1. Remodelación de espacios: la oferta se debe adaptar a las necesidades de las personas, que han cambiado con la llegada del COVID-19. Por ejemplo, en oficinas más personas han optado por trabajar desde casa y se han familiarizado con TIC’s, por lo que los espacios deberán ser más chicos, flexibles y con mejor conectividad.
En el caso de las residencias, sus habitantes ahora necesitan espacios más amplios y con lugares para trabajar, mientras que los edificios deberán contar con amenidades y espacios verdes.
2. Fuentes de financiamiento alternativas: “A fin de diversificar las fuentes de financiamiento de las obras, tanto para tener una mayor flexibilidad de pagos como para proteger sus finanzas, los desarrolladores han comenzado a recurrir a diferentes fuentes de financiamiento que complementan los créditos tradicionales”, informa M2Crowd en un comunicado.
3. Mayor uso de tecnología: el uso de la tecnología se aceleró durante la pandemia por la necesidad de trabajar de manera remota y acelerar los procesos con el menor contacto posible entre los trabajadores. Hay herramientas del sector llamado proptech, que puede incluir funciones como buscar y comprar casa, obtener financiamiento, realizar un seguimiento de ventas y verificar la información de los desarrollos.
4. Énfasis en calidad de vida: los espacios se deben convertir en entes activos que influyen en la calidad de vida de las personas, al incluir comodidades y servicios, además de consideraciones sanitarias como buena ventilación, limpieza y distancia entre las personas.
“De cara a cerrar el año, los desarrolladores inmobiliarios deberán mantenerse atentos a estas tendencias para adaptarse a las cambiantes necesidades del mercado, y prepararse para comenzar un 2021 con mejores posibilidades”, comenta M2Crowd.
Se reactiva la demanda del sector residencial medio