“El Tren Maya es ancla, pero si no se promueven otros mecanismos, no vamos a avanzar tan rápido. Hemos desarrollado un análisis de diferentes microregiones para entender las potencialidades (...) y viene una fase muy importante que es establecer una cartera de desarrollos e inversiones de diferente origen como el sector agropecuario y ambiental que pueden avanzar en aprovechar el Tren Maya”, agregó Elkin Velázquez Monsalve, director regional para América Latina y el Cribe de ONU Hábitat, institución que colabora en el proyecto.
Las apuestas
La actividad que resultará competitiva y rentable para habitantes de la región será el cultivo de alimentos orgánicos, consideró Jiménez Pons.
“No será agricultura masiva, será pequeña, en la que si bien, el producto tiene la desventaja competitiva con los procedimientos técnicos de la agricultura moderna, algo que podemos aprovechar es la orgánica, que tiene alta demanda en los mercados altamente turísticos de las nuevas generaciones”, explicó.
Algunos de estos productos serían la miel melipona, que además contribuye a la ecología de la región, los huevos de gallina de libre pastoreo, entre otras “todo tiene un valor en el mercado que es más caro y puede subsanar esas diferencias de rendimientos”.
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Para llevar a cabo esta estrategia, Fonatur trabaja con la ONU Hábitat y un consejo intersecretarial en el que definen los ejes que quieren seguir las comunidades para potencial las actividades económicas que realizan, además de plantearse crear infraestructura para apoyar las operaciones-
“Esto significa centros de acopio, cadenas de acopio y toda una serie de cuestiones” dijo Rogelio Jiménez Pons, director de Fonatur. Y agregó “para mí, la infraestructura de desarrollo que va a repercutir más en beneficio de toda la población serán los programas agroalimentarios”.