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Conciencia ambiental y recursos limitados impulsan la venta de muebles usados

El comercio de artículos antiguos o de segunda mano mantiene ritmo de crecimiento en México, lo que también ha detonado una tendencia de decoración.
vie 08 agosto 2025 05:55 AM
Los muebles de segunda mano se venden cada vez más y no solo por su precio económico
Los presupuestos ajustados impulsaron la tendencia de la segunda mano, pero el interiorismo lo llevó un paso más allá.

En departamentos o casas que cambian de inquilinos constantemente, o en espacios que buscan un toque distinto, como vintaje o retro, los muebles usados comienzan a ocupar un lugar cada vez más visible en México.

Lo que antes se resolvía con un hallazgo en un tianguis o un anuncio improvisado en internet, hoy es un mercado que combina plataformas digitales, empresas especializadas, criterios de diseño y tendencias que ponen a las piezas de segunda mano como protagonistas.

Especialistas coinciden en que el crecimiento de este mercado combina factores como el aumento de precios, el interés por piezas o "con carácter" y una mayor conciencia del impacto ambiental de fabricar nuevos productos, entre otros.

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Su papel no es menor: según estimaciones de la consultora Research Nester, el valor global de este sector alcanzó 39,540 millones de dólares en 2025 y se prevé que supere los 99,930 millones en 2037, con un crecimiento anual de 7.9%.

En México, el mercado de muebles (nuevos y usados) tuvo un valor estimado de 27,900 millones de dólares en 2023, según IMARC Group, y se proyecta que alcance 38,900 millones en 2032, con un crecimiento anual de 3.74%.

Dentro de este panorama, el segmento de segunda mano mantiene un ritmo propio: el informe Mercado de Muebles de Segunda Mano de IndexBox calcula un aumento promedio de 4.4% anual entre 2019 y 2025.

A esto se suma que, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el comercio de artículos usados en el país creció 20% en los últimos años, con la Ciudad de México como uno de los principales puntos de intercambio.

El motor está en varias direcciones: consumidores que buscan pagar menos ante el aumento de precios, interés por piezas con carácter (vintage, retro o únicas) y una mayor conciencia del impacto ambiental de fabricar nuevos productos.

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La tendencia es seguida por personas de todas las edades. Mersabi reporta clientes de entre 30 y 60 años.

Un consumo que deja de ser marginal

La venta de este tipo de productos ha saltado de marketplaces como Facebook y MercadoLibre a plataformas completamente especializadas en el mobiliario de segunda mano, que encontraron en el mercado no solo una demanda proliferante, sino la manera de aportar seguridad y calidad.

Mersabi, empresa creada en el 2023 bajo el modelo de adquisición directa de las piezas, reacondicionamiento y venta, ha visto un crecimiento de 100% anual en sus transacciones. “En México es más común y más popular que la gente esté abierta a explorar estas posibilidades”, afirma Juan Pablo Vélez, director de la compañía.

Vélez identifica tres factores que explican por qué más personas optan por muebles seminuevos. El primero es la digitalización y el surgimiento de plataformas en línea, muchas bajo un modelo peer to peer, que facilitan la interacción directa entre comprador y vendedor, y amplían el alcance del mercado.

El segundo, que considera el más determinante, es el incremento generalizado del costo de vida desde la pandemia.

Cada vez más los consumidores están buscando opciones donde más les rinda el dinero… en México es más común y popular que la gente esté abierta a explorar estas posibilidades de segunda mano que en otras partes del mundo.
Juan Pablo Velez, director de Mersabi

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En las plataformas de venta por internet se pueden encontrar piezas de un valor entre 20% y 30% por debajo del mercado, aunque esto varía de acuerdo con la antigüedad de la pieza y el trabajo de restauración o reconfiguración realizado.

El tercero es la conciencia ambiental, fortalecida en las últimas dos décadas, que impulsa a un número creciente de personas a reutilizar y evitar el consumo de recursos, y las emisiones asociadas a la producción de nuevos artículos.

Alejandra Sánchez, directora de la Agrupación de Arquitectos e Interioristas de México (AAI), subraya que, más allá del valor estético, el mobiliario usado responde a necesidades prácticas derivadas de la dinámica urbana.

En ciudades con rentas elevadas y movilidad frecuente, como la Ciudad de México, es común que los inquilinos prefieran muebles de segunda mano para no comprometer grandes sumas en piezas nuevas que podrían no encajar en su siguiente vivienda. La facilidad de encontrar opciones listas para usarse también agiliza el proceso de instalación en un nuevo espacio.

En su experiencia, parte de la demanda proviene de personas que deben amueblar rápido tras una mudanza inesperada o el cambio de un arrendatario anterior que dejó un espacio vacío. El mobiliario usado se convierte así en una solución económica y funcional, capaz de cubrir necesidades inmediatas sin sacrificar la coherencia estética del proyecto o la calidad de los materiales.

El factor diseño y la búsqueda de autenticidad

La tendencia no solo responde al bolsillo. Alejandra Sánchez, directora de la Agrupación de Arquitectos e Interioristas de México, observa que la demanda también crece porque los estilos actuales incorporan con naturalidad piezas antiguas o restauradas.

Hay clientes que buscan un comedor que se note vivido, o una silla icónica de segunda mano, no porque sea más barata, sino por el carácter que da a un espacio.
Alejandra Sánchez, directora de la AAI

En el segmento profesional, los interioristas combinan piezas usadas con mobiliario nuevo para crear contrastes o dar continuidad estética a proyectos de renovación.

Sánchez menciona que el auge de estilos como el mid-century o el art déco, muy presentes en inventarios de segunda mano, ha aumentado el valor de mercado de ciertos muebles, en algunos casos por encima de su precio original.

Pero ese interés abre la puerta a otro fenómeno: las imitaciones. Sánchez advierte sobre fabricantes que producen muebles nuevos con tratamientos superficiales para simular desgaste o patina, y los venden como vintage. Recomienda revisar historial del vendedor, opiniones de clientes y, de ser posible, inspeccionar la pieza en persona.

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El mercado, añade, no se limita a antigüedades. También circula mobiliario reciente, a veces con pocos meses de uso, proveniente de mudanzas o de la rotación frecuente de arrendatarios en zonas urbanas.

Este flujo se alimenta de plataformas en línea y del crecimiento de alquileres temporales y viviendas pequeñas, donde la compra de piezas usadas permite amueblar rápido y sin compromisos a largo plazo.

Añade que la fuerza de este mercado es tal que se ha convertido en tendencia, impulsada no solo por el ahorro, sino también por el valor intrínseco y estético de las piezas, que en algunos casos se aprecian con el tiempo.

“El coleccionismo va ser tendencia y para todos los bolsillos: básico, medio o alto. Ya comienza a serlo en 2025 y afirmo que lo será también en 2026”, estima.

Plataformas y movilidad urbana, aliados del crecimiento

El auge de marketplaces especializados y redes sociales ha reducido las fricciones para comprar o vender muebles usados. El acceso a catálogos amplios, la posibilidad de filtrar por precio, estilo o ubicación, y las reseñas de otros usuarios han hecho más transparente el proceso.

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La venta de mobiliario usado se ha trasladado de tianguis a marketplaces y plataformas especializadas.

A nivel global, el segmento residencial concentra la mayor parte de la demanda y la madera domina las preferencias, con una proyección de 42.7% de participación para 2037, de acuerdo con Research Nester.

En América Latina, México es uno de los mercados más activos. El consumo combina canales tradicionales —tianguis, bazares— con plataformas digitales, que permiten encontrar desde un sillón clásico hasta una mesa de diseño contemporáneo sin intermediarios.

Seguridad y confianza en la compra

Tanto Vélez como Sánchez coinciden en que uno de los principales retos es garantizar que el producto sea seguro y esté en buenas condiciones estructurales. Vélez subraya que, al comprar usado, “no solo se trata de que se vea bien; hay que asegurarse de que sea seguro, que no tenga daños ocultos que puedan comprometer su uso”.

Sánchez recomienda que, cuando la compra no se haga a través de una empresa especializada, el comprador verifique la procedencia y revise la pieza en persona para evitar fraudes o adquirir artículos defectuosos.

Alejandra Sánchez añade que es importante verificar la estabilidad de las estructuras y asegurarse de que cajones, bisagras y puertas funcionen correctamente.

Advierte que algunas piezas nuevas imitan el desgaste para simular antigüedad, por lo que conviene examinar si los acabados y las marcas de uso son coherentes con el tipo y la edad del mueble.

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