Si bien la construcción y el real estate no son ajenos a la inflación y a las decisiones monetarias de la Fed y el Banco de México, es importante mencionar que una de las principales características que mantienen activo al mercado inmobiliario es la necesidad de formar patrimonio de toda la población.
Esto no es casualidad. Pese a que México atraviesa por un déficit de vivienda importante, el sector de construcción crece más rápido que la economía nacional, representando un fuerte avance en los precios de los insumos y materiales para construir, impulsando el crecimiento de la Obra Civil.
De acuerdo con un informe publicado a mediados de este año por BBVA , el PIB de la construcción en 2021 fue de 1,082 millones de pesos; 7.2% más que en 2020. Y añade que dicha tasa de crecimiento es mayor a la del PIB Acumulado Total de 4.8%.
Ante ese escenario, y a diferencia de otros vehículos de inversión, el real estate en México es un mercado con una tendencia siempre alcista y de una naturaleza muy diferente al Forex, Bolsa de Valores e incluso las criptomonedas.
Pensemos, por ejemplo, en lo volátiles que son otros mercados. Incluso el de las criptomonedas, que está muy de moda, es un instrumento que tiene variaciones en segundos, y que puede caer en un instante debido a la especulación, con el simple hecho de que un líder de opinión del sector publique un ‘tuit’ desestabilizador.
Los bienes raíces, en la otra mano, son un escenario seguro que brinda protección a tu dinero en épocas de incertidumbre en el que, ante un escenario catastrófico, se tiene la certeza de que se invirtió en algo tangible, que tiene tendencia a incrementar su valor derivado de la plusvalía, y que puede generar flujo de efectivo a través de rendimientos por rentas.
Otro factor importante es la posibilidad de poner a trabajar al inmueble, tanto en el caso de las viviendas como en los desarrollos empresariales como bodegas y oficinas: todos tienen un amplio potencial de ganancias cuando se rentan.