“Todo lo que construimos en términos de criterios, normatividad, formas de trabajo y convivencia, después de Covid-19, deberá cambiar. Estamos ante un parteaguas más fuerte que cambios estructurales”, indica Enrique Soto Alva, catedrático e investigador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por su parte, Víctor Ramírez Vázquez, director de Colectivo Arquitectura, refiere que la tendencia es que tanto las ciudades como los espacios laborales sean más compactos.
“Las oficinas públicas en México son asignados de acuerdo con la jerarquía, no con base en las actividades que se realizan, por lo que deben analizarse las funciones de cada perfil o persona y luego dimensionar espacios”, indica.
Para Jazmín Palacios Bonilla, directora de Colectivo Arquitectura, esta pandemia también nos enseña a mirar desde otra perspectiva el trabajo colaborativo. Podemos optimizar aún más los espacios tanto privados como compartidos para buscar que no se saturen de personas.
Nuevos flujos
Una alternativa, considera Soto Alva, es generar flujos de circulación al interior del inmueble, incluyendo pasillos y áreas comunes. Esto funciona como si fueran carriles para automóviles, por ejemplo, si alguien sale del elevador y su oficina está a un lado, tendrá que hacer un trayecto en un sentido específico, con ciclos de cruces.
Esta transformación estaría basada en lo que se conoce como La teoría de las colas (filas), del matemático danés Agner Krarup, utilizada en algunos parques temáticos, donde a través de una aplicación móvil es factible saber cuáles son los juegos más ocupados en ese momento. Así, “las oficinas podrían indicar en tiempo real qué áreas tienen un elevado flujo de personas para que los usuarios decidan qué trayecto tomar”, agrega.