clases altas de la época, lo que un estilo que hoy es parte de la identidad arquitectónica de la llamada Ciudad Blanca.
Sin embargo, como ocurre en otras urbes, la modernidad conllevó el crecimiento a la capital yucateca, lo que trajo consigo un abandono del Centro Histórico –el segundo más importante del país en extensión– que devino en el deterioro de numerosos inmuebles.
"Siempre hemos creído que cada lugar tiene su espíritu, su propia alma, y buscamos respetarla. Nuestra tendencia es incorporar algo de diseño contemporáneo donde sea posible, pero cuando lo preexistente es muy fuerte nos dejamos llevar por el flujo del espacio", explica Víctor Cruz.
En el caso de La Perfumería los dueños, Nicolás Malleville y Francesca Bonato, están inmersos en el ámbito del diseño desde otras perspectivas (ella en materia textil y de accesorios de la marca Hacienda Montecristo, y él como paisajista y perfumista, desarrollando en conjunto la oferta de Coqui Coqui La Perfumería), por lo que “tenían ideas claras de lo que deseaban y realmente fueron parte importante de todo el proceso”, según Cruz.
Las modificaciones espaciales a la casona fueron mínimas. En general respetaron las disposiciones que había y solamente se adaptaron para ser utilizadas como espacio comercial.
La intervención se restringió a cuatro cuartos de la planta baja, con el fin de que La Perfumería se sintiera amplia y a la vez se pudiera manifestar toda la belleza de la casa. Originalmente el frente tenía dos espacios que se transformaron en uno dedicado al área de exhibición; otra área se destinó a la boutique, otra más pequeña a la exhibición y degustación de las tisanas, y una más a la parte administrativa.
Cortesía Coqui Coqui
Umbral aromático
Así como se dice que los ojos son el espejo del alma, la puerta puede ser una invitación a conocer mundos distintos, por lo que en La Perfumería, las puertas acapararon mucha atención de los diseñadores.
"Son puertas con historia –dice el arquitecto Víctor Cruz– de hecho nos hemos sorprendido realmente con la carpintería que se ejecutaba a principios de siglo".
La mayoría son de cedro, que es el material más común para construir puertas y ventanas en la península, pero también las hay de pinotea, que es pino tratado, un material actualmente prohibido en Mérida.
En muchos casos tenían capas de pintura de diferentes colores, y tras restaurarlas se pintaron de un gris pálido, a fin de armonizar con el nuevo diseño, detalla el arquitecto.
"Nosotros las llamamos puertas de paquete, las abres y las metes dentro del marco, las vuelves a sacar pero no te estorban. Están diseñadas de tal manera que se ocultan dentro", agrega Hernández.
"Aquí la cuestión central es el olfato, lograr transportar al cliente, al usuario del espacio, a otra atmósfera. Por eso la idea de mantener la puerta cerrada: para que desde que la abren se transporten a un olor específico. Obviamente el cuerpo reacciona a todos los estímulos, lo que ve, lo que toca, lo que oye, lo que come y, por supuesto, lo que huele. Entonces la propuesta era encerrarlo en una cápsula, dentro de una pieza –como se encierra el perfume – y desde que llegara fuera descubriendo los olores para poco a poco ir identificando cuáles eran los aromas que existían en los recipientes que contienen los perfumes".
Cortesía Coqui Coqui
Personalidad de piso a techo
Los pisos tuvieron un papel importante en esta remodelación. "Hubo pisos que tuvieron que removerse de otros espacios de la casona que en ese momento no se iban a utilizar, para colocarse en las áreas que estábamos rehabilitando", detalla Atahualpa Hernández.
Víctor Cruz cuenta que el tipo de pisos es muy usado en la península y parte del trópico. Son pisos hechos a mano mediante un proceso artesanal que se hace con una prensa hidráulica, con pigmentos de color y cemento. "Originalmente eran elaborados en Europa y luego se hicieron fábricas aquí, en México. Nosotros los conocemos como pisos de pasta", explica.
Parte de ese piso ya existía y los que tienen un decorado más elaborado son los que se usaban a principios del siglo pasado.
"Para los que faltaban aquí hay dos fábricas que, con todo el auge que ha habido en el centro, renacieron. Nuestro proveedor fue el dueño de Mosaicos La Peninsular, el Ingeniero Ignacio Durán", dice Cruz.
La Peninsular data de hace 45 años, aunque el Ingeniero Durán la adquirió hace un cuarto de siglo. En ese momento no fabricaban este tipo de pisos, pero como él mismo cuenta, ante la demanda, en 1998 partió de cero, hizo sus propios moldes, algunos réplicas de diseños antiguos, y más adelante con diseños modernos y otros exclusivos para varios de sus clientes.
Cortesía Coqui Coqui
Otro protagonista del proyecto de intervención fue el techo pues, al limpiarlo de las capas históricas de pintura, se pudo apreciar el plafón original que tenía tonos de azul y gris; era un patrón que ya existía y se procedió a rescatarlo, reproducirlo y rehacer el esténcil de los plafones. El resultado es hoy otro detalle distintivo de Coqui Coqui La Perfumería.
Los muros de la casona son de mampostería, una cantera de la región que absorbe humedad –lo que es favorable para el clima de Mérida– a los que se les brindó un acabado a base de richeado, emparche y estuco.
"La técnica tradicional de pintura para estos muros es mezclar el pigmento con cal, pero en este caso ya no recurrimos a ello, sino que utilizamos una pintura vinílica de Comex que es especial para pintar sobre piedra, porque a pesar de que tenga el acabado, el muro necesita respirar", comparte Hernández.
Todos los cristales y la herrería son originales por lo que se trabajó muy de cerca con los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dado el valor artístico e histórico del inmueble y del centro mismo de Mérida.
De 2011 a la fecha, la distribución ha tenido algunos cambios por las actividades que se han incorporado, donde quedaba el área de caja ahora es un pequeño vestíbulo para un café que está en el patio central de la casa, y se rescataron la parte de la escalera y la planta alta, ya que además, ésta ofrece ahora servicios de spa y una suite boutique.
Varios muebles fueron traídos por los propietarios, lo mismo que las perfumeras, que son europeas, dice Cruz. Otros son muebles antiguos que se rescataron, y en el caso del espejo grande, se mandó a hacer copiando las molduras de uno antiguo; la lámpara es otra antigüedad.
"Todo se consiguió en Mérida, hay todavía muchos tesoros y cosas que se pueden rescatar aquí. No hay un mercado muy formal de anticuarios, son prácticamente personas que venden cosas de segunda mano y antigüedades; ya los conocemos y, cuando necesitamos algo recurrimos a ellos", explica Hernández.
Todo el conjunto: el espíritu francés que se rescató de la casona; la fineza de muebles antiguos, tapetes, candiles y vitrinas; los pisos que son alfombras elaboradas a base de mosaicos; así como las exquisitas perfumeras, le dan a La Perfumería una presencia atrevidamente Belle Époque.
Nicolas Malleville, perfumista y dueño de Coqui Coqui, presume: "Tenemos clientes procedentes de Nueva York, China, Roma, Canadá, y uno de los principales comentarios que nos hacen es que la fachada los invita a entrar al negocio". Un acto que, sin duda, los transporta a un universo sensorial e intangible con un toque de nostalgia en cada uno de sus rincones.
Cortesía Coqui Coqui