La persona como eje rector, visión de los ganadores del Pritzker 2017
Nota del editor: Esta nota se publicó originalmente en la edición 532 de la revista Obras , 'Construcción inteligente', correspondiente a abril de 2017.
"Ganar el Pritzker es un sueño tan grande que ni nos atrevíamos a tenerlo", dice el arquitecto catalán Rafael Aranda, quien recibió la noticia de que él y sus compañeros del estudio RCR Arquitectes habían obtenido el máximo galardón de la arquitectura mundial.
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Aranda comparte el Premio Pritzker 2017 con sus colegas Carme Pigem y Ramón Vilalta, con quienes está a punto de inaugurar su trabajo más reciente, la biblioteca Waalse Krook en Gante, Bélgica.
Es la primera vez que un estudio catalán obtiene este reconocimiento y el segundo para España, después del obtenido por Rafael Moneo en 1996.
Biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver (2007). Barcelona, España. Conjunto urbano, que recupera una manzana.
"Hemos hecho la arquitectura que hemos creído, en relación con el lugar y el programa de los diferentes proyectos. Una arquitectura que además de dar respuesta a todos los parámetros de uso funcional, intenta hacer sentir a las personas", declara Rafael Aranda en exclusiva para Obras.
"Esta es una de nuestras premisas más importantes, entender a la arquitectura como este refugio y lugar donde una persona tiene que sentir y preguntarse cosas, como decía Barragán, en un aspecto más espiritual. Creemos que la arquitectura tiene que ayudar a esto", afirma.
Los tres arquitectos, originarios de Olot, en Gerona (Cataluña), y egresados de Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés (ETSAV), han trabajado en conjunto desde 1988. Su obra demuestra un compromiso inflexible con el lugar y su narrativa, para crear espacios que están en armonía con sus respectivos contextos.
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Aranda comenta que una de sus premisas es el respeto al lugar donde se planea y se construye: "algo fundamental es saber ver y saber leer".
Explica: "a medida que pasan los años también se tiene que saber leer con el propio cuerpo, sentir lo que un paisaje y un lugar están diciendo".
Museo Pierre Soulages (2014). En Rodez (Francia), nace de una intervención en el jardín Foirail, de 6,600 m2.
E insiste: "La arquitectura tiene que surgir más del concepto. La forma llegará posteriormente. Lo que importa es que responda a los conceptos de un lugar, de un programa y de lo que queremos que sienta la persona en estos espacios".
Los casi 30 años de trayectoria de RCR incluyen el diseño de espacios públicos y privados lo mismo que de lugares culturales e instituciones educativas, donde han plasmado su capacidad para relacionar la obra con el entorno específico de cada sitio.
¿Cómo lo han conseguido? Aranda comparte que se da a partir de un estudio en torno a cómo se han hecho las operaciones y cómo se ha construido en el paisaje, ya sea desde los bancales que configuran las topografías, las construcciones antiguas —como en su paisaje, que tiene la típica masía, la casa de payés—, y de cómo esas piezas a lo largo de los años y siglos han ido situándose y respondiendo al paisaje. "Todo esto hay que entenderlo para aprender a valorar un paisaje, aprender y después responder a él".
Glenn Murcutt, presidente del Jurado del Premio Pritzker, destaca que estos catalanes evocan la identidad universal a través de su uso creativo y extenso de materiales modernos, incluido el acero reciclado y el plástico.
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"La colaboración de estos tres arquitectos produce una arquitectura intransigente de nivel poético, representa un trabajo atemporal que refleja un gran respeto por el pasado, proyectando con claridad el presente y el futuro".
Casa Entremuros. El despacho preservó los muros perimetrales de una edificación histórica y jugó con diversas alturas.
Un ejemplo claro es Laboratorio Barberí (2008), una fundición de principios del siglo XX que se ha convertido en su estudio. Muchos de los restos del edificio original han permanecido, mezclados con elementos altamente contrastantes.
"Todos los proyectos que hemos hecho surgen de una manera nuestra de ser", destaca Aranda.
Diálogo con el entorno
El afán del equipo por conservar o preservar el entorno se debe al alto valor que le dan a este: "nos gusta que nuestras intervenciones sean muy respetuosas y se entienda que forman parte del lugar". Siempre buscamos que la intervención "nos ayude a entender el entorno; no son objetos que se puedan colocar en cualquier lugar. Nuestras piezas responden a este lugar específico", dice Aranda.
En relación con sus aportaciones a la arquitectura, el Pritzker expresa: "No entendemos que rompemos con un modo tradicional de hacer arquitectura; entendemos que precisamente estamos dando respuesta a los conceptos presentes en la humanidad".
Y abunda: "Nos gusta pensar lo que queremos que la persona sienta en un espacio nuestro, siempre desde un aspecto de bienestar, y nos interesa también saber si queremos que esté en un espacio con un componente vertical y estrecho u horizontal, con una entrada de luz o no, ya sea con una materialidad u otra, según lo que queremos hacer sentir. Esto no es romper, esto es la arquitectura de toda la vida".
Atmósfera para sentir
La visión de RCR es que la arquitectura debe enfocarse en las personas y no en los objetos. La arquitectura "nos interesa como espacio vívido", dice el catalán.
Teatro Público La Lira (2011). Ripoll (España). Una pasarela cruza el río y une ambos extremos para llegar al volumen de acero.
Para RCR es importante que la arquitectura sea este espacio donde las personas encuentran paz y un lugar donde replantearse qué papel tenemos en esta vida. "Nos interesa que la arquitectura sea este refugio donde mantener un espíritu y crear una atmósfera para que la persona pueda sentir".
Aclara que no consideran a la arquitectura como negocio, "es una vida, nuestra manera de ser y de relacionarnos", bajo el entendido de que "la buena arquitectura es la que cumple con todas las premisas, creo que tiene que ser funcional".
Y tienen la convicción de que esta disciplina responda a las megatendencias del mundo: urbanización acelerada, sostenibilidad, nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, sea refugio de un ritmo de vida imparable.
"De alguna manera la creación de estos espacios te permite valorar y tener una distancia frente a toda esta globalización que nos rodea. A lo largo de la historia siempre ha habido esta necesidad de recluirse y de tener espacios que ayuden a meditar, pensar, a estar de otra manera sin estridencias, sin grito, con serenidad y con belleza, creemos que esta es nuestra aportación en este mundo".
El mayor motivo de orgullo que ahora tiene la oficina catalana no son las obras en sí mismas, sino haber tenido la oportunidad de realizarlas.
Kindergarten El Petit Comte. Besalú, Girona, España. Una serie de tubos verticales definen su diseño y estructura. FOTOS: Cortesía Premio Pritzker de Arquitectura/Hisao Suzuki
"De lo más orgullosos que estamos es de esta creatividad compartida, esta manera de entender la vida y de la suma de unas personas, que primero éramos tres y después se sumaron más. Es del proyecto de lo que nos sentimos más orgullos".
RCR está integrado por un equipo de entre 10 y 12 personas.
Para Aranda, Pigem y Vilalta, es una inmensa alegría integrarse a esta lista de arquitectos que admiran. "Nos gusta pensar que con este premio ayudamos a entender a muchos jóvenes del mundo que es posible ser reconocidos. Creemos que está bien ayudar a soñar".
"Les digo a las nuevas generaciones que deben confiar en ellos, y que si enfrentan a la creatividad con todo el amor, dedicación y pasión, los resultados van surgiendo. Es posible y nuestro camino es este", concluye Aranda.