Santa Fe, de hub corporativo a zona desconectada en la CDMX
La planeación de Santa Fe, enfocada en los vehículos, dejó de lado a los trabajadores que todos los días destinan horas para llegar al corredor de oficinas en el poniente de la ciudad.
Una de las zonas más emblemáticas del desarrollo corporativo en la Ciudad de México enfrenta hoy una crisis de movilidad y ocupación que cuestiona su viabilidad como centro de negocios y desarrollo urbano: Santa Fe.
En esta área corporativa, ubicada poniente de la CDMX, empleados y habitantes luchan día a día contra vialidades saturadas y un sistema de transporte que no termina de llegar al área de oficinas, mientras los espacios para trabajar se vacían.
De acuerdo con cifras de la consultora Solili, Santa Fe tiene una tasa de disponibilidad de 26% en espacios corporativos. Este nivel de desocupación se considera poco saludable para el mercado y es mucho mayor a otros segmentos inmobiliarios.
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El sector industrial, por ejemplo, mantiene una tasa de desocupación cercana al 5%, mientras que en el comercial no supera el 10%, de acuerdo con los reportes trimestrales presentados por las Fibras , el cuarto trimestre de 2024.
Pero esta no fue la realidad de la zona. Su historia, que comienza con la transformación de un basurero en uno de los desarrollos inmobiliarios más importantes del país, tuvo una serie de altibajos urbanísticos que la posicionan en una encrucijada frente a un futuro incierto ante los cambios en los patrones de trabajo post-pandemia y los persistentes problemas de conectividad.
La transformación de Santa Fe
Durante la época colonial, el actual pueblo de Santa Fe era un camino hacia Toluca, con terrenos de pastoreo y actividades mineras donde habitaban comunidades indígenas.
En 1532, Vasco de Quiroga construyó un hospital que conformó el pueblo, para atender no solo asuntos de salud sino también de cultura y religión. Cinco años después, el virrey Antonio de Mendoza instituyó formalmente el pueblo, separándolo de San Pedro Cuajimalpa, Santa Lucía y Tacubaya.
Tras un periodo de crecimiento e importancia con la construcción de un acueducto, la zona sufrió durante la Revolución al ser dominada por zapatistas con enfrentamientos constantes, lo que provocó el abandono de muchos habitantes.
Los terrenos desocupados atrajeron a empresas mineras, pero cuando estas cesaron operaciones en los años 50, el gobierno convirtió la barranca en un basurero. En los 80, el basurero cerró y la delincuencia creció hasta que en 1982 la Universidad Iberoamericana construyó su sede en terrenos donados.
Este desarrollo universitario atrajo constructoras y empresas para satisfacer las necesidades de los estudiantes y a las familias que se establecían en la zona con una oferta de vivienda del segmento residencial.
En 1993, un centro comercial, desarrollado por Grupo Dine, consolidó la oferta de servicios.
Foto antigua del basurero de Santa Fe, hoy una de las zonas mas exclusivas de México. 😮 pic.twitter.com/AxItMMLFHC
En 2012 surgieron lineamientos para el desarrollo ordenado de Santa Fe, con el objetivo de descongestionar áreas saturadas como el Centro Histórico y Polanco.
Se establecieron densidades de población, áreas de viviendas y límites de avenidas, con el primer programa de este tipo en la Ciudad de México y una estructura urbana basada en micro, macro y pericentro, con la promoción de edificios de, mínimo 36 metros de altura, en el macrocentro.
Su auge se debió, en gran medida, a una constante actividad inmobiliaria corporativa, impulsada por empresas multinacionales, bancos y firmas tecnológicas que encontraron allí un espacio para establecer oficinas y sedes regionales.
Este crecimiento fue apoyado por importantes obras viales, como la Supervía Poniente y el segundo piso del Periférico, que mejoraron la accesibilidad.
Sin embargo, el éxito de Santa Fe generó retos en materia de infraestructura urbana, debido a las deficiencias en transporte público y la constante saturación vial.
Santa Fe se encuentra a 300 metros.(Diego Simón Sánchez)
El declive corporativo y su relación con la movilidad
Elizabeth Prudencio trabajó durante casi un año en Santa Fe. El tráfico para llegar y los gastos de traslado la hacen no querer regresar a laborar al lugar.
“Fue la primera vez que trabajé en Santa Fe y yo creo que la última (...) Si ahorita me apareciera una nueva oferta para allá, la verdad me la pensaría. Creo que solo la aceptaría si estuviera ya muy desesperada, porque sí es muy pesado ir para allá”, comenta.
A pesar de que trabajaba de manera presencial solo tres días a la semana y se trasladaba de la colonia Narvarte, el desgaste para llegar era mucho.
Cuenta que tardaba hora y media de ida, lo mismo de regreso, cuando viajaba en automóvil, lo que le representaba un gasto de entre 400 y 500 pesos semanales en gasolina.
Cuando no usaba su vehículo, optaba por el autobús privado de la empresa que partía desde distintos puntos de la ciudad. Aunque era más sencillo utilizarlo, ya que no batallaba con encontrar la manera de viajar, también implicaba pérdida de tiempo que consideraba valioso para otras actividades.
Para ella, el transporte público era una opción poco viable, debido a que la estación Observatorio del Metro está a 3.5 kilómetros lineales que, en vehículo, se traduce a 4.5 kilómetros y en 40 minutos en autobús.
Actualmente, se encuentra disponible la estación de Cablebús Vasco de Quiroga, en el pueblo de Santa Fe, por lo que acercarse al área corporativa implica tomar un medio de transporte más.
Santa Fe fue pensado para desahogar la zona central de la capital del país.(Victoria Valtierra Ruvalcaba)
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Esta falta de conectividad no solo su percepción. El Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), calificó a Santa Fe con un grado de marginación de infraestructura de 72.1% para el transporte, lo que refleja las pocas opciones para moverse en la zona y las casi nulas opciones para peatones.
Soluciones que no alcanzan
Ante esta deficiencia, en años recientes se implementaron soluciones de transporte público como el Cablebús y el Tren Interurbano México-Toluca, pero ambas presentan problemas de conectividad con las áreas corporativas.
Estas iniciativas, aunque muestran avances, no han logrado resolver el problema de fondo.
Las tres entidades están gobernadas por Morena. (Foto: Cuartoscuro )
Para Gonzalo Peón, director general del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP), el tren puede ser una solución que desahogue otras vías al conectarse no solo con Toluca, sino con la terminal Observatorio del Metro.
Sin embargo, el proyecto lleva retrasos de años, que prolongan los problemas de movilidad en la zona.
"Hoy en día Santa Fe ya cuenta con una opción de movilidad colectiva, competitiva, que es el Tren Interurbano. Hoy solo conecta con el Valle de Toluca, pero pronto conectará con Observatorio, y eso incluye muchas líneas, va a incluir dos líneas de metro, la 12 y la 1, y además muchas líneas de autobuses", señala Peón.
Anahí Ramírez, especialista en Desarrollo Urbano Sustentable en Universidad La Salle, considera que estas soluciones, aunque necesarias, no son suficientes.
"Tendría que estar planteada desde una visión integral. La intermodalidad de medios es lo importante, entonces tienen que estar planteados estos centros donde haya distintos medios de transporte que justo puedan reducir el tiempo que pasa", afirma.
Las consecuencias las viven cientos de personas. De acuerdo a la Encuesta Origen-Destino 2017 del Inegi, la más reciente, entre semana se realizaban 171,519 viajes a este destino.
A pesar de que estas colonias y distritos, fuera de Santa Fe, no son lejanas, las pocas opciones de acceso hacen que los traslados sean prolongados.
Por ejemplo, de la Sección 1 de Polanco a Santa Fe son de 47 minutos a más de una hora, a las ocho de la mañana. Mientras que desde la colonia Nápoles es alrededor de una hora, según Google Maps.
Eso se duplica al considerar el regreso y, al multiplicarlo por cinco, si el trabajo se realiza diariamente de manera presencial, se traduce en 10 horas destinadas al tráfico a la semana o 40 al mes.
Mapa de traslados con destino a Santa Fe entre semana (muestra los puntos de origen, no las rutas exactas).(Foto: Instituto de Ingeniería de la UNAM.)
La conectividad y las oficinas
Aunque los tiempos de traslado a esta zona de la Ciudad de México siempre han sido altos, las personas ya no están dispuestas a recorrerlos, principalmente en el caso de las generaciones más jóvenes.
El confinamiento por la pandemia, que cumplió cinco años de haber sido declarada en México, representó un parteaguas sobre la manera en la que las personas han decidido llevar su vida laboral.
Para Ramírez Ortiz, este periodo demostró que el ahorro de trayectos largos a las oficinas significaba ganancias significativas
Tienes que usar de tu vida cuatro horas al día al trasladarte, cuando lo piensas que son horas que puedes hacer ejercicio, descansar, convivir con tu familia, realizar algún hobby o pasatiempo.
Anahí Ramírez, especialista en desarrollo urbano sustentable en la Universidad La Salle
La revalorización del tiempo personal ha impactado directamente en esta zona corporativa.
“Los corredores de Polanco, Insurgentes y Reforma han sido bastante sanos, con constante absorción, una tasa de disponibilidad baja", esto debido a que en estas zonas las alternativas para llegar son diversas, comenta Alan Rodríguez, director comercial de Frel, desarrolladora de oficinas.
Ante el panorama, las empresas que aún se ubican en la zona aplican alternativas para retener talento.
"Algunas empresas están empezando a ofrecer el servicio de transporte para facilitar por lo menos la llegada y salida de los colaboradores", agrega el especialista.
Prudencio, quien trabajó en una institución financiera en Santa Fe, confirma esta tendencia. "La empresa donde estaba tenía transporte para llegar directo al corporativo. Los camiones, el que más cercano me quedaba era afuera del metro Chabacano, y algunos días me iba directo", relata.
El Tren Interurbano México-Toluca es la promesa de movilidad eficiente para la zona.(Victoria Valtierra Ruvalcaba)
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Este tipo de soluciones, sin embargo, no están disponibles para todos los trabajadores de la zona, aunque de acuerdo con Gonzalo Peón, del ITDP, esta podría ser una opción a incentivar en las compañías y escuelas.
No obstante, los tiempos de traslado aún son prolongados y eso tiene que ver también por la naturaleza orográfica de la zona, lo que además encarece el transporte, ya sea público o privado.
"Santa Fe no está en el Valle de México, Santa Fe está en la montaña arriba del Valle de México, con una diferencia de altura de 300 metros", señala Gonzalo Peón del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP).
Esta característica geográfica incrementa los costos de traslado, ya que hay mayor gasto de energía y combustible al desplazar a personas y cargas cuesta arriba por la gravedad, lo que además complejiza la planeación y construcción de infraestructura.
El reto urbanístico
La conectividad en transporte de Santa Fe es un reflejo de otros problemas en su estructura, ya que durante su planificación, el lugar priorizó los automóviles sobre las personas, creando un entorno hostil para peatones y ciclistas, señaló Peón.
Esta deficiencia afecta tanto a quienes trabajan en la zona, como a los residentes.
Anahí Ramírez añadió que tendría que haber un rediseño de calles para hacerlas más peatonales, porque también la manera en la que están planteadas las manzanas, con distancias largas, dificulta el tránsito de otra manera que no sea en vehículo motorizado.
Incluso para recorridos cortos, como ir a comer a un establecimiento cercano, la movilidad es complicada. Muchos trabajadores, como Prudencio, optan por no realizar actividades en Santa Fe después del trabajo debido a estas dificultades.
"Yo no veo que sea una zona ni caminable ni que puedas usar bici", comenta. "No hacía otra actividad en Santa Fe más que ir a la oficina".
Aunque las nuevas dinámicas de uso también han cambiado con el tiempo. Peón observa que la llegada de nuevas empresas contribuye a que más personas caminen por la zona, con lo que se crean veredas improvisadas y generan mayor actividad peatonal en algunas áreas.
La infraestructura en movilidad privilegia el uso del automóvil.(Adolfo Valtierra)
Los residentes
En el ámbito residencial, la encrucijada está presente. La oferta inmobiliaria existente, limitada por la geografía, es de 1,370 casas en donde habitan 5,040 personas, de acuerdo a Market Data México.
Los precios de alquiler superan el promedio de la Ciudad de México, que ronda los 15,000 pesos mensuales, de acuerdo con Homie, una proptech especializada en vivienda.
La plataforma registra que en 2019 el promedio de renta era de 35,600 pesos, mientras que en 2025 llegó a 43,500 pesos.
A pesar de los altos precios de los inmuebles, estos no están exentos de problemas con los terrenos de la zona. En 2014 se deslavó uno de los cerros donde hay construcciones en Santa Fe, lo que causó el derrumbe de una construcción usada como bodega y estacionamiento.
Un año después, en noviembre, en la Cerrada Altavista 111 hubo un hecho similar en el Conjunto Residencial Vista de Campo, por el que el gobierno del entonces Distrito Federal, a cargo de Miguel Ángel Mancera, declaró que el movimiento de tierra se debía a una antena instalada cuyo peso no estaba considerado en el plan de las obras.
Ese mismo mes, las autoridades locales comenzaron con obras de mitigación debido a que otro de los diagnósticos dados sobre el fenómeno, fue la filtración de agua en la tierra lo que ocasionó un piso irregular.
En 2015 un desplazamiento de tierra en Santa Fe ocasionó un derrumbe que puso en riesgo viviendas y mostró la vulnerabilidad de la zona.(Cuartoscuro)
"Por ejemplo, estos cerros que se han desgajado pudieron haber pasado por miles de condicionantes, pero algo muy básico desde la arquitectura sería el no querer adaptarse al terreno donde es construido, sino querer modificarlo por completo o anularlo", añade la especialista en referencia a los problemas de construcción en las laderas de Santa Fe.
En los últimos años el problema no ha sido representativo, pero los residentes se han enfrentado a otros retos: la falta de agua.
“Santa Fe depende en gran medida de pipas para abastecerse de agua, ya que el suministro no siempre es constante. Se estima que un alto porcentaje de condominios en la zona contratan pipas con regularidad, lo que representa un gasto extra en las cuotas de mantenimiento”, dijo la proptech de administración de condominios Comunidad Feliz, aunque no especificó cifras.