“Desde aquel entonces quedaba claro que una ciudad más densa es más sustentable social, económica y ambientalmente. La extensión territorial de Guadalajara —que pudo haberse evitado con políticas de densificación— taló el equivalente a 23 Central Parks de Nueva York”, relata Leonardo Díaz Borioli, socio fundador y director creativo de Estudio 3.14.
A partir de 2010, el alcalde de Zapopan, Héctor Vielma, impulsó una normativa que favorecía la verticalidad, el uso de suelo mixto y el apoyo a transporte público de calidad.
Concepto en transformación
En la entidad la construcción de vivienda vertical estuvo relacionada con proyectos dirigidos al segmento social; con buena ubicación, pero con problemas de gestión y mantenimiento.
Luego, explica Díaz Borioli, en el polígono de la zona de Distrito Andares se comenzó a desarrollar vivienda vertical de muy alto poder adquisitivo, lo que en aproximadamente un lustro elevó el concepto de vivienda vertical en el imaginario colectivo.
“La vivienda vertical pasó de ser el equivalente de baja calidad de vida y pobreza a un concepto aspiracional.”
Así, en la entidad se consolidó este modelo, también visto como una oportunidad de inversión patrimonial. Ahora, refiere el fundador de Estudio 3.14, “hay una sobreoferta, no tanto de departamentos en venta, como de departamentos en renta, generando un bajo retorno para los compradores-inversionistas”.
De acuerdo con el análisis Dinámica del Mercado Inmobiliario, elaborado por Softec, la zona metropolitana de Guadalajara (que incluye Chapala, El Salto, Guadalajara, Ixtlahuacán de los Membrillos, Jocotepec, Tala, Tlajomulco de Zuñiga, Tlaquepaque, El arenal, Juanacatlán, Tonalá y Zapopan) cuenta con 309 proyectos de vivienda nueva en venta, con un total de 81,274 unidades y un inventario de 26,085. El producto con mayor participación son los departamentos, que corresponden al 64% del total de proyectos en la entidad.