Comentó que la pandemia ha acelerado procesos que ya estaban ocurriendo, como el del home office, aunque precisó que ahora más que eso vivimos un confinamiento “forzoso”.
Al final estos procesos no solo están afectando el espacio habitado, la oficina ocupada, sino al edificio completo, pues ahora se debe repensar el edificio en sí mismo, sus instalaciones mecánicas, los sistemas de aire acondicionado, cómo movernos de arriba abajo —sin pensar que el elevador dejará de ser funcional-, consideró.
Todos esos cambios en el futuro podrían “presionar la renta hacia arriba porque alguien deberá pagar por esas mejoras que se deberán hacer”, estimó Sánchez Concha.
En tanto, Grissel Orozco, socio directora de Oxígeno Arquitectura y Alberto Laris, socio director de Desarrollo estratégico de Gaya, coincidieron en que si bien los cambios que el confinamiento está planteando son inevitables tampoco se puede echar marcha atrás en temas de trabajo colaborativo y de comunicación más horizontal en los corporativos.
“La solución fácil es poner paredes entre las personas”, pero no es la correcta porque “queremos más comunidades creativas de forma horizontal”. Una vez que pasé la época de transición de esta pandemia los espacios de trabajo deberán ser más que “una estación y una silla; serán comunidades de personas trabajando y aprendiendo en un espacio que luego volverán a sus casas”, comentó Grisel Orozco.
Mientras Laris se refirió a un tema que se volverá crucial a partir de la pandemia y que pocos quieren voltear a ver: atender los numerosos edificios enfermos que hoy existen y en los que “posiblemente el coronavirus vaya a estar dando vuelta mucho tiempo”.
Por ello estimó crucial el atender sistemas de aire acondicionado, la implementación de sistemas biométricos para ingresos y salidas del inmueble, y en general la discusión de “cómo mantenemos sanos a las edificios para mantenernos sanos quienes los habitamos”.