De "pueblo mágico" a "gentrificado", así cambia el turismo en México
El beneficio prometido de la vocación turística como fuente de trabajo se rompió en lugares como Cholula, Tepoztlán y Oaxaca, en donde el encarecimiento causa el desplazamiento de los residentes.
Este mayo de 2025 se registraron protestas en Tepoztlán por la intención de quitar una escuela en el centro de la ciudad y sistutuirla por un bar, lo que los habitantes señalan como consecuencia de la gentrificación.(Alex Borderline/Getty Images)
En el centro de Oaxaca los restaurantes sirven platillos con menús en inglés. Las terrazas se reservan para quienes “vienen de fuera” y los habitantes locales se acostumbran a caminar entre turistas sin poder acceder a los mismos espacios.
“Cuando queremos entrar a un restaurante con terraza, los meseros te prohíben pasar a esa parte (...) prefieren dársela a los turistas para que tengan mejor vista”, explicó Fátima Santiago, química farmacobióloga residente de Oaxaca.
Este testimonio da cuenta de una transformación que no ocurre únicamente en las grandes ciudades.
El fenómeno de la gentrificación se manifiesta también en pueblos de vocación turística como Tepoztlán, Cholula y Oaxaca, donde la delgada línea entre sus actividades comerciales se cruzó y el encarecimiento de los servicios, el cambio de vocación de inmuebles y la presión sobre los habitantes originales son cada vez más frecuentes.
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Cambio de vocación
La llegada de visitantes con mayor poder adquisitivo, así como de nuevos residentes extranjeros o de otras ciudades, transforma la vocación de muchas zonas habitacionales.
Las viviendas se convierten en hoteles boutique, restaurantes o galerías. En Tepoztlán, vecinos denuncian que se planea reemplazar construcciones del centro por bares, lo que detonó protestas.
Este cambio tiene nombre: terciarización. A diferencia de la gentrificación, que implica el reemplazo de una población por otra, este fenómenos refiere a la sustitución de usos de suelo residenciales por actividades comerciales.
“El efecto puede ser parecido, pero no se trata necesariamente de sustitución residencial. Es más bien un cambio en la vocación del suelo”, explicó Ignacio Kunz, especialista en desarrollo urbano y consejero del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (Conared).
Ambos procesos, sin embargo, terminan por presionar a las personas originarias, ya sea por la transformación de su entorno o por el incremento de precios.
Las rentas suben, los productos básicos encarecen y los servicios públicos, como el transporte o las escuelas, se ven rebasados o pierden razón de ser. “Si ya no tienes un sentido barrial, pues ya no tienes escuelas. ¿A quién le interesa tener escuelas en zonas sin habitantes?”, cuestionó Romy Rojas, urbanista y presidenta de Conared.
Esta problemática se asoció en los últimos años casi exclusivamente con ciudades como la CDMX o Guadalajara, principalmente porque en comunidades más pequeñas se veía al turismo como su vocación. Sin embargo, la falta de planeación provocó que se fuera más allá de ser una actividad productiva.
La designación como “pueblo mágico”, que implicaba ciertos lineamientos federales, ya no está vigente. Antes, la incorporación al programa requería estudios urbanos que justificaran el valor patrimonial, histórico y cultural del sitio, así como un plan claro de aplicación de recursos.
Sin ese marco, cada municipio actúa bajo sus propios criterios. “La planeación urbana en México es muy escasa y es muy pobre”, explicó Claudio Nieto, urbanista y exjefe de carrera de Arquitectura en la Universidad La Salle.
En lugares como el centro de Oaxaca, la oferta turística se centra en los visitantes extranjeros.(Foto: Especial Expansión)
Esto deja que la transformación avance sin filtros. “Si ya no existen estos requerimientos, ya no hay nada que obligue a actuar en favor de la población”, dijo Nieto.
En su experiencia, estas condiciones generan un cambio silencioso pero acelerado, donde las dinámicas económicas alteran el acceso a la vivienda y los servicios.
(Comer) en un lugar céntrico, la verdad es que se eleva el costo y es mucho por esa preferencia que le dan a los extranjeros. Vivo aquí en el estado de Oaxaca la verdad es que si nos hemos visto afectados.
Fátima Santiago.
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¿Voluntario o forzado?
Uno de los aspectos más controversiales del fenómeno es su aparente voluntariedad. “Muchas personas venden porque les ofrecen un millón por su casa y nunca han visto esa cantidad, pero en realidad la propiedad valía cuatro veces más”, explicó IgnacioKunz.
A esto se suma la presión social, el hostigamiento o el deterioro progresivo de las condiciones de vida en el centro del pueblo.
El caso de Oaxaca muestra cómo esta dinámica se traduce en cambios tangibles: precios más altos, preferencia por el turismo extranjero y segregación en el uso de espacios públicos.
Josué Ramírez, quien trabaja en el sector restaurantero, confirmó que el trato entre las personas extranjeras y los residentes es diferente, “cambia demasiado la perspectiva en todos los negocios, aunque la visión del dueño sea tratar a todos parejo. Pero como nunca andan en el restaurante, al mesero le vale y se va por lo que más puede dar propina”, apuntó.
Sin una planeación adecuada, además del desplazamiento, encarecimiento y rechazo de los habitantes originales, los centros de los pueblos mágicos corren el riesgo de convertirse en escenografías.
Romy Rojas advirtió sobre el avance del fachadismo: mantener solo las fachadas patrimoniales mientras el interior de los inmuebles se transforma por completo, como sucede en la Ciudad de México. “El patrimonio ya no se conserva de forma integral y eso afecta también la seguridad urbana”, dijo.
Per para los especialistas, la discusión no es si debe o no haber turismo, inversión o cambio. El verdadero debate es si ese desarrollo puede ser justo, ordenado y compatible con quienes han habitado esos pueblos mucho antes de que fueran mágicos.
El turismo sin candados urbanísticos desencadena cambios de uso de suelo, que desplazan a residentes originales.(MStudioImages/Getty Images)
Coinciden en que el fenómeno no es intrínsecamente negativo. “La gentrificación no es mala, es un efecto totalmente natural”, dijo Rojas. El problema surge cuando no se regula adecuadamente. “No debemos calificarla como buena o mala. Depende de cómo se dé el fenómeno”, añadió Kunz.
En ese sentido, la clave está en el diseño de políticas públicas sensibles y estratégicas. “En el urbanismo en México somos muy dados a las recetas. Pero lo que hay que hacer es analizar el fenómeno y diseñar políticas lo mejor informadas posible”, concluyó.
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Alternativas para el equilibrio
Aunque el fenómeno es difícil de frenar, existen propuestas para mitigarlo. Una de ellas es que el gobierno recupere parte de la plusvalía generada por inversiones públicas o por la declaratoria de vocación turística.
Con esos recursos, se podrían ofrecer alternativas habitacionales a quienes decidan mudarse, o garantizar condiciones dignas para quienes opten por permanecer.
En países como Canadá, Francia o Brasil existen estos mecanismos para captar el valor generado por estos procesos y usarla para mitigar sus impactos.
El beneficio del turismo solo llega a los propietarios de los negocios, de acuerdo a testimonios.(Cavan Images/Getty Images/iStockphoto)
Pero en México, los marcos legales para regular la gentrificación son limitados. “No existe ninguna ley que controle los alquileres o el aumento de la renta, ni cuotas de vivienda asequible en nuevos desarrollos, ni un derecho garantizado al retorno”, señaló Romy Rojas.
También se plantea la posibilidad de obligar a los nuevos desarrollos a destinar un porcentaje fijo a vivienda asequible. Esta medida ayudaría a preservar la vocación residencial de los centros históricos, equilibrar los usos de suelo y mantener activo el tejido social.
Romy Rojas explicó que, en otros países, se han creado zonas donde conviven hoteles, restaurantes y vivienda contemporánea diseñada para responder a las necesidades actuales: “Son desarrollos atractivos y modernos, pero mantienen el carácter del barrio y permiten conservar la vida cotidiana”.
En tanto que en México, los instrumentos que existen, como la transferencia de potencialidades urbanas o la captura de valor del suelo, se encuentran en etapas tempranas de implementación o sin reglamentación clara.
La primera permitiría que propietarios intercambien derechos de construcción entre predios para preservar ciertas zonas, mientras que la segunda haría que el gobierno recupere parte de la plusvalía generada por cambios en el uso del suelo o inversiones públicas.
En algunos estados como Yucatán y Ciudad de México hay avances, pero la mayoría de los municipios carecen de capacidad técnica y voluntad política para aplicarlos.
La especulación inmobiliaria ha sido altamente rentable para ciertos grupos de interés, que se han opuesto durante décadas a estas medidas.
Ignacio Kunz, consejero de Conared.
Esta resistencia, sumada a la falta de información entre ciudadanos, favorece procesos inequitativos donde los habitantes originales aceptan ofertas de compra muy por debajo del valor real de sus propiedades.