Cuando las ciudades del país se diseñaron se pensó en un solo sujeto neutro, que con el tiempo ha demostrado que no ayudó a incluir a toda la población en la dinámica de las ciudades y, al contrario, ha sido incluso hostil con algunos sectores de la población.
Inclusión con diseño universal: la transformación que necesitan las ciudades
Las deficiencias de planeación se han notado y desde la década de los 60 se ha comenzado a pensar en cómo corregirlo, pero los avances van a pasos lentos, por lo que en este cambio de gobierno a nivel nacional y local, como en la Ciudad de México, hay una buena oportunidad para poner las cartas sobre la mesa.
“La inclusión del diseño universal es el enfoque que deberían tener todos los gobiernos y en ese sentido visibilizar a todo tipo de personas que habitan”, comenta Taide Buenfil, arquitecta consultora en accesibilidad.
Esta manera de pensar el entorno va más allá de mejorar el desplazamiento. La experta habla de la accesibilidad como un “derecho de llaves”, porque influye en ejercer el derecho a la vivienda, educación, cultura, trabajo y a la recreación. “Ayuda a ejercer todos los demás derechos que están en la Constitución para que todos los ciudadanos, entonces, hablemos de inclusión, pero con un enfoque mucho más amplio”, agregó la especialista.
Pero este es solo uno de los beneficios que traería el diseño universal a las sociedades y que no han sido incluidos en los discursos políticos de las campañas en las elecciones a la capital del país.
De acuerdo con Buenfil, cambiar el diseño de los espacios permite a las personas tener efectos hasta económicos. Cambiar el diseño de las ciudades para hacerlas más accesibles, adecuadas, seguras y confortantes, beneficia a gran parte de la población. 52% de los habitantes del país son mujeres, 11% son de la tercera edad, y 5% cuenta con alguna discapacidad.
“Si empezamos a sumar cuántas personas muchas veces quieren ir a un lugar o pueden porque el entorno te está limitando, vemos un mercado que se olvida y se deja afuera”, apunta Buenfil.
Avance limitado
Por ley, desde 2011 en el país hay una ley para la inclusión de las personas con discapacidad, las medidas se implementan más por cumplir que por convicción.
“He visto muchos edificios que incluyen elementos de accesibilidad, pero no se analiza cómo van a llegar las personas, por ejemplo, al baño, aunque cumpla con tener uno para personas con discapacidad. O muchas veces se usan como almacén”, agrega la experta.
Además, se suele tener una visión de que estas adecuaciones a los lugares interiores o exteriores son solo un gasto, por lo que no se llegan a consolidar las estrategias de inclusión, cuando la realidad es que es una inversión para que todos puedan ser sujetos de derechos y obligaciones.
“Ahorita tirar la ciudad sería imposible, pero se pueden hacer adecuaciones cuando vamos a hacer una remodelación, adecuaciones que trabajen con base en una realidad en lo que es nuestra ciudad y construir y hacer todo lo necesario es muy valioso. Si logramos ciudades que sean amables y confortables también vamos a tener una sociedad mucho más incluyente una sociedad más valiosa”, dice.