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Los verdaderos costos de la autoconstrucción

Esta solución a corto plazo acarrea problemas constructivos, sociales y urbanísticos, advierten los expertos.
mar 12 mayo 2020 05:00 AM
House Construction Challange
La autoconstrucción puede acarrear problemas urbanísticos.

La autoconstrucción y autoproducción son prácticas recurrentes en México. Según datos de la Encuesta Intercensal 2015, del Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inegi), 24% de las viviendas está dentro de esta categoría, aunque el Centro de Innovación para la Vivienda (CIV) estima que la cifra llega a 64%.

Como parte del Plan Económico Emergente ante Covid-19, el Fondo de la Vivienda del ISSSTE (Fovissste) anunció ConstruYES, un esquema de autoproducción de vivienda con asistencia que contempla la colocación de entre 3,000 y 5,000 créditos para este año, con un monto de financiamiento individual de 1.1 millones de pesos.

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Asimismo, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores presentó un programa de financiamiento que iniciará en agosto y tomará como respaldo el saldo de la subcuenta de vivienda del trabajador, el cual otorgará hasta 528,000 pesos.

Por otra parte, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) invertirá 6,650 millones de pesos (mdp) en la estrategia emergente de vivienda popular a través del Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) 2020, en coordinación con el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), como instancia ejecutora.

El impulso de la gestión o edificación de vivienda por los propios usuarios, sin el apoyo de algún arquitecto o ingeniero, es cuestionado por expertos ante los riesgos que esto representa tanto de índole estructural como legales, social y urbanos, entre otros.

La construcción en manos de familias que carecen de preparación especializada tiene muchas coyunturas, tanto técnicas y como normativas. “Sin el conocimiento de la técnica podrán construir una casa, pero no edificar un hogar con espacios funcionales”, señala Isabel Rosas Martín del Campo, directora de IR Arquitectas Consultoras, quien advierte que no solo es cuestión de cuidar la estética, el objetivo es crear viviendas dignas.

Por su parte, Mónica Adelina Vudoyra, directora responsable de obra en Chiapas, expone que “no debemos dar un paso atrás, en el sismo de 2017 se vio la importancia de los profesionales en la planeación, construcción y reconstrucción de los inmuebles”.

La autoconstrucción, agrega la especialista, no contempla estructuras resistentes, la evolución hacia nuevos materiales ni cambios climáticos.

Estas construcciones pueden tener problemas catastrales, advierte Leonardo González, analista Real Estate de Propiedades.com . Esto entorpece las posteriores fases de venta o renta, al tener una vinculación débil en la industria de vivienda.

“Si la autoconstrucción responde exclusivamente al acto de morar, tendremos familias solo sobreviviendo. La injerencia de los arquitectos es fundamental, debe ser un medio de acompañamiento que delinee edificaciones que se transformen en hogares, que den respuesta a espacios vitales y plenos”, enfatiza Rosas Martín del Campo.

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Viviendas desconectadas

Desde el punto de vista urbanístico, Enrique Soto Alva, académico de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, asegura que la autoconstrucción edifica viviendas, pero no ciudad. “Los pobres han sido los grandes constructores de asentamientos irregulares de este país. Varios investigadores han llegado a la conclusión de que entre 60 y 65% de la superficie urbana del país tuvo origen irregular”.

En 2012, la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) indicó que la tasa de mortandad infantil aumentaba en asentamiento humanos irregulares. Generalmente, éstos tienen niveles de vida bajos, con acceso restringido a servicios básicos (agua, saneamiento, transporte, educación, cultura, etcétera); es decir, los efectos secundarios trascienden más allá de la vivienda.

Otras externalidades son que surgen como comunidades aisladas, con calidad de vida baja y oportunidades reducidas, ya que el costo de introducir servicios públicos aumenta de 2.7 a 4 veces más que si se hubieran planificado, indica Soto Alva.

Estos asentamientos, por lo general, están ubicados en zonas que no les interesan a los mercados formales, a los desarrolladores inmobiliarios, en lugares de alto riesgo: suelos inestables, lechos de ríos, inundables, deslaves, por ejemplo. El sismo de 2017, en la Ciudad de México, tuvo efectos negativos en construcciones de colonias como San Gregorio (Xochimilco) e Iztapalapa, debido a que no cumplían con estándares mínimos de calidad.

Construir ciudades significa organizar a desarrolladores, especialistas, inversionistas y la población. “Cuando dejamos que cada actor tome decisiones por separado, se generan comunidades cerradas, con poca conectividad; en este tipo de edificaciones nadie se preocupa por donde van a estar las calles o el parque, ni por los servicios colectivos”, acota el investigador.

En este sentido, Soto concluye que la autoconstrucción y autoproducción de vivienda ha sido una solución a corto plazo para la población de escasos recursos porque el gobierno no ha sabido crear políticas públicas para generar vivienda económica de calidad.

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