El especialista señaló que el reto no está en construir más, sino en construir de forma distinta. “El futuro va a estar en la transformación que puedan tener la demanda y las estructuras urbanas”, explicó Urbano. Desde su perspectiva, las empresas deben pensar desde ahora cómo será la vivienda del 2030.
Esta transformación requiere colaboración entre desarrolladores tradicionales, jóvenes innovadores y políticas públicas.
Desfase entre la oferta y la demanda
En los últimos años, la estructura de la demanda cambió. Las personas solteras, los adultos mayores y quienes buscan movilidad o flexibilidad exigen nuevas soluciones.
En lugar de priorizar la propiedad, muchos usuarios consideran la renta, el co-living o la inversión en vivienda para arrendamiento como alternativas viables.
“Cuando está todo tan caro, no suena tan malo rentar”, comentó Urbano. Este cambio abre paso a esquemas organizados como el multifamily, que ya se posiciona en zonas con alta plusvalía como alternativa al mercado informal.
El informe "Perspectivas del Mercado Inmobiliario 2025" de la consultora Tinsa reportó que 42% de los créditos colocados en 2024 correspondió a personas entre 25 y 34 años, y 31.1% a personas entre 35 y 44 años.
Estos grupos buscan viviendas bien ubicadas, cercanas a espacios públicos, centros comerciales y transporte. Para acceder a estos entornos, aceptan unidades más pequeñas.
Pese a este panorama, la oferta se mantiene anclada a modelos tradicionales. “El sector está todavía atorado generando el producto convencional porque es el producto que se está vendiendo”, señaló el experto del foro, en donde también habrá un Think Tank para nuevos negocios de la industria.
Nuevos retos
Monterrey concentra 37% de las unidades desplazadas entre las grandes ciudades y 44% de su stock corresponde al segmento de interés social. Aun así, el producto disponible no siempre responde a la diversidad de los hogares actuales ni a la lógica urbana que exige cercanía, conectividad y eficiencia.
El mismo reporte identificó una reducción de entre 14 y 20 metros cuadrados en el tamaño promedio de las viviendas en la última década. Esta tendencia busca mantener un precio competitivo, aunque implica nuevos retos de habitabilidad.
Además, menos del 5% de los desarrollos activos cuenta con certificaciones de sustentabilidad. Esto representa una oportunidad pendiente en un contexto donde existen incentivos como las hipotecas verdes, que ofrecen condiciones preferenciales para vivienda eficiente, de acuerdo al especialista.