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Rozana Montiel y el collage de su arquitectura

Una de las mujeres con mayor voz en el ramo en México, cuenta cómo se ha preocupado por hacer que esta disciplina no se limite a los planos.
vie 08 septiembre 2023 05:00 AM
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Rozana Montiel y el collage de su arquitectura. (Crédito: @ArchDaily/Twitter)

“Rozana” es un nombre que, al escucharse en el mundo de la arquitectura, por añadidura se menciona el “Montiel”. Una figura que en el país y en el mundo ha cobrado relevancia por ser no un sinónimo de la combinación del arte, el diseño y la consciencia, sino por ser los ojos, manos y boca (femeninas, como todavía no hay muchas en el sector) que los crea.

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La arquitecta, que un día puede estar planeando una instalación de arte, otro diseñando una casa en Valle de Bravo o una vivienda social, y en algunos ratos documentando investigaciones que realiza para hacer más y mejor, poco a poco se convierte en un referente sobre cómo la disciplina debe ir más allá que trazar líneas hasta conformar un plano.

Pero, para llegar a ese punto, Montiel ha transitado por una trayectoria llena de exploración y un conocimiento profundo de su interior y del exterior que la rodea.

Mientras avanzaba en el estudio de su carrera de arquitectura, en la Universidad Iberoamericana, crecía un vacío que sentía respecto a su aprendizaje. “Nunca hice un proyecto social, casi todos tenían que ser un hotel boutique, oficinas, casas… había muy poco encuentro con ese tipo de proyectos”, cuenta desde muy temprano en su oficina, frente a repisas en donde hay flores enmarcadas.

La arquitecta, una de las más relevantes actualmente en México, no se quedó conforme con ese hueco en su formación y dio un paso más lejos de lo que le habían enseñado. Primero, a través de una tesis de licenciatura en la que decidió despegarse de lo tradicional para comenzar a explorar lo que después se convertiría en una de las bases de su trabajo: la investigación multidisciplinaria.

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Su curiosidad se mantuvo y decidió nutrirla con una maestría en Teoría y Crítica de Arquitectura, en la Universidad Politécnica de Cataluña. “Toda la parte crítica y teórica que encontré fue muy importante para mí, porque fue el balance que encontré en lo que yo quería hacer como arquitecta, siempre tener una parte de investigación, una relacionada con otras disciplinas que se pudieran aplicar a los proyectos que diseñaba y viceversa”, explica.

En los años venideros continuó por la misma línea, combinando la investigación con trabajos ya directamente en la práctica, principalmente en proyectos como freelance o en colaboración con otros arquitectos en el mundo, con lo que poco a poco se consolidó en el sector hasta que, en 2008, creó Rozana Montiel Estudio de Arquitectura.

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Una casa propia

En coherencia con el trabajo que realiza, Rozana Montiel estableció su oficina en una casa que perteneció a la artista Nahui Olin, que además de ser pintora, filósofa y poeta, se mantuvo activa en las protestas contra las normas que mermaban la independencia de las mujeres.

“Siempre tuvo interés en trabajar en muchos ámbitos y me interesa mucho que hoy este espacio muestre esa parte del trabajo de varias disciplinas. La parte de abajo es la oficina más tradicional de arquitectura, en donde diseñamos proyectos, y la de arriba es un espacio más experimental para hacer y trabajar con artistas, editamos libros o hacemos exposiciones”, detalla Montiel.

En esta planta alta, la arquitecta ha estudiado y creado sus propias metodologías de trabajo y las ha documentado para después compartirlas, como lo hizo en el libro ‘Los ojos de la arquitectura’, en el que, de acuerdo con el estudio, se exploraron disciplinas cercanas a la arquitectura para analizar las distintas formas existentes de ver el espacio.

“El resultado fue el diseño de utensilios híbridos, que retoman conceptualmente el ‘Atlas Mnemosyne’, de Aby Warburg, y ‘La Mano que Piensa’, de Juhani Pallasmaa, con la finalidad de volver cualitativamente más precisa y eficaz la labor arquitectónica de mirar un espacio”, describe.

O en UH, en donde el texto resulta más bien un collage de anotaciones que se realizaron a lo largo de la elaboración de tres proyectos de rehabilitación, encargados por el Infonavit y que requirieron de investigación enfocada en la vivienda social.

La manera en la que se representa es a través de Post-its, como si se viera de frente el muro en el que el equipo de la arquitecta vierte sus descubrimientos. “El libro es una guía de los textos y subtextos del espacio público en la vivienda social, donde el re-diseño se convierte en un ejercicio de transformación del espacio en un lugar habitable”.

De manera perpendicular, y como prueba de las nuevas formas encontradas sobre cómo hacer arquitectura funciona, en la planta baja se crean proyectos de todas las índoles y que ayudan a que la arquitecta no sea encasillada en una sola rama del diseño, tal y como lo busca.

En 2017 hizo ‘Casa Albino Ortega’, una residencia en Tepoztlán diseñada “a modo de claustro”, como lo define la oficina, debido a que el recorrido del interior y exterior están conectados. De manera orgánica, casi sin dar cuenta de ello, en un momento se está en alguna de las salas, y en otro en la terraza o jardines exteriores.

Está elaborada con piedra texcal que ocupa la mayor parte de la casa y que se combina con madera, lo que permite que se fusione con la naturaleza que la rodea. Además, hay agua dentro y fuera del inmueble “que refresca todos los espacios, los llena de aire y sonidos”, menciona el despacho.

Sobre el mismo escritorio se diseñó ‘Del Territorio al Habitante’, un proyecto que buscó resignificar la vivienda de Morelos “como una Casa-Pórtico, con un gran espacio semi-abierto, techado, multifuncional, rodeado de árboles frutales y vegetación”, describe el estudio.

Para construir este y todos los espacios, Rozana Montiel siempre se plantea hacerlo de la mano de la comunidad, con la firme idea de que no solo se diseña un inmueble o sitio urbano, sino que se modifica todo lo que la rodea.

Hacer comunidad

“¿En dónde diste tu primer beso?, ¿dónde juegas a las escondidillas?, ¿cuál es tu lugar favorito para sacar a pasear a tu perro?”, son algunas de las preguntas que la arquitecta realiza para conocer a las personas para las que hará un diseño. “Busco más lo cualitativo, apuesto a las experiencias, a la percepción. Hago preguntas que tengan una relación más estrecha y cercana a través de lo que yo llamo acciones humanas de muy bajo costo, lúdicas, pero que cambian por completo la percepción colectiva”, dice Montiel.

De esta manera, brinda espacios que realmente son necesarios y crea realidades distintas a través de ellos. Pero este trabajo con las personas es algo que -considera- es poco común. “Se debe enseñar, cada vez más, el cómo abordar a una comunidad, cómo acercarte y relacionarte, qué tipo de interacción vas a tener para poder lograr comunicarte”, agrega la arquitecta.

Es por este elemento y por la parte técnica, que la arquitectura evoluciona de manera lenta. Rozana Montiel, ganadora del premio Voces Emergentes de la Liga de Arquitectura de Nueva York, en 2016, dice que esta disciplina necesita de décadas para demostrar su efectividad, por lo que implementar cosas nuevas es complejo.

“Por ejemplo, a mí me interesa experimentar con distintos materiales, con reciclados o con bambú, no es sencillo porque se tienen ciertas leyes. En la construcción, el material para hacer viviendas sociales debe haber demostrado su vida por lo menos por 30 años, y al ser el bambú muy nuevo no se puede aceptar, pero no hay otra forma de probar su uso”, detalla.

En ese sentido, es importante que haya una conexión entre gobierno y arquitectos, que se conformen grupos de personas que entiendan que un elemento no puede ir separando del otro, sino que todos deben remar hacia el mismo lado.

Es por esto que Rozana Montiel considera que la arquitectura va mucho más allá de construir con tabiques, sino que hace una construcción social, del lenguaje, crea narrativas, “entonces yo no me considero una arquitecta que se mueve en distintas capas que tienen relación con el arte, lo social, lo privado, la investigación. Porque, como arquitectos, tenemos la responsabilidad de involucrarnos en proyectos sociales, tenemos muchos privilegios y pues creo que tenemos que de verdad meternos porque hace muchísima falta todo tipo de proyectos”, menciona.

Esta forma de verse como arquitecta hace que su labor sea parte de quién es. Que no se despegue de ella ni los domingos cuando prepara el desayuno con su familia antes de ir a un museo, en donde constantemente encuentra nuevas maneras de crear y que al día siguiente llevará a su oficina y desarrollará.

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