Las viviendas de la población tampoco se salvan. Existen rezagos importantes al interior de los inmuebles, como agua sin entubar, falta de drenaje, malas condiciones del piso, carencia de bienes materiales, escasez de energía eléctrica, entre otros problemas.
También hay registro de viviendas unifamiliares con paredes de bloques de concreto y madera, techo de losa, de lámina acanalada o de cartón. Además, en las áreas urbano-rurales las paredes de las viviendas son de madera o bajareque con techo de guano. Es decir, el trabajo aún es paupérrimo.
“Tulum tiene un atraso de 20 años en infraestructura. Su inversión, a lo largo del tiempo, es mínima en comparación con su ritmo de crecimiento”, dice Olmo Torres-Talamante, director de Razonatura, una asociación sin fines de lucro dedicada a la conservación de la biodiversidad y de la identidad cultural de las comunidades.
El agua potable no es tan potable
En junio del año pasado, un comunicado del estado quintanarroense presumía con bombo y platillo que la Comisión de Agua Potable (CAPA) abastecía con un cárcamo de rebombeo —por primera vez— de agua potable a la zona hotelera, beneficiando a más de 10 mil habitantes y 300 alojamientos. Pero el Plan Municipal destaca que Tulum tiene 432 hoteles y 642 restaurantes.
En este sentido, Torres Talamante asegura que hay conflictos políticos; “no todos tienen acceso al agua. La Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) tiene sus propios planes. Sabe a qué colonias dar agua potable que no es potable, sino clorada. Eso y el drenaje pluvial y de saneamiento tampoco están alineados con las zonas donde el ayuntamiento permite que haya desarrolladores, por la presión de la iniciativa privada”, remarca.
Pero el problema va más allá, pues en las zonas en las que la infraestructura hídrica no es suficiente, la población ha recurrido a alternativas que ponen en riesgo la salud pública.
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