Lecciones del mundo: estrategias de vivienda que sí han funcionado
En América, Asia y Europa existen estrategias de vivienda que han ayudado a mejorar el acceso a la población vulnerable. Brasil y Canadá destacan por tener los programas más similares.
La crisis de vivienda asequible se ha convertido en un desafío global que exige soluciones innovadoras y efectivas. Mientras México se prepara para implementar un programa nacional que busca construir un millón de unidades habitacionales, la experiencia internacional ofrece lecciones sobre estrategias que han demostrado resultados positivos.
La búsqueda de soluciones ha llevado a diversos países a desarrollar modelos que combinan la intervención estatal con la participación del sector privado.
En América, Brasil y Canadá encabezan las iniciativas más destacadas en materia de vivienda social, con programas que han alcanzado resultados significativos en la última década y que son similares a la estrategia planteada por el gobierno mexicano.
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El caso brasileño
El programa Minha Casa Minha Vida (MCMV) en Brasil ha beneficiado a 5.5 millones de familias desde su lanzamiento en 2009 hasta 2019. Recientemente el programa fue reactivado y estableció una meta de 2 millones de unidades para el período 2023-2026.
La reactivación del MCMV en 2023 incorporó una modalidad de compra asistida para familias desabrigadas, con énfasis en zonas afectadas como Rio Grande do Sul.
En esencia, el objetivo es reducir el déficit habitacional al ofrecer viviendas subsidiadas o financiamiento accesible a familias de bajos ingresos.
Segmenta a los beneficiarios según sus ingresos: desde viviendas gratuitas o con subsidios significativos para los más vulnerables, hasta tasas de interés preferenciales para familias de ingresos medios.
Las viviendas, desarrolladas en colaboración con empresas constructoras y entidades financieras como Caixa Econômica Federal, incluyen infraestructura básica y están disponibles tanto en áreas urbanas como rurales.
No obstante, el programa brasileño ha enfrentado retos en su implementación. Las disparidades regionales en la distribución de inversiones y problemas de calidad en algunas construcciones han generado preocupaciones sobre la durabilidad y seguridad de las viviendas.
Lula Da Silva prometió que con la siguiente etapa del proyecto se buscará resarcir los problemas encontrados y continuar con la atención a la población vulnerable.
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La estrategia de Canadá
Por su parte, Canadá implementó la Estrategia Nacional de Vivienda (NHS), un plan decenal con una inversión superior a 72,000 millones de dólares, que consiste en poner en alquiler vivienda a precios asequibles, que no superen el 30% de los ingresos de la población más vulnerable.
El Fondo de Aceleración de la Vivienda, componente central de la estrategia, cuenta con 4,000 millones de dólares para impulsar la construcción de más de 750,000 nuevas viviendas en la próxima década.
El gobierno canadiense también lanzó el programa Construir en Canadá, que aprovecha terrenos subutilizados para desarrollar viviendas asequibles para la clase media. La iniciativa combina préstamos federales de bajo costo con inversiones provinciales y territoriales para incrementar la oferta de viviendas de alquiler.
El mercado inmobiliario canadiense enfrenta desafíos persistentes. Los precios promedio y costos de alquiler han alcanzado niveles históricos, y se requieren 1.8 millones de unidades adicionales para equiparar la proporción de viviendas per cápita de otros países del G7.
El ejemplo europeo
En Europa, el caso de Viena representa un referente en materia de vivienda social. La capital austriaca ha desarrollado un modelo donde el 60% de su población reside en viviendas subsidiadas o municipales.
El éxito del modelo vienés se sustenta en la construcción continua de nuevas unidades por parte del gobierno o de la industria privada a través del subsidio, y el control de precios de alquiler en el mercado en general.
La estrategia comenzó a implementarse en 1920, por lo que se ha logrado, hasta el momento, estabilidad en los costos de vivienda, integración social (cualquier persona puede acceder a los inmuebles del gobierno) y calidad de vida (grandes firmas de arquitectura participan en el diseño de las unidades).
Otro caso es el de Países Bajos, que han optado por un esquema donde las corporaciones de vivienda social, organizaciones sin fines de lucro, administran más del 30% del mercado inmobiliario.
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Este modelo establece rentas basadas en los ingresos de los inquilinos y aplica regulaciones estrictas para garantizar la habitabilidad.
Alemania se distingue por sus políticas de regulación del mercado de alquiler. La implementación de la Mietpreisbremse o freno a los alquileres ha permitido controlar los precios, mientras que las subvenciones para construcción de vivienda asequible han ampliado la oferta en zonas urbanas.
En Asia, Singapur ha consolidado un programa exitoso a través de la Junta de Desarrollo de Vivienda. Este organismo construye viviendas públicas que se venden a precios subsidiados, con arrendamientos a 99 años.
El modelo singapurense integra servicios esenciales como escuelas y transporte público en los complejos residenciales.
Puntos en común
Regulación del mercado, financiamiento sostenible y planificación integral son algunas de las claves de los programas de vivienda. El control de la especulación inmobiliaria emerge como factor crucial, evidenciado en las medidas implementadas por Singapur y Viena.
La participación de organizaciones sin fines de lucro, como en los Países Bajos, y la colaboración con cooperativas, como en Viena, han sido efectivos para garantizar el mantenimiento a largo plazo de las unidades habitacionales.
Los programas exitosos también incorporan criterios de sostenibilidad ambiental y accesibilidad. El Fondo de Innovación canadiense y los estándares de construcción en Viena ejemplifican la integración de eficiencia energética y diseño sustentable en la vivienda social.