Atlantis en la Ciudad de México pasó de ser uno de los lugares más famosos a convertirse casi en un mito. Durante años, sólo quienes frecuentaban la zona poniente de la Ciudad de México podían confirmar que sí había una huella que hablaba de su existencia: unos muros pintados sobre calle Diez en la alcaldía Miguel Hidalgo, con el logo del parque acuático, conformado por el mar, un sol, una foca y un delfín, que cada vez era menos perceptible por el descarapelamiento de la pintura.
De Atlantis a Parcur, el espacio que la juventud convirtió en skatepark
Poco a poco, jóvenes curiosos comenzaron a saltar el enrejado que rodeaba al antiguo estacionamiento, que también era compartido por El Rollo, y notaron que las albercas abandonadas, en donde antes los animales acuáticos permanecían encerrados o los citadinos nadaban, podían servir para algo más.
A través de grafitis, bicicletas y patinetas, las ruinas tomaron una segunda vida y la infraestructura del lugar se convirtió casi en un parque, en donde las fosas y curvas se convirtieron en lugares ideales para practicar deportes sobre ruedas.
Esta reapropiación por parte de los citadinos fue lo que inspiró al gobierno federal a que cuando se decidió rescatar la zona, como parte de la tercera sección del Bosque de Chapultepec, la esencia de los jóvenes como “dueños” del lugar se mantuviera.
Por lo que en febrero de 2022, cuando después de una intervención el antiguo Atlantis se inauguró como Parcur (Parque de Cultura Urbana), las albercas continuaron siendo pistas de skate, y los muros siguieron tapizados de murales y firmas de quienes habían hecho suyo el lugar.
Un nuevo parque skate en la ciudad
Las obras que se realizaron en el lugar fueron principalmente de rehabilitación. Con la estructura de las albercas se hicieron skateparks con concreto reforzado y pulido, para que las ruedas pudieran deslizar.
Hay dos bowls tamaño olímpico para practicar de forma profesional, y uno infantil con 60 centímetros de profundidad.
También se agregó un sistema de drenaje para evitar encharcamientos e inundaciones y algunos lugares se habilitaron para dar clases o como camerinos, ya que instalaciones antiguas, como la alberca de olas, han servido recientemente para eventos musicales.
En estos espacios, los semilleros creativos dan clases de graffiti, circo y danza aérea. Además, cualquier organismo que quiera organizar un evento en el lugar puede ponerse en contacto con la Secretaría de Cultura a través del Centro Cultural Los Pinos para gestionarlo.
A pesar de que las autoridades han tomado el timón de las actividades en el lugar, Alejandra Frausto, titular de la dependencia, dice que son los jóvenes quienes realmente le dan vida al espacio de 20,832 metros cuadrados.
En un recorrido dado a medios de comunicación, la secretaria dice que todas las semanas los muros son diferentes. “Estos graffitis no estaban la semana pasada. Es que son ellos quienes vienen y se organizan para decidir qué pintar, ellos lo hacen cuando quieren”, comenta.
La entrada a Parcur es gratuita y se puede realizar todos los días las 24 horas del día, aunque la mayoría de actividades se concentran los fines de semana. El espacio se ubica en Avenida Ignacio Zaragoza 224, Bosque de Chapultepec, III sección.
En el mismo lugar se puede acceder a Serpientes y Escaleras, un corredor de senderismo y un circuito de bicicleta de montaña ubicados en la cañada de la zona.