Estas brechas, que alcanzan hasta 9.63 años para hombres y 7.37 años para mujeres, no son solo un reflejo de condiciones individuales de salud, sino también de desigualdades estructurales que afectan la vida diaria.
De acuerdo con el IPDP, factores como el acceso desigual a servicios de salud, transporte, espacios públicos y equipamiento urbano tienen un impacto directo en estas cifras.
Infraestructura como determinante clave
Federico Taboada, director del IPDP y experto en urbanismo, señala que elementos como los espacios públicos y el transporte estructurado son fundamentales para mejorar la calidad de vida.
“Las zonas con mejor cobertura de servicios públicos y acceso a espacios públicos suelen tener mayor esperanza de vida”, dijo. En Benito Juárez, por ejemplo, la alta concentración de clínicas, hospitales y espacios recreativos contrasta con Venustiano Carranza, donde estos recursos son escasos o de menor calidad.
La movilidad también juega un papel determinante. El transporte público eficiente permite a las personas acceder a oportunidades laborales, culturales y educativas sin sacrificar su tiempo o dinero, de acuerdo al especialista.
Sin embargo, la falta de infraestructura en zonas periféricas genera trayectos largos, costosos y, a menudo, inseguros, lo que afecta no solo la productividad, sino también la salud y bienestar de los habitantes.
Taboada también destacó la importancia de los equipamientos culturales. “El 70% de la oferta cultural de la ciudad está concentrada en solo dos alcaldías. Esto obliga a los habitantes de zonas periféricas a realizar viajes largos y costosos, lo que limita su acceso a actividades culturales esenciales”, comentó.
Además, agregó que la carencia de infraestructura recreativa, como parques y espacios deportivos, contribuye a problemas de salud física y mental.
Los espacios verdes no solo mejoran el entorno urbano, también fomentan la actividad física y fortalecen el tejido social
Federico Taboada, director del IPDP
Otro aspecto crucial, según Taboada, es la disponibilidad y ubicación de los centros educativos y de salud. “Cuando las escuelas y hospitales están lejos de los hogares, los costos no solo son monetarios, también implican tiempo y calidad de vida perdidos”.
En este sentido, subrayó la importancia de garantizar que los derechos establecidos en la Constitución, como la salud y la educación, se traduzcan en servicios accesibles en el territorio.