Elecciones, el mejor momento para impulsar las cooperativas de vivienda

Beatriz García-Peralta, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuestiona sobre cómo las mismas decisiones del pasado podrían dar mejores resultados en el futuro. Y plantea que es momento de poner en práctica un modelo que ha dado buenos resultados en las ciudades más caras del mundo: la cooperativa de vivienda en alquiler.

Este año, la medalla de plata al Premio Mundial del Hábitat se la llevó La Ciguë, una iniciativa de cooperativa de vivienda para estudiantes en Ginebra, que ha creado más de 740 habitaciones dentro de la ciudad con un precio 55% más barato que los alquileres del mercado.

Todo inició luego de que en 1980 se desataran protestas por los altos precios de la vivienda, lo que en 1986 provocó charlas con el gobierno municipal, lo que le permitió a La Ciguë arrendar propiedades (principalmente vacías o del gobierno) a precio asequible para administrarlas y sub alquilarlas a sus miembros. Pero después, se comenzaron a negociar rentas también con organizaciones de vivienda asequible y con propietarios privados.

Esto tiene particularidades, ya que no se destinan las propiedades al sector más marginado de la población, sino exclusivamente a estudiantes, por lo que tienen que estar inscritos en alguna institución para acceder a la vivienda y usar los espacios mínimo un año y máximo cinco.

García-Peralta, académica de la Facultad de Arquitectura, comenta que en México, en especial en la capital del país, se deberían también realizar iniciativas para distintos sectores de la sociedad, ocupando inmuebles deshabitados o predios no explotados, con distintas fuentes de financiamiento.

La especialista explica que en Suiza para construir inmuebles se utilizan fondos de pensión, del que se paga la tasa de interés como alquiler. Y al mismo tiempo, los habitantes ponen recursos para el mantenimiento y gastos del inmueble.

“Entonces no sería descabellado que aquí en el país las Afores también pusieran capital para construir y establecer reglas en el suelo y el manejo de los inmuebles. Como contratar a constructoras por concurso”, dice la experta.

En México, antes se ha intentado implementar. En la alcaldía Álvaro Obregón se planeó Lomas de Becerra, una colonia pensada por Hannes Meyer, un director de la Bauhaus que llegó a México después de la Segunda Guerra Mundial y que después de estar en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) fue director de Proyectos de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS).

Su idea era crear vivienda para obreros que trabajaban en la zona y que fuera financiada de manera parcial por las compañías empleadoras, esto respaldado con una reforma a la Ley del Trabajo que manifestaba que toda empresa de más de 100 trabajadores debía ofrecer alojamiento a sus colaboradores.

Los apartamentos debían tener un tamaño mínimo para garantizar que hubiera suficiente espacio para desarrollar actividades, además de infraestructura, corredores verdes y amenidades para mejorar su calidad de vida y espacios para fomentar la convivencia. “Hasta había estudios de cómo debía entrar la luz a las recámaras y la manera en la que se debía iluminar la vivienda en las mañanas”, dice García-Peralta.

Pero después de dejar la Secretaría, el proyecto quedó encajonado y en su lugar se construyeron las unidades habitacionales Miguel Alemán y Benito Juárez.

En la actualidad, los esfuerzos por implementar las sociedades cooperativas son pocos, a pesar de que hay un respaldo jurídico. En México existe la Ley de Vivienda y la Ley General de Sociedades Cooperativas que respaldan su creación y administración.

En la Ciudad de México, también está la ley de Fomento Cooperativo en donde se incluyen este tipo de esquemas e incluso está establecido brindar beneficios fiscales y apoyos económicos a las cooperativas que atiendan a sectores vulnerables, pero de acuerdo con la especialista de la UNAM, la idea de la propiedad privada ha puesto un poco el pie a la difusión y organización de estas alternativas.

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En la capital del país es conocida la Unión de Vecinos de Palo Alto, en Santa Fe, que nació de la organización de trabajadores que iban a ser desplazados de terrenos luego de 30 años de pagar alquiler por casas de cartón. En la actualidad la sociedad se encuentra en un limbo legal y en la división de sus habitantes quienes, algunos, buscan vender su terreno y vivienda (acción no permitida, a menos que se disuelva la cooperativa).

En Ecatepec se encuentra la cooperativa Mitzu, creada en 1985, en donde 650 socios comenzaron con la producción de vivienda social en tres cooperativas. En la actualidad son ocho con una oferta de 2,500 viviendas.

El caso más reciente es el de la Cooperativa Xochiquetzalli para la población LGBTQI+, que en 2021 recibió su constitución legal. Actualmente están a la espera de reuniones con las alcaldías para recibir alguna donación de terreno o venta a bajo costo, mientras los 25 integrantes que la componen trabajan en reunir los recursos para construir sus inmuebles.

Fuera de la capital hay más ejemplos, como Tosepan, en Puebla, y Cooperativa de Vivienda La Cruz Azul, aunque todas son bajo el esquema de adquisición de propiedad. Si se estableciera el alquiler, dice la experta, se permitiría la movilidad y aseguraría que las viviendas mantuvieran su estatuto con el paso del tiempo.