En el centro del país, el escenario es mixto. En Querétaro, la obra pública se mantiene en pausa durante los primeros meses de 2025, lo que generó una disponibilidad momentánea de mano de obra.
Sin embargo, la situación podría cambiar en cuestión de semanas. “Sí hay forma de acceder a mano de obra local, pero en cuanto comience el tren y las viviendas aumentará la demanda”, dijo Álvaro Ugalde, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) en el estado.
A la ejecución de obras al mismo tiempo se suma que parte del personal que trabaja en Querétaro proviene de entidades cercanas como el Estado de México, Puebla o Tlaxcala, ya que la mano de obra local ha disminuído con el tiempo.
Las nuevas generaciones se dedican menos a la construcción y muchas zonas tradicionalmente proveedoras de manos de obra, como Tequisquiapan o Santa Rosa Jáuregui, ahora tienen presencia marginal.
Las consecuencias
Uno de los efectos más inmediatos es el incremento en los salarios. En los últimos tres años, el costo de la mano de obra en la zona metropolitana de la Ciudad de México aumentó alrededor de 30%, pero en regiones del norte y del sur, donde se ofrecieron mejores pagos para atraer personal, el alza fue mayor.
Un ayudante de obra, que en condiciones normales gana entre 2,500 y 3,000 pesos semanales, llegó a percibir hasta 6,000 pesos durante el pico de la construcción del Tren Maya, según el testimonio de Valenzuela. Los salarios del personal con más experiencia también se elevaron en proporción.
Los empresarios del sector reconocen que, más allá de la inflación laboral, el mayor riesgo es no contar con el personal necesario para cumplir con los calendarios de obra. La escasez de trabajadores capacitados no sólo detiene proyectos, también obliga a improvisar, contratar sin filtros o asumir costos adicionales. “La mano de obra más cara es la que no tienes”, dijo Valenzuela.
Pero la escasez no se limita al número de trabajadores. También hay un déficit de personal capacitado.
El sector enfrenta un reto generacional: la mayoría de quienes siguen en la obra son personas mayores de 40 años, mientras que los jóvenes no consideran los oficios como una opción de largo plazo.
Este desinterés también se vincula a la alta informalidad del sector, que mantiene fuera del sistema a buena parte de los trabajadores, sin acceso a prestaciones, contratos o estabilidad laboral.
El problema, de acuerdo con la CMIC, no es sólo cuántos trabajadores hay disponibles, sino en dónde están localizados. Las obras previstas para los próximos años se distribuirán por todo el país y eso implica trasladar o movilizar grandes grupos laborales.
La migración interna no es nueva, pero se vuelve más intensa. Con la llegada de nuevos megaproyectos, los trabajadores especializados o con experiencia tienden a seguir la ruta de las oportunidades.
Incluso, se detectó la participación creciente de migrantes internacionales en obras de alto volumen. “Se está contratando a gente inmigrante. Me ha tocado ver gente de Venezuela, de Cuba, que se ha quedado a trabajar aquí”, explicó Óscar Valenzuela, gerente general de Materiales San Cayetano Express.