Según detalló, todos los años invita a por lo menos 200 personas de todo el mundo a que le digan quién se merece el reconocimiento, o quienes son los profesionales jóvenes a los que se debe mantener en la mira. Además, la directiva recibe correos electrónicos de cualquier arquitecto que quiera mostrarle su trabajo.
Después de una preselección, el jurado viaja para ver en persona las obras postuladas. “El premio se concede a a un arquitecto o arquitectos por un conjunto de obras construidas. No a través de fotos”, dijo Thorne.
Este año, el grupo está compuesto por Barry Bergdoll, Deborah Berke, Stephen Breyer, André Aranha, Kazuyo Sejima, Benedetta Tagliabue, Wang Shu y Martha Thorne.
De acuerdo a lo que observan, analizan la calidad de las construcciones y su contribución a la humanidad. La elección se realiza a puerta cerrada sin influencia de organismos, instituciones o la familia Pritzker.
Algunos de los elementos que toman en cuenta es cómo está el mundo en esos momentos, qué papel tiene la arquitectura y cuáles son los grandes retos a vencer en la industria y sociedad, entre otros.
“Cada año es un poco distinto, eso hace al premio vivo. Pero cada año espero que el mensaje sea claro, potente y relevante”, dijo Martha Thorne. Y agregó que en los primeros años se reconocía a trabajos monumentales y llamativos, pero con el tiempo se han enfocado más en destacar obras que aporten a la sociedad.
El ganador del Premio Pritzker 2019 fue Arata Isozaki, un arquitecto japonés con más de 100 obras en su portafolio; “en su búsqueda por una arquitectura significativa, ha creado obras de gran calidad que hasta el día de hoy desafían la categorización, reflejando su constante evolución y se mantienen contemporáneas en su enfoque”, dijo el jurado al anunciar el reconocimiento.
¿Cómo se elige a un Pritzker?
