El panorama, que en 1952 cuando se inició la construcción de la base militar contenía a los lagos de Xaltenco y Zumpago, sólo se interrumpe en el horizonte por dos cerros que cambiaron por completo el diseño de la obra, presentada originalmente por el equipo del ingeniero José María Riobóo. Se trata del cerro Paula y la Sierra Guadalupe que se encuentran al este y oeste del terreno.
El proyecto original, para el que se calculaba un presupuesto de 70,342 millones de pesos, consideraba dejar la Base Militar en su sitio y sólo agregar dos pistas comerciales y la terminal de pasajeros. Sin embargo, cuando la Sedena tomó la dirección del proyecto y se realizó la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), se descubrió que las dos elevaciones obstaculizaban las operaciones.
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Por ello, el equipo de la Sedena, dirigido por el general Gustavo Vallejo, determinó cambiar el plan original: movió la Base Militar y recorrió las pistas comerciales. Esto hizo aún más grande el reto de construir el aeropuerto: se necesitaría más presupuesto y más acciones que hacer en el mismo tiempo, por lo que el ahorro y la precisión se volvieron fundamentales, cuenta Gustavo Vallejo, en entrevista con Obras y Expansión.
La configuración del proyecto causó dudas acerca de su realización. Las dificultades técnicas parecían muchas y el clima político, en el que las opiniones se dividían acerca de la cancelación del NAICM o no, polemizó el inicio. Además, la promesa de una pronta inauguración desalentaba aún más el optimismo respecto a su realización. Sin embargo, la Sedena aceptó el proyecto con todas sus complejidades.
La solución consistió en hacer frentes que trabajaran de manera simultánea y con direcciones independientes, pero coordinadas. Además, se sobrepusieron las etapas de la obra federal para reducir tiempos.
“Normalmente, la fase de planeación es donde están todos los estudios previos. Después hay una fase de diseño de estas instalaciones. Terminando el diseño, viene la fase de construcción; y terminado el procedimiento de construcción, viene una fase de preparación operacional del aeropuerto. Hoy estas cuatro fases no son secuenciales, están superpuestas, pero también la propia ley lo contempla. Las grandes obras de ingeniería pueden iniciarse aún con los estudios mínimos necesarios para poder realizarse durante el tiempo determinado”, explica Gustavo Vallejo.
El cambio de los planes también influyó en que el gobierno adquiriera terrenos aledaños que funcionen durante esta etapa como amortiguamiento acústico para la comunidad que vive en el perímetro. Y posteriormente, en las siguientes etapas, ese espacio servirá para ampliar el aeropuerto. Se proyecta que el desarrollo total del AIFA se cumpla en 2052. Para entonces, podrá atender a 84.9 millones de pasajeros al año.
