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DgL levanta estructuras sociales con cada proyecto arquitectónico

La responsabilidad social es el hilo conductor de la ideología del ganador del segundo lugar de #10Despachos, lo que propicia que los participantes se involucren de lleno en sus proyectos.
mié 04 mayo 2016 12:40 PM
DGL 02
DGL 02 - (Foto: Cortesía DgL)

En 23 años de experiencia, el despacho de arquitectura DgL ha buscado crear y gestionar proyectos nuevos, surgidos de sus propias inquietudes, que han sido detonante de opiniones y acciones a su alrededor. La capacidad constante de búsqueda y encuentro, la renovación y el intercambio de ideas son fundamentales para esta firma.

Un edificio puede deteriorarse, pero si la idea con la que se concibió es fácil de entender y comunicar, su estructura va a permanecer, dice Richard David De Pirro, cofundador de la firma. Por ello, considera esencial crear proyectos cuya trascendencia reside en las estructuras sociales que generan.

“Ser visionario significa ser creativo y eso implica soluciones prácticas, porque es necesario alimentar la cotidianidad con actos creativos que permiten enfrentar cambios y visualizar lo que puede venir. Se trata de lograr alcances día a día y pensar en proyectos que no tienen punto final”, expresa Ana Rita García Lascuráin, también fundadora de DgL.

DgL obtuvo el segundo lugar del ránking Diez Depachos Generadores de Cambio de Obras.

La filosofía del despacho se muestra en el Plan Maestro Urbano del Bajío de la Primavera, en Zapopan, Jalisco. Sus 1,200 hectáreas constituyen la recarga acuífera de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

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En este territorio, los usos de suelo fueron asignados hace 15 años, a discreción de las autoridades, sin estrategia de tipo urbano o ambiental. La falta de infraestructuras y la vulnerabilidad provocada por el riesgo de incendio que implica su colindancia con el Bosque de la Primavera encendieron las alarmas a favor de un plan urbano, que comenzó a vislumbrarse en marzo de 2010.

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El Fideicomiso Bajío de la Primavera, integrado por los 400 propietarios de la zona y el gobierno municipal de Zapopan, eligió a DgL como líder de proyecto, lo que implicó no solo estar al frente de un equipo en el que participaron arquitectos, urbanistas, ecologistas, biólogos, geólogos e ingenieros, sino también establecer consenso a través de la comunicación constante con los propietarios, asesores y representantes del gobierno municipal y estatal en reuniones quincenales, que se prolongaron durante 10 meses.

"Nuestra responsabilidad consistió en lograr acuerdos, lo cual sólo es posible cuando la gente, después de entender el proyecto, tiene la disposición de sumarse. Un proyecto urbano nace del entendimiento de la sociedad y de la cooperación de todos hacia ese fin; no existe sin la cooperación de la ciudadanía", afirma De Pirro.

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La visión a 20 años del Plan Maestro Urbano del Bajío de la Primavera FOTO: Cortesía del despacho

Así, visualizaron cuatro sistemas preponderantes: ambiental, social, urbano y de infraestructura. El resultado fue una red de corredores naturales y de manejo pluvial, así como un corredor de 100 m para abrir circulación hacia el bosque.

Además, la infraestructura está escalonada de acuerdo con el incremento de densidad de la zona, planificada en centros urbanos con viviendas más accesibles ubicadas en núcleos compactos y una traza urbana multicéntrica, articulada a través de manzanas de escala peatonal, que permiten la movilidad no motorizada y el uso del transporte público.

A cuatro años de su aprobación, aún forma parte del Plan Maestro Urbano de Desarrollo Municipal y vilsumbran nuevos proyectos, mientras construyen la infraestructura vial. Existe la propuesta de un fideicomiso de propietarios que se consolide como agencia de desarrollo, así como nuevos usos de suelo que fomenten la diversidad de la población.

Rescate urbano

Otro proyecto del despacho es el Museo del Chocolate (Mucho), ubicado en el número 45 de la calle Milán, en la colonia Juárez de la Ciudad de México. Pese a su valor patrimonial, el inmueble, una vieja casona porfiriana construida en 1909, quedó abandonado y prácticamente en ruinas. Un siglo después, entre 2009 y 2011, el predio de 250 m², que estaba rodeado por terrenos desolados, lo rescataron con una solución que contempló la restauración de su fachada e interiores.

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“Esta parte de la colonia tiene una población fija muy reducida y muy poco flotante. Además, las calles Milán y Roma son cerradas, por lo que nos enfrentamos a varias desventajas en términos inmobiliarios”, cuenta García Lascuráin, gestora del proyecto desde su origen, quien apostó por ponderar la tradición del chocolate dentro de la identidad mexicana y convertirla en una herramienta de comunicación.

Alrededor de este concepto, que se autogestiona por medio de una fundación y no tiene relación con ninguna empresa, se ha concebido durante cinco años un espacio orgánico con una propuesta artística, histórica y cultural, donde el público participa en el intercambio de opiniones y ocasiona una integración que es primordial, pues es la variedad de visitantes la que provoca una diversidad armónica.

Su ejecución es una primera idea que continúa creciendo a través de la sinergia de los asistentes. A la par, su entorno también se ha enriquecido: los predios abandonados que lo rodeaban hoy están ocupados e, incluso, ya hay un teatro en la misma calle.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición marzo-abril de 2016 de la  Revista Obras .

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Arquitectura

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