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De Milán a Temu: el impacto de la industria mueblera asiática en México

Mientras la manufactura china se ocupa de producir grandes volúmenes de mobiliario a precios bajos, las empresas mexicanas buscan diferenciarse con diseño original y procesos artesanales.
mié 22 octubre 2025 05:30 AM
La industria mueblera mexicana resiste frente a marcas asiáticas que copian tendencias al instante
La Metropolitana se preocupa por toda la cadena productiva de muebles. (Foto: Alan Carranza)

*Este texto se publicó originalmente en la edición de septiembre de 2025 de la revista Expansión.

Cada primavera, el Salón del Mueble de Milán fija las coordenadas de lo que se verá en el diseño global. En la feria, que en 2025 fue atendida por 302,548 personas, se presentan las piezas que marcan tendencia durante los años siguientes.

Los ojos se fijan en las piezas mostradas, no solo con curiosidad o apreciación de lo estético, también con una lupa de lo replicable, mercantilizable e, incluso, lo atractivo para redes sociales.

Dentro de estas distintas visiones se da como resultado uno de los fenómenos que se enmarcan en el actual contexto de consumo veloz y producción en masa: muchas de estas propuestas apenas tocan el suelo de los pabellones italianos antes de aparecer, simplificadas y a bajo costo, en plataformas de venta de manufactura asiática como Temu, AliExpress o Shein.

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Este ciclo de replicación rápida responde a la hiperconectividad digital y refleja también la tensión entre el diseño de autor, la producción sostenible y las lógicas del mercado global. China ocupa el centro de esta transformación, dentro del Salón, como el principal país de origen de los visitantes, desde 2023, y como el mayor competidor en los mercados mundiales.

De acuerdo con los datos más recientes de la Secretaría de Economía, más del 34% del valor total de las importaciones mexicanas de muebles en 2024 tuvo origen en ese país. En contraste, las exportaciones mexicanas de muebles hacia China representaron menos del 1% del total; una relación comercial asimétrica.

La digitalización refuerza esta dinámica. Muebles de bajo costo circulan mediante catálogos virtuales cuyo acceso inmediato modifica el comportamiento de compra y redefine las expectativas del consumidor, sobre todo en generaciones jóvenes. En 2023, casi el 80% de las ventas por internet de mobiliario en México ocurrieron por medio de redes sociales, aplicaciones y marketplaces.

De Milán a Temu - muebles
Empresas como muebles Dico buscan estar a la vanguardia en diseño para satisfacer a su mercado. (Fotos: Anylú Hinojosa-Peña)

Esta forma de consumo pone en desventaja a los productores de pequeña escala, que son la mayoría en el país. En 2019, el último censo que registró estos datos, solo el 9.38% de las unidades económicas de hasta 10 personas utilizó servicios de internet en sus operaciones. En tanto que la proporción en empresas de más de 251 personas fue de 96.7%.

Este fenómeno también creó una paradoja. Aunque cada vez más personas se sienten expuestas al lenguaje visual del diseño, muchas de ellas se ven obligadas a elegir por precio y no por calidad. Las plataformas digitales no solo distribuyen objetos, sino también estéticas estandarizadas que penetran en el imaginario colectivo.

“Muchos clientes no solo buscan un lugar donde sentarse, sino un objeto que refleje su personalidad. Las redes nos ayudan a mostrar cómo se ve en diferentes espacios", dice Erika Zavala Anzo, directora de omnicanalidad de Muebles Dico, empresa mexicana que ya ve en la demanda de su consumo la presencia de las plataformas digitales.

Impacto en la industria mexicana

El ingreso de muebles económicos, producidos en masa y distribuidos a través de plataformas digitales, no solo modifica el mercado global, también desafía de forma directa la estructura productiva y cultural del diseño en México. El impacto, aunque desigual según el tipo de empresa, permea desde la percepción del consumidor hasta los métodos de producción, lo que genera una presión constante sobre cómo se valora, distribuye y consume el diseño nacional.

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Muebles Dico busca diseños en el Salón del Mueble de Milán como inspiración. (Anylú Hinojosa-Peña)

En empresas de gran escala, como Muebles Dico, el cambio se manifiesta en el comportamiento del cliente. La facilidad de acceso a muebles importados con precios bajos genera nuevas expectativas sobre la inmediatez, la variedad y los costos. Erika Zavala Anzo, directora de omnicanalidad, señala que esta transformación también resta peso a factores como el armado profesional o la calidad material, atributos que antes influían más en la decisión de compra.

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Todavía este tema de que me den una guía y armarlo, sí vemos que el mercado mexicano pues de pronto lo resiente un poco y muchas de las soluciones que presentan estos competidores vienen por ahí.
Erika Zavala Anzo, directora de omnicalidad de Muebles Dico.

El efecto también alcanza al ámbito simbólico. Eduardo Altamirano, diseñador industrial y profesor del Tecnológico de Monterrey, observa que el diseño comienza a concebirse como una aspiración visual, más que como una disciplina funcional o material.

En muchos casos, pierde profundidad y se percibe como un accesorio de estilo. No obstante, considera que esta misma condición abre un campo de oportunidad: si los creadores entienden las nuevas formas de consumo, podrán formular respuestas pertinentes desde la innovación y la sostenibilidad.

En escalas más pequeñas, como los talleres artesanales, el impacto se percibe de forma directa en la competencia por proyectos. Luis y Gabriel Arredondo, fundadores de Taller Nacional, se enfrentan a productores de esta escala en la búsqueda de clientes. La diferencia de precios entre el producto hecho a mano en México y el mueble asiático resulta considerable. A pesar de ello, afirman que su propuesta no compite por volumen, sino por permanencia, proceso y cercanía con el cliente.

"Nos ha llegado a suceder que estamos licitando algún proyecto para mandar mobiliario y de pronto nos dicen: 'No, es que al final los clientes decidieron irse con un contenedor que están trayendo de Asia para todo este mobiliario", relata Gabriel Arredondo.

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El proceso creativo también forma parte del diferenciador de los muebles mexicanos. (Anylú Hinojosa-Peña)

En México, hace 10 años, China importaba al país 43,900 millones de dólares anuales en mobiliario de madera. En 2024, la cifra incrementó a 70,100 millones de dólares. A su vez, otros países de la región incrementaron su propuesta y desbancaron al resto del mundo. Vietnam pasó de representar 3.85% del mercado, a 13.8%. Mientras que Estados Unidos Unidos e Italia cayeron de 22.4% y 17.1% a 14% y 6% respectivamente.

Las exportaciones no siguieron el mismo ritmo. En 2014, China recibió muebles mexicanos por 75 millones de dólares, mientras que en 2024 la cifra cayó a 5 millones de dólares.

Pero el fenómeno influye hasta las entrañas de la industria del mobiliario. Rodrigo Escobedo, al frente de La Metropolitana, dice que más allá de los costos o los estándares, el verdadero problema está en que muchas plataformas operan desde una lógica de especulación, sin vínculo entre quien diseña, quien fabrica y quien consume.

Lo que estamos viviendo es un fenómeno económico que probablemente tiene un origen político... la llegada de Temu, Alibaba y otras plataformas que venden muebles chinos no es casual. Es una estrategia de penetración en mercados emergentes que tiene implicaciones profundas en la industria local.
Rodrigo Escobedo, creador de La Metropolitana.

Esa desvinculación descompone la cadena de valor del diseño y erosiona su sentido. Aun así, reconoce que existe una parte del público dispuesta a invertir en objetos con carga cultural, durabilidad y origen trazable.

María Porro, presidenta del Salón del Mueble de Milán, observa que la masificación del diseño plantea una paradoja. Por un lado, representa una amenaza directa a la propiedad intelectual y a la exclusividad de las ideas. Por otro lado, puede actuar como un primer contacto para públicos que antes no se vinculaban con el diseño.

La diferencia, insiste, está en el proceso: copiar sin comprensión ni contexto resta valor; reinterpretar con respeto y conciencia puede abrir puertas.

Generalmente, este público es joven y, en el futuro , podría convertirse en el comprador de los productos presentados en el Salón.
María Porro, presidenta del Salón del Mueble de Milán.

Este conjunto de presiones obliga a los actores de la industria mexicana a reconfigurar su propuesta: desde el acompañamiento al cliente hasta los procesos de comunicación, pasando por la forma en que se narra el valor de una pieza.

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No basta con competir en precio, el reto está en visibilizar qué hace distinto al diseño hecho en México y por qué esa diferencia merece sostenerse.

Diseño de autor frente a plataformas globales

La expansión de plataformas digitales con catálogos de bajo costo también ha alterado la forma en que se percibe y valora el diseño de autor. Rodrigo Escobedo, de La Metropolitana, advierte que esta tendencia reduce la complejidad del diseño a una mera apariencia. "Lo que se promueve es la idea de que todo está al alcance, sin comprender la cadena productiva ni los valores éticos que existen detrás de una pieza de diseño bien hecha", señala.

De Milán a Temu - muebles
La durabilidad de los muebles es también un diferenciador en el mercado. (Anylú Hinojosa-Peña)

Desde su estudio, Escobedo impulsa un modelo que busca reconectar la forma con el origen y el proceso. "La belleza no nace de la forma sola, sino de cómo y por qué se hace", sostiene.

Taller Nacional comparte esta preocupación desde la escala artesanal. Aunque no se enfrenta directamente a los volúmenes de producción de las plataformas digitales, reconoce que su influencia se filtra a través de la estandarización visual.

Muchos clientes llegan con ideas extraídas de redes sociales, donde se repiten los mismos modelos. El reto está en mostrar que existe otra forma de habitar: con objetos que conectan con el entorno, con la historia y con el cuerpo.
Gabriel Arredondo, cofundador de Taller Nacional.

Para ellos, el diseño no se define por su viralidad ni por su capacidad de llegar rápido a todos lados, sino por su posibilidad de permanecer.

Esta visión encuentra eco en el Salón del Mueble de Milán, donde la presidenta del evento, María Porro, reconoce que la replicación global de diseños presentados en la feria ocurre con rapidez. Sin embargo, subraya que no se trata de una competencia directa. "Son dos mercados que operan con lógicas distintas. Uno trabaja sobre la innovación, la profundidad material y la investigación formal. El otro sobre la accesibilidad inmediata, pero sin sustancia", afirma.

La aceleración con la que se masifican ciertas estéticas plantea una tensión central para quienes defienden el diseño como un oficio vinculado a lo técnico, lo material y lo simbólico.

La misma feria implementa mecanismos para responder: ofrece un servicio de protección industrial para documentar piezas, apoyar en casos de plagio y asesorar legalmente a las marcas expositoras. "La diferencia entre inspiración y copia está en el proceso. Inspirarse implica respeto. Copiar implica reducir sin transformar", puntualiza María Porro.

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Las empresas de mobiliario tienen que ajustar estrategias para competir con gigantes asiáticos. (Anylú Hinojosa-Peña)

El problema, sin embargo, no se limita a la imitación de formas. Para muchos creadores, la proliferación de objetos sin contexto diluye la posibilidad de establecer una relación profunda con el usuario. Como dice Rodrigo Escobedo: "Una forma atractiva no basta. Si no hay propósito ni cuidado, solo reproducimos basura elegante".

Eduardo Altamirano, diseñador industrial y profesor del Tecnológico de Monterrey, observa una transformación gradual del ecosistema. "Hace veinte años, la oferta de diseño en México era limitada. Hoy existen ferias, exposiciones, tiendas especializadas y colaboraciones entre despachos de arquitectura e interiorismo con marcas nacionales".

Este crecimiento responde también a un cambio cultural.

Las nuevas generaciones ven el diseño como parte de su identidad, aunque muchas veces solo accedan a él de forma aspiracional. Ahí es donde entra el reto: ¿cómo generar propuestas accesibles sin sacrificar principios ni procesos?
Eduardo Altamirano, diseñador industrial y profesor del Tecnológico de Monterrey.

Desde el Salón del Mueble de Milán, María Porro reconoce esa transformación cultural y comercial. "El Salon se ha convertido en un espacio que no solo lanza conceptos, sino que promueve conversaciones críticas sobre sostenibilidad, circularidad, regeneración y responsabilidad social", dice.

Considera que el diseño ya no puede limitarse a una propuesta formal, sino que debe responder a los retos contemporáneos. La inclusión de nuevas voces, generaciones y geografías en el Salón es una muestra de ello. "El futuro del diseño no está en la exclusividad, sino en su capacidad para conectar con distintos contextos sin perder su integridad".

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Taller Nacional apuesta no por producir en volumen, sino por la calidad. (Anylú Hinojosa-Peña)

Eduardo Altamirano señala que existe un interés creciente por el diseño latinoamericano. El contexto cultural, los materiales locales y la narrativa que envuelven a las piezas mexicanas generan una identidad propia que interesa en ferias y mercados internacionales. "El diseño mexicano ofrece una mezcla entre raíz artesanal, formalismo contemporáneo y solidez narrativa que lo hace atractivo fuera del país".

Industria nacional: entre la modernización y la cercanía

En México, la industria del mueble enfrenta realidades diversas según su escala. En el segmento industrial, Muebles Dico mantiene una estrategia de adaptación que combina modernización tecnológica y segmentación de mercado. "La automatización de procesos nos ha permitido reducir los tiempos de entrega y ofrecer diseños actualizados con mayor rapidez", comenta Erika Zavala Anzo, directora de omnicanalidad.

La empresa acude regularmente a ferias internacionales como la de Milán para integrar tendencias en sus catálogos. En los últimos años, adapta sus líneas a la demanda de mobiliario curvo, materiales mixtos y tonos neutros, pero también mantiene una oferta escalonada para distintos niveles de ingreso.

A diferencia de las plataformas asiáticas, Muebles Dico ofrece servicios logísticos propios. Su flotilla realiza entregas con personal especializado que instala y coloca el producto en casa del cliente.

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El futuro del diseño en México depende de su capacidad para articularse como industria, sin perder los valores que lo distinguen: identidad, compromiso material y creatividad. (Anylú Hinojosa-Peña)

Otro diferenciador para la compañía es el origen de sus materiales. Aunque la mayor parte de la producción es nacional, también se adquieren algunos insumos en Europa y Asia con el objetivo de optimizar costos. "Tener maderas certificadas es algo que cuidamos mucho desde la producción inicial", afirma Erika Zavala. Esta combinación de manufactura local, selección de insumos y logística interna permite que la marca mantenga control sobre calidad, entrega y servicio, a pesar de las presiones del mercado digital, así como de los nuevos competidores.

Estudios artesanales que resisten desde lo local

En contraste con la lógica industrial, los estudios de diseño artesanal operan con otros valores. Taller Nacional, con sede en la Ciudad de México, integra diseño, producción y comercialización en un mismo espacio. Luis y Gabriel Arredondo, sus fundadores, han construido un modelo que defiende los oficios y apuesta por piezas de cocción lenta. "No respondemos a modas. Nuestro tiempo es otro. Lo que hacemos requiere escucha, prueba, error y paciencia", explica Gabriel Arredondo.

Las piezas de Taller Nacional combinan referencias al diseño vernáculo mexicano, la carpintería tradicional y las estéticas escandinavas. Cada objeto se elabora a partir de materiales locales, con procesos manuales y tecnología básica. "Valoramos el error como parte del aprendizaje. Por eso, nuestro equipo participa de forma horizontal en cada etapa del proceso", explica Luis Arredondo.

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En negocios como Taller Nacional cada objeto se elabora a partir de materiales locales, con procesos manuales y tecnología básica. (Anylú Hinojosa-Peña)

El estudio también recibe encargos para proyectos institucionales, restaurantes y hoteles. Esta diversificación le permite mantenerse vigente y crecer sin necesidad de aumentar su volumen de producción. "Preferimos mantenernos en una escala que permita cuidar cada pieza y cada relación con el cliente", explican.

Rodrigo Escobedo ofrece una lectura complementaria. La Metropolitana busca catalizar el trabajo artesanal mediante el cuidado de los trabajadores y no solo por sus resultados.

En México, miles de carpinteros trabajan sin herramientas adecuadas. Nuestro modelo busca descentralizar la producción para que las comunidades puedan trabajar donde viven, sin migrar ni depender de cadenas logísticas ajenas.
Rodrigo Escobedo, La Metropolitana.

La empresa desarrolla centros productivos fuera de la capital para reducir tiempos de traslado y distribuir la riqueza generada por la producción. "La riqueza no es solo capital. También es calidad de vida, tiempo, salud y arraigo", sostiene Escobedo. Su manifiesto plantea que la belleza solo puede surgir de procesos empáticos, donde no exista explotación ni abuso.

Barreras estructurales y retos por delante

A pesar de estas oportunidades, las cifras estructurales muestran limitaciones. Según datos de la Secretaría de Economía, el 91% de las unidades económicas del país son microempresas. Muchas de ellas enfrentan barreras para acceder a financiamiento, tecnología, formación especializada o cadenas de distribución profesionalizadas. Esta fragmentación limita su capacidad de competir frente a modelos internacionales integrados verticalmente.

Frente a esta realidad, las plataformas asiáticas ingresan con fuerza al mercado mexicano, no solo con precios bajos, sino también con logística eficiente, publicidad segmentada y una estética reconocible. El mueble se convierte en un objeto de consumo que prioriza la apariencia sobre la función y el ciclo de vida del producto.

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La producción masiva de muebles de bajo costo también representa un problema sustentable. (Alan Carranza/Alan Carranza)

El futuro del diseño en México depende de su capacidad para articularse como industria, sin perder los valores que lo distinguen: identidad, compromiso material y creatividad. Mientras las plataformas globales continúan marcando la velocidad, los estudios locales proponen otra forma de construir: con conciencia, tiempo y sentido.

"El mueble es nuestra primera capa de habitación. No se trata solo de cómo se ve, sino de cómo se hizo, quién lo hizo y qué historia cuenta", asegura Rodrigo Escobedo. En medio de la tensión entre masificación y arraigo, México traza su propio camino: uno que busca sostenerse en la tradición, pero también abrirse a los desafíos de un mercado global cambiante.

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