En este contexto, cada año mueren en promedio más de 2,700 peatones en siniestros de tránsito y 910 menores de entre cero y 19 años pierden la vida por causas relacionadas con atropellamientos.
Una inversión pública centrada en el automóvil
La situación actual está en parte determinada por cómo se han distribuido los recursos públicos.
Entre 2013 y 2017, el 74% del presupuesto federal etiquetado como movilidad sostenible se destinó a infraestructura para vehículos, mientras que menos del 10% se asignó a banquetas, según datos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).
Al mismo tiempo, una cuarta parte de las calles del país se usa como espacio para estacionamiento de vehículos privados.
La guía señala que esta orientación ha tenido consecuencias: “La priorización de la movilidad motorizada ha creado una serie de efectos negativos como pérdidas de tiempo en el tráfico, contaminación y deterioro de la calidad de vida”, además de dejar de lado a quienes se desplazan a pie o con ayudas técnicas.
La catalogación de recursos para movilidad sustentable desapareció de los paquetes económicos posteriores. Mientras tanto, la inversión centrada en la urbanización se reduce. En 2021, se planearon 5,278 millones de pesos, en 2022 la cifra creció a 7,812 mdp, para en 2023 reducirse a 5,686 mdp, 3,656 mdp en 2024 y la misma cantidad para este año.
Las condiciones de las banquetas
Incluso donde existen banquetas, su estado es deficiente. En muchas ciudades se observan pavimentos rotos, pendientes inclinadas, registros abiertos, obstáculos fijos o móviles y automóviles estacionados sobre ellas.
Esta situación se convierte en un riesgo directo para la integridad de las personas, indica el estudio.
Según el Informe sobre la Prevención de Accidentes en Grupos Vulnerables 2021, publicado por el Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (STCONAPRA) en 2024, las caídas en la vía pública ocasionaron más de 2,100 muertes y más de tres millones de lesiones accidentales en México durante ese año.
Los grupos más afectados por la mala infraestructura peatonal son los que ya enfrentan barreras en su movilidad cotidiana: adultos mayores, personas con discapacidad, niños y personas con ingresos bajos.