A corto plazo, podrían generar incertidumbre y afectar tanto a las familias receptoras de remesas como a las economías locales que dependen de estos flujos.
De hecho, aunque sus efectos todavía están en “veremos” el discurso ya ha comenzado a impactar. Arturo Valladares, fundador y director general de Construmexusa, empresa que facilita la edificación de viviendas en México desde Estados Unidos, cuenta que en las remesadoras, en donde la empresa hace contacto con sus clientes, la afluencia de personas ha bajado.
Desde que empezó todo esto de Trump, se percibe que hay gente que ya se está yendo porque saben que pueden perder todo si son deportados
Arturo Valladares, Construmexusa
El peso de las remesas en la construcción mexicana
Más de 60,000 millones de dólares ingresan anualmente a México en forma de remesas, un flujo financiero que tiene un impacto directo en la economía nacional y, de manera particular, en la construcción de vivienda.
Tan sólo en noviembre del 2024, los ingresos por remesas provenientes del exterior fueron de 5,435 millones de dólares, de acuerdo al Banco de México.
Aproximadamente el 20% de estos recursos se destina a la construcción, remodelación o ampliación de hogares, de acuerdo a un estudio realizado por el gobierno de México de 2017 al 2019.
Este modelo es especialmente importante en estados como Michoacán, Guanajuato y Jalisco, donde las remesas representan un motor económico.
Por lo que el conjunto de políticas afectaría en niveles sociales, locales, sectoriales y hasta nacionales. "(El nuevo impuesto) mermaría el recurso disponible de las familias para producir, construir, ampliar o mejorar su vivienda", explica Oscar Montoya, gerente general de San Cayetano Express, una empresa enfocada en el sector de materiales para la construcción.
En México, el 64.1% de las viviendas son autoproducidas, un modelo que permite a las familias construir sus hogares de forma gradual, según sus posibilidades económicas. Este proceso, aunque lento, es una solución viable para quienes no tienen acceso a créditos hipotecarios tradicionales.
"Un mexicano promedio tarda hasta 20 años en terminar una vivienda, según datos de Hábitat para la Humanidad", comenta Oscar Montoya, de materiales San Cayetano. La falta de recursos hace que las familias comiencen con un cuarto multifuncional y amplíen su vivienda a medida que reciben más ingresos, muchas veces provenientes de las remesas enviadas por sus familiares en el extranjero.
Este modelo de construcción es particularmente común en comunidades rurales y semiurbanas, donde las remesas no solo financian la construcción de viviendas, sino también representan una vía para mantener un vínculo con las raíces familiares. "Siempre tienen el corazón de México, sueñan con regresar", comenta Arturo Valladares.