En lugar de conservar aislada la casa que pertenecía a la familia Pasos Peña, considerada patrimonio histórico, y edificar otro inmueble adjunto como hotel, el proyecto arquitectónico consistió en fusionar ambas construcciones con dos estilos en comunión.
Al mismo tiempo, conservar la vegetación endémica ya existente fue esencial para el concepto verde como sello distintivo de este espacio de hospitalidad. Dentro de los árboles recuperados del espeso jardín central, el de huaya (fruta tropical de sabor agridulce, redonda y pequeña) ganó tanto protagonismo que dio nombre en maya al hotel: Wayam.
El diseño arquitectónico fue realizado por el despacho meridense Álvaro Ponce y el regio Lol Arquitectos; ambos con la visión de respetar la vegetación e integrar la casa antigua al proyecto.

Es un hotel abierto a la naturaleza, que llena de sensaciones de tranquilidad, con muchos rincones para relajarse, pensado en distintos tipos de huéspedes, reflexiona el arquitecto Álvaro Ponce.
“Escogimos a estas dos firmas porque nos gustaron mucho sus propuestas, decidirse por alguno era difícil, por lo que convenimos que ambos participaran en el proyecto de manera coordinada y funcionó muy bien. Lol Arquitectos integró el diseño urbano, mientras que Ponce impregnó la esencia meridense que puede apreciarse en los pisos, las puertas, los bajareques y las celosías, entre otros elementos de la zona”, explica David Burckle, director operativo de Wayam Mundo Imperial.
Aun siendo un diseño vanguardista que evoca estructuras metálicas, por ejemplo, en las líneas rectas del inmueble y los clósets, recupera la calidez de un ambiente tradicional. En gran parte del diseño de Wayam está incluida la proporción áurea, argumenta el directivo.

Precisamente, uno de los mayores retos constructivos que destaca Ponce son los tapetes de piedra bola de las terrazas, diseñados con base en la sucesión de Fibonacci.