El Museo Frida Kahlo, que fuera la casa en donde nació y murió la pintora, atestigua a través de sus paredes la trayectoria de Kahlo. Abierta al público en 1958, cuatro años después de su muerte el 13 de julio de 1954, ha sido un sitio de visita y estudio de las dos figuras que en ella habitaron.
La vivienda fue construida en 1904 en Londres 247 en el centro de Coyoacán, alcaldía de la Ciudad de México y uno de los barrios más antiguos. La edificó Guillermo Kahlo, padre de la artista, y la diseñó a su gusto personal influenciado por la usanza de su época, según la historiadora Beatriz Scharrer: con un patio central y cuartos rodeándolo, además de un exterior con estilo afrancesado.
Kahlo pasó su vivencia y adolescencia en el lugar, la mayor parte del tiempo postrada en su cama debido a un accidente en tranvía que le provocó problemas en la columna durante toda su vida. Después de haber vivido en otras partes de la capital del país y en el etxranjero, regresó a habitar la propiedad con Diego Rivera. Juntos le realizaron diversas modificaciones.
Las más evidentes son el cambio de colores y decoración, pues pasaron a ser mexicanos e incluso prehispánicos. Fue pintada del emblemático color azul, colocaron una fuente en forma de pirámide en el patio central y decoraron las paredes con artesanías mexicanas.
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Otras modificaciones representativas fueron cuando el político León Trotsky vivió con la pareja en 1937. Entonces se tapiaron las paredes, los muros se pintaron de azul y se compró un predio de 1,040 metros cuadrados que ocupa ahora el jardín, para darle al intelectual seguridad ante la persecución que realizaban en su contra, cuenta Hilda Trujillo, directora del museo, en un texto sobre la historia del inmueble.
En 1946 se le volvió a agregar un nuevo espacio a la casa. Diego Rivera le pidió al pintor y arquitecto Juan O’Gorman la construcción del estudio de Frida Kahlo. Fue edificado con piedra volcánica por ser representativa del sur de la Ciudad de México.
El lugar resultó con un estilo funcionalista (característico de los diseños de O’Gorman) y decorado con objetos de arte popular mexicano. Posteriormente Diego Rivera colocó plafones con mosaicos, caracoles de mar y jarros empotrados a las paredes para que funcionaran como palomares.
Finalmente la construcción ocupa 800 metros cuadrados en un terreno de 1,200 metros cuadrados.
En el lugar, arreglado al gusto personal de la pareja, se llevaron a cabo convivencias con figuras representantes de la época del ámbito artístico, político e intelectual, como Chabela Vargas, André Bretón, Tina Modotti, Remedios Varo, Carlos Pellicer, Dr. Atl, José Clemente Orozco, Miguel Covarrubias, Gisèle Freund, entre otras.