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Perpetuación de la pobreza y problemas de salud, los efectos de vivir en obra gris

Millones de mexicanos viven durante décadas en casas inconclusas que comprometen su salud, educación y bienestar económico.
lun 24 noviembre 2025 05:30 AM
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En México, 21.9% del inventario habitacional cuenta con rezago. (ANTON IVANOV/Getty Images)

En las laderas del país, sobre todo en las periferias de las zonas metropolitanas, es común ver a millones de familias crecen y forman sus vidas en espacios que nunca terminan de construirse. Muros de block sin aplanar, techos improvisados de lámina y varillas expuestas forman parte del paisaje cotidiano.

Este fenómeno, conocido como obra negra u obra gris, se ha convertido en el rostro del esfuerzo de las familias mexicanas, pero también en un indicador silencioso de las carencias que persisten en materia habitacional.

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Aunque es una postal familiar, las consecuencias de vivir en estas condiciones van mucho más allá de la incomodidad: afectan la salud, el desempeño escolar, la productividad laboral y perpetúan círculos de pobreza.

El costo silencioso del rezago habitacional

La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) documentó que en 2024 alrededor de 21.9% del parque habitacional está en situación de rezago, el cual tiene implicaciones en la salud y seguridad de las personas que raramente se visibilizan.

Un estudio realizado por la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) muestra que los adultos que habitan en viviendas con rezago habitacional enfrentan 10.2% más probabilidad de tener poca variabilidad de alimentos.

En el caso de los menores, la situación es igualmente preocupante: 7.1% más probabilidad de poca variabilidad de alimentos, 5.9% de consumir alimentos no sanos y 5.4% de comer menos en su hogar.

El acceso a servicios de salud también se complica. La distancia para atención de emergencia se incrementa en 8.8%, mientras que la automedicación aumenta 3.9% entre quienes viven en estas condiciones. La falta de recursos para atender la salud se refleja en que 0.8% más de personas no reciben atención médica por falta de dinero.

El hacinamiento limita el rendimiento educativo. El estudio encontró que el rezago habitacional afecta 1% el rendimiento educativo, medido en horas de estudio a la semana.

Los espacios compartidos y la ausencia de lugares adecuados para hacer tareas dificultan la concentración de niñas, niños y adolescentes.

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Chiapas, Tabasco y Oaxaca son los estados con más viviendas en condición de rezago. (stockcam/Getty Images/iStockphoto)

En términos de productividad laboral, el rezago habitacional se asocia con una reducción del 2.0%. Esta disminución puede estar vinculada con condiciones precarias del entorno del hogar que afectan el desempeño laboral. El descanso inadecuado, el estrés de vivir en condiciones inseguras y el tiempo destinado a reparaciones constantes restan energía y concentración.

Quizá el efecto más profundo es su contribución a perpetuar la pobreza. El rezago habitacional incrementa 6.3% la probabilidad de que las personas vivan por debajo de la línea de pobreza urbana, mientras que en zonas rurales este efecto alcanza 9.4%.

"El rezago habitacional no solo implica carencias estructurales en la vivienda, sino que se traduce en consecuencias amplias y multidimensionales para los hogares", señala el estudio de la Conavi.

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Los riesgos de la vivienda inacabada

Habitar en obra negra también genera una serie de riesgos estructurales que pocos consideran inicialmente. "Si el tabique no va acompañado de un castillo o una viga, es decir, no llevas la estructura de concreto en conjunto con el tabique, pues obviamente eso deja debilitada la estructura", advierte el ingeniero Oscar Montoya, Gerente General de Materiales San Cayetano.

La falta de impermeabilización en losas incompletas provoca filtraciones. "Si no tienes una loza terminada con las pendientes adecuadas, pues vas a tener seguramente filtraciones en esas lozas, lo que te van a provocar una humedad", explica el ingeniero.

Las instalaciones provisionales representan otro peligro, ya que en muchas ocasiones, las familias colocan redes eléctricas sobrepuestas lo que incrementa el riesgo de, por ejemplo, incendios.

El largo camino de la autoconstrucción

El ingeniero Oscar Montoya, Gerente General de Materiales San Cayetano, observa este proceso desde hace años. "La autoconstrucción es un proceso que es paulatino porque depende mucho de la cantidad de recursos que pueda asignar cada familia", explica.

Los datos respaldan esta realidad. Según Hábitat para la Humanidad México, una familia mexicana puede tardar entre 15 y 20 años en completar la construcción de su vivienda mediante autoconstrucción progresiva.

"La gente tarda hasta veinte años en terminar sus viviendas, ¿por qué? Pues porque empiezan primero satisfaciendo la necesidad más básica, hacer un cuarto multifuncional que es sala, comedor, cocina, y habitaciones", detalla Montoya.

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El principal reto para terminar una vivienda son los ingresos de las personas. (AscentXmedia/Getty Images)

Más del 63% de las viviendas del país se han levantado mediante autoconstrucción en algún momento de su proceso, según datos de la Sedatu

Pero aunque las personas tarden en la edificación, nunca pierden la idea de concluir su edad. "Si te fijas, muchas viviendas en la Ciudad de México o en el área conurbada, pues tienen las puntas de las varillas ya dispuestas de cierta forma para que en un futuro que todos esperamos que no sea muy lejano, pues la gente pueda continuar con este proceso", señala.

Las familias de bajos ingresos pueden destinar no más del 20 o 30% de su sueldo a una vivienda. Por eso, las casas en construcción eterna se vuelven un elemento característico del Valle de México.

Prácticamente todo el valle son viviendas grises, como describe Montoya. La razón es clara: "la gente se dedica a primero hacer los cuartos, luego a acabarlo interiormente, y al último dejan esa parte exterior de fachadas donde realmente, pues ya es más un tema de diseño o de vista que de funcionalidad".

El precio de la construcción

Los materiales de construcción experimentaron una crisis significativa durante la pandemia. "Tuvimos una inflación en los materiales, en algunos de más del cincuenta por ciento", recuerda Montoya.

El acero casi se fue al doble del precio para mayo de 2022, cuando tuvo su pico máximo.

Sin embargo, los últimos tres años han traído una estabilidad. Los básicos para construcción, como tabiques, acero, repellos y mezclas listas, no han tenido un impacto de más del cinco por ciento de crecimiento anual. Este incremento va en función con el aumento del salario mínimo.

"Por fortuna, estos materiales se han estabilizado, llevamos tres años prácticamente de una estabilidad en los precios, lo que ayuda e incentiva a la gente a que pueda seguir construyendo y cuidando sus propias viviendas", explica el especialista.

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La magnitud del rezago habitacional

La Comisión Nacional de Vivienda contabilizó 38,356,042 viviendas en todo el país en 2024. De ellas, 8,381,545, que equivalen al 21.9% del parque habitacional, se encuentran en condición de rezago.

El rezago habitacional se define como el número de viviendas con materiales precarios en pisos, techos y muros, que no cuentan con excusado o aquellas cuyos residentes habitan en hacinamiento.

Las entidades con mayor porcentaje de rezago son Chiapas con 66.2%, Tabasco con 63.8%, Oaxaca con 50.9%, Guerrero con 48.9% y Veracruz con 43.7%.

En el extremo opuesto, Aguascalientes registra apenas 3.9% de rezago, Nuevo León 5.8%, Ciudad de México 6.0%, Jalisco 7.5% y Sinaloa 8.3%.

Estrategias de atención

La CONAVI identifica tres tipos de intervenciones necesarias para atender el rezago: sustitución de vivienda, mejoramiento y ampliación o reemplazo.

Para 2024 se requieren 6,235,701 mejoramientos, que representan el 74.4% del total. Las sustituciones alcanzan 1,552,104 viviendas, el 18.5%, y las ampliaciones o reemplazos suman 593,740, el 7.1%.

Veracruz concentra 13.2% de las viviendas que requieren mejoramiento, seguido por Chiapas con 13.0%, Oaxaca con 7.6%, Tabasco con 6.6% y Chihuahua con 6.5%.

Montoya es enfático sobre la necesidad de coordinar esfuerzos. "Necesitamos que la construcción se haga cada vez mejor en este país. La construcción y en particular el sector de la autoconstrucción no ha cambiado sus procedimientos ni sus materiales en 50 años", critica.

"Tenemos que converger porque nosotros en el sector industrial llevamos 20 años trabajando productos innovadores. Este conocimiento se queda solo en el sector industrial y nadie está conectando este conocimiento con toda la gente que autoconstruye en nuestro país", agrega.

El especialista plantea tres necesidades fundamentales, en primer lugar, la falta asesoría. La construcción en México sigue siendo un tema sin planeación, en segundo lugar la falta de financiamientos en el sector y el otro, la falta de integración con el gobierno.

Planeación participativa

Fundación Hogares propone un enfoque diferente. "Mucho se basa nuestra metodología que se llama Haciendo Comunidad en tomar en cuenta a las personas para la toma de decisiones desde su entorno", explica Madeleine Cortés, directora general.

"Si pensáramos un poco en las personas para el entorno de ciudad y el entorno de todo lo que hay que desarrollar en actividades y en su entorno de relación con el clima, tomar las decisiones desde las personas creemos que se podrían hacer una planeación mucho más eficiente", propone.

La organización cumple 15 años trabajando con comunidades marcadas por el abandono. "La vivienda no se entiende sola ni aislada. Es muy importante generar este ecosistema de barrio", enfatiza Cortés. "No trabajamos por las viviendas, sino por comodidades y por su entorno".

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