Los puntos que destacó fueron la estructura modular, lo que permite crecimiento con el tiempo —el aeropuerto se terminará de desarrollar en 2050—, así como el flujo de los visitantes y la rapidez con la que lo han hecho. A año y medio de haber iniciado las obras, el avance es de más de 50%.
El transporte terrestre es uno de los puntos que quedan pendiente, considera la ACI. El gobierno federal en coordinación con el de la capital del país y el Estado de México llevan a cabo 14 proyectos, pero apenas 35%% muestran algún tipo de avance.
Otro de los pendientes es el rediseño del espacio aéreo. En la Zona Metropolitana se conjugarán el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), con el de Toluca y Santa Lucía, “sabemos que hay críticas a la reconfiguración, sin embargo, el espacio aéreo no debería ser un impedimento”, explicó Rafael Echevarne, director general de ACI para América Latina.
No obstante, para la OACI, este es un tema pendiente que el Estado debe atender, ya que habitantes de la Ciudad de México realizaran una petición al organismo para detener el rediseño, ya que consideran que incrementa la generación de contaminación auditiva.
El Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM) coincide; “esta tecnología de diseño sí controla el ruido, le da una mayor exactitud, (pero) definitivamente sí hay un aumento del ruido en el sur-poniente de la ciudad, aunque pasen más altos por la parte de la hidrografía, se escucha más”, dijo en entrevista con MVS.
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Un pendiente más que se tiene alrededor del aeropuerto de Santa Lucía, es lograr que se certifique con los más altos estándares de seguridad, principalmente ante la Agencia Federal de los Estados Unidos (FAA).
Podría operar sin la certificación, pero de no obtenerla, su riesgo calculado se degradaría a categoría dos. Para lograrlo, el gobierno realiza estrategias como usar el Sistema de Navegación Bajado en Performance (PBN por sus siglas en inglés), así como la reforma a la Ley de Aviación Civil para, entre otras cosas, transparentar los accidentes.